Esto sí es extrema derecha
Basta una mirada a los dos últimos siglos para percibir que el nacionalismo ha sido una de las ideologías más perniciosas salidas de la mente humana. El rastro de guerras y de enfrentamientos cívicos que ha dejado a su paso es sencillamente estremecedor. Sólo el comunismo y el fascismo italiano y alemán tienen el triste récord de ofrecer un saldo de muertes aún mayor. Y conviene recordar que Hitler, Mussolini, Stalin y Mao también tuvieron un fuerte sesgo nacionalista.
La combinación de una serie de ideas románticas –el culto a las señas de identidad popular, fundamentalmente el idioma y las tradiciones “primordiales»– más otras de origen ilustrado, como por ejemplo el concepto de soberanía nacional, derivó en el plano práctico hacia que cada comunidad con unos supuestos rasgos diferenciados debía constituirse en nación independiente para, acto seguido, tener su propio Estado. El sesgo claramente conservador y cerril, autoritario incluso, de esta ideología, alejó a cualquier espíritu humanitario o de corte internacionalista, se ve reforzado cuando los más fanáticos introducen conceptos etnicistas o raciales para, en base a ellos, otorgar el derecho de ciudadanía.
La ventaja que tiene escribir desde el año 2019 es que tenemos todo el siglo XIX y XX a nuestras espaldas. No es necesario advertir sobre las peligrosas consecuencias de esta forma de pensar. Basta mirar al pasado. Lo sorprendente es que hoy en día, en España, individuos como el señor Torra y secuaces suyos, como el señor Bozzo, pueda ribetearse de cierta aura progresista, cuando representan estrictamente lo contrario; son reaccionarios del más bajo pelaje, y están decididos y dispuestos a organizar en Cataluña una ulsterización en base a comunidades lingüísticas –afortunadamente, el mestizaje mediterráneo hace imposible fantasías aún peores de corte racial–, cuando la mejor Historia de Cataluña representa lo contrario, es decir; cosmopolitismo, apertura comercial, curiosidad intelectual, iniciativa individual en todos los órdenes y sanas dosis de sentido común. Pero no, los actuales dirigentes del independentismo catalán quieren volver a la tribu. Y partidos que se dicen “socialistas” están dispuestos a aliarse con ellos. Nadie ha dicho aún que el fuerte del presidente Sánchez sea la lógica.
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