El gatuperio de Marga Prohens con su gobierno en solitario
Desde la noche electoral del pasado 28 de mayo y tras confirmarse el inesperado vigésimo sexto diputado de Formentera, el Partido Popular ha insistido en querer gobernar en solitario. Aducen los populares que, al no haber mayoría alternativa de izquierdas -que suman 25 escaños contra los 26 de Marga Prohens-, sólo necesitan cuatro abstenciones para investir a la campanera y gobernar los cuatro años de legislatura apoyados en una minoría parlamentaria. Cuatro miserables abstenciones de Vox o, ¿quién sabe?… de Més per Mallorca, no en vano Lluís Apesteguia se las ofreció caballerosamente a Prohens para evitar que Vox entrara en el Govern. «Dins les nostres possibilitats, no permetrem que els neofalangistes entrin a les institucions», aseveró en caliente el gran latinista de Deià.
Todo indica que la fórmula que emplearía este Govern en minoría parlamentaria para sacar adelante sus presupuestos, sus leyes, sus propuestas y sus decreto-leyes consistiría en lo que se ha venido en llamar una mayoría variable, es decir, pedir prestados a Vox los votos en aquellos temas en los que hay coincidencias y pedir prestados a la izquierda los votos en aquellos otros temas en los que PSOE y Més coinciden con el PP.
Es decir, para eliminar el impuesto de sucesiones los populares pactarían con Vox, que también lo quiere eliminar, mientras que para mantener las actuales políticas feministas de género los populares pedirían prestados los votos a la izquierda. Nada de compromisos fuertes, sólidos, fiables y estables a cuatro años vista. Todo esto ya pasó de moda. En la modernidad líquida en la que vivimos y donde los divorcios se cuentan por matrimonios, Marga Prohens se abona a una mayoría líquida que, si bien no asegura una estabilidad a cuatro años, sí le permite no notar en la nuca el aliento de Vox y repartir enterita la tarta de la administración autonómica entre sus fieles y cofrades.
Una mayoría variable
Esta estrategia de la mayoría variable, que ha hecho fortuna en Andalucía y Madrid, nació precisamente cuando hubo que sellar acuerdos entre el PP, Cs y Vox para expulsar a la izquierda del poder en algunos ayuntamientos y comunidades autónomas. Como Vox le daba asquito al partido Cs y éstos no querían pactar bajo ningún concepto con los de Santiago Abascal, Vox aceptó la humillación propinada por las divas de Cs y terminó apoyando gobiernos PP-Cs desde fuera después de alcanzar unos acuerdos programáticos con los nuevos gobiernos PP-Cs. Como era previsible, una vez conseguidos los votos para la investidura, PP y Cs -qué rápido aprendieron los divinos de Cs a jugar a la real politik- dejaron en un segundo plano los compromisos adquiridos con Vox. Agotada su paciencia, al percatarse de que lo que habían firmado era papel mojado, los de Santiago Abascal decidieron romper los pactos o se negaron a apoyar los presupuestos. Y cuando, enojados, «alçaren es cul», encima quedaron mal ante la opinión pública porque, a juicio de los albaceas de sus votos (Cs y PP), estas salidas de pata de banco ponían en riesgo los gobiernos de centroderecha y daban oxígeno a la izquierda. Esto es lo que ocurrió primero en Andalucía y luego en Madrid, donde Vox no ha capitalizado electoralmente su generoso apoyo externo y a punto ha estado de sufrir el abrazo del oso del PP.
Ya se sabe, si eres un patriota de Vox se supone que tu abnegación tiene que ser total y tienes que sacrificarte por la patria al precio que haga falta. Debes tolerar que te excluyan de los gobiernos, si ello redunda en no mancillar la virginidad de las purísimas de Cs. Debes tomarte como un servicio a la patria (entiéndase bien: Palma, Andalucía o Madrid) no exigir entrar en coaliciones de gobierno con el PP, no vaya a ser que contamines sus intachables credenciales democráticas, centristas y feministas. Debes renunciar a cualquier cargo político, canonjía, sindicatura o sinecura -lo que, vulgarmente, se llaman chiringuitos- y dejar sus sueldazos a los populares porque, como buena derecha caviar que son, les viene de casta y tienen derecho a ellos. Estos son tus deberes y obligaciones, patriota de Vox.
En realidad, seamos claros, eres como los católicos tradicionales que sólo conocen deberes y obligaciones y si no estás dispuesto a verlo así, mejor que te vayas de Vox. Probablemente, no sea tu partido. Siempre te quedará el PP, que te recibirá con los brazos abiertos o Cs de Patricia Guasp a los que parece que les falta gente aunque anden sobrados de periodistas e intelectuales en Madrid. En estos reputados partidos, todavía militante de Vox, siempre recibirás algo a cambio, aunque sólo sea un buen trato por parte de la prensa que, en los tiempos que corren, no es poco.
Sin precedentes
No recuerdo en lo que llevamos de autonomía, 40 años, ningún ganador de unas elecciones autonómicas que haya propuesto un gobierno en solitario sustentado por una minoría parlamentaria. Ninguno. En 2015 Armengol gobernó en minoría porque los 10 diputados de Podemos decidieron apoyar sólo externamente al ejecutivo de PSOE y Més. No porque Armengol no quisiera que entraran, al contrario, lo quería fervientemente, sino porque los de Laura Camargo y Alberto Jarabo decidieron asaltar los cielos controlando el Govern desde el parlamento balear sin ocupar posiciones de poder. Al cabo de cuatro años, terminaron entrando, seguramente porque se dieron cuenta de que sin estar dentro difícilmente se podían llevar a cabo las políticas que deseaban.
Marga Prohens es, por lo tanto, la primera candidata en 40 años de autonomía que propone gobernar en solitario con sólo 25 diputados más el de Formentera. Se trata de un hecho cuando menos insólito. No le negaré su arrojo extraordinario al invitarnos a inaugurar un nuevo sentido común en materia parlamentaria. Prohens nos propone trampear las dificultades parlamentarias, legislativas y presupuestarias con una mayoría líquida y confiando siempre en la abnegación de Vox al que se le prohíbe rebelarse contra la «casa común de la derecha» y a poner en apuros a Prohens, no vaya a hacer el juego a la izquierda.
De hacerlo, siempre tendrá a todos los medios de comunicación en contra que van a recordarle continuamente a Idoia Ribas que su papel es obedecer y apoyar sin rechistar a la campeona campanera. Porque ella lo vale, Idoia. Como ha comentado un agorero Antonio Martorell en Última Hora, Vox sólo tiene dos alternativas, apoyar al PP sin rechistar o morir. No le queda otra. «Pero Vox tiene un problema, que solo puede ayudar al PP, no tiene alternativa. No es bisagra de nada, es un partido cautivo condenado a apoyar a sus viejos amigos mayoritarios. De lo contrario, se situará en una posición esquizofrénica que ninguno de sus votantes tolerará y que acabará pagando muy caro en las generales».
Martorell, quien fuera hombre de confianza de Pere Sampol antes de serlo de Maria Antònia Munar, ha señalado el camino a Vox: agachar la cabeza y decir amén. «A Vox solo le queda aceptar la gratitud y generosidad de un PP que si sabe aguantar la presión, se quedará con todo el pastel de manera merecida». De manera merecida, claro, tan merecida como la parte de pastel que se llevaron un Sampol o una Munar con menos diputados de los que ahora ha sacado Vox. Pero ya se sabe, hay partidos respetables como el PSM y UM y otros que sólo tienen votos como Vox. ¿A que no adivinan el partido por el que respira ahora el director de mallorcadiario.com, siempre tan raudo y veloz para ponerse a la sombra del árbol que mejor le cobija?
Lo de Martorell es una prueba más de la naturalidad con la que la prensa balear en su conjunto ha recibido la propuesta de Marga Prohens de gobernar en minoría. Aceptamos pulpo como animal de compañía y tal vez cuela si todos decimos lo mismo y seguimos al unísono las consignas adecuadas. Fiar la estabilidad de toda una legislatura al sentido de la responsabilidad y a la abnegación de otro partido al que se le exige poco menos que comportarse como un cordero al que llevan al matadero de la irrelevancia me parece cuando menos arriesgado. Por no decir insensato.
Una sandez como único argumento político
¿Cómo ha justificado políticamente el Partido Popular de Baleares este gobierno en minoría? Como decir la cruda verdad -que no es otra que la que le ha endilgado el ya alcalde de Palma, Jaime Martínez, al candidato de Vox, Fulgencio Coll, ¿cómo te voy a dar algo si tú me lo das gratis?- tiene mala venta entre los electores, desde la noche electoral Marga Prohens se ha esforzado en reiterar una y otra vez una única idea que legitimaría su salto al vacío. Prohens, erigida en un Juan Jacobo Rousseau redivivo a la hora de interpretar la voluntad general, nos ha dicho que «los baleares han elegido un gobierno del PP en solitario». ¿Cóoooomo?
Ocho años en la oposición deben ser tan duros para una fuerza acostumbrada a tocar poder que una pírrica victoria les hace perder el oremus. De las once citas electorales en lo que llevamos de autonomía, Prohens consiguió el pasado 28 de mayo el cuarto peor resultado (35.82% de los sufragios) de un candidato de AP/PP. Sólo habían logrado peores registros Gabriel Cañellas en las primeras elecciones de nuestra autonomía (1983, 35.79%, 21 escaños de 54) y Company y Bauzá en las catastróficas derrotas de 2015 (29.07%, 20 diputados) y 2019 (22.2%, 16 diputados). La de Prohens no fue una «victoria contundente» como dice.
Victorias contundentes lo fueron las de Cañellas en 1991 (47.82%) y 1995 (45.4%), las de Matas en 1999 (44.77%), 2003 (45.54%) y 2007 (46.99%) o la de Bauzá en 2011 (47.76%). Pese a la contundencia de sus victorias, ninguno de ellos se atrevió nunca a proponernos una mayoría variable para dar estabilidad a un gobierno regional, es más se afanaron como el que más para encontrar a algún aliado cuando no alcanzaron los treinta escaños que se precisaban para la mayoría absoluta. Incluso Matas quiso reforzar su mayoría absoluta lograda en 2003 con tres diputados más de UM para dar todavía más solidez a un pacto de legislatura que contó con 33 diputados. Una sobrereacción seguramente a la habitual falta de aliados del PP. El mismo Matas, en efecto, se quedó a las puertas del Govern en dos ocasiones, incluso con más escaños que los que sacó Prohens el pasado 28 de mayo. Precisamente, por falta de aliados. De ahí mi perplejidad a que Marga Prohens ningunee ahora a unos aliados que quieren pactar con ella. Insólito.
Tampoco es cierta la especie de que el pasado 28 de mayo el PP superara a la izquierda: la superó en un escaño por los efectos de nuestra peculiar ley electoral conformada por la ley d’Hondt, la circunscripción insular y el corte del 5%. Y un puñado de votos en Formentera y Menorca, todo sea dicho de paso. La verdad es que la izquierda le sacó más de 20.000 votos al PP balear, lo que pasa es que esta diferencia en sufragios no se tradujo en escaños por el hundimiento de uno de ellos, Podemos, lastrando así a todo el tripartito de izquierdas. Como dice la propia Marga Prohens, «el dato mata el relato». Los datos, en efecto, indican que su relato político es falso.
Habrá que esperar cómo funciona al nuevo Govern el nuevo experimento parlamentario de la mayoría líquida. El tiempo nos dirá quién tiene razón. Y si es preferible la novedosa liquidez a la tradicional solidez.
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