Opinión

El espejismo de los precios

La inflación en mayo se sitúa en el 1,9% interanual, según los datos del indicador adelantado, desaceleración interanual provocada por el efecto base, pues en intermensual no bajan, se quedan planos tanto el IPC general como la subyacente. Esta última, se sitúa en el 2,1% interanual, que cruza a la inflación general, de manera que al ser la inflación más estructural, al eliminar de ella los componentes más volátiles, muestra que todavía hay cierta resistencia a la baja en los precios.

Lo grave es que estos ritmos de crecimiento de inflación se producen sobre niveles de precios muy elevados alcanzados en los meses anteriores, con lo que sigue mermando el poder adquisitivo de los agentes económicos. La acumulación del deterioro de dicho poder adquisitivo es intenso y los agentes económicos han ido gastando sus ahorros y ajustando su cesta de la compra. Es cierto que la rebaja de tipos puede dejarles algo de renta disponible si tienen financiación a tipo variable y se la revisan, pero esa mayor laxitud en tipos puede traducirse en un repunte mayor de la inflación, que es preocupante.

Todo ello, hace que desde que gobierna Sánchez la inflación haya subido un 21,56%, mientras que la subyacente, durante su mandato, lo haya hecho un 19,44%.

Además, la preocupante evolución del crecimiento económico, basado en el gasto público (que ha expulsado a la inversión), ha tensado los precios al alza durante mucho tiempo, con riesgo de rebrote inflacionista, que sería más intenso si sufrimos una guerra comercial intensa de contestación a los aranceles de Estados Unidos. Por eso, lo económicamente racional es no contestar, como ha hecho Australia, porque en el caso de que la UE respondiese a Trump con más aranceles, ¿qué lograría? Sólo hacer perder poder adquisitivo a sus ciudadanos, que son los que tendrían que pagar el mayor coste de los productos importados.

Adicionalmente, las empresas que tuviesen que importar bienes para su producción, verían incrementado su coste, que tendrían que repercutir en el precio de sus productos, de manera que se produciría una presión al alza sobre el precio de dichos productos o un menor margen que podría hacer que las empresas no pudiesen continuar con su actividad. En cualquier caso, sería un situación de mayor deterioro económico, que repercutiría negativamente sobre el mercado laboral.

La inflación no está dominada, pese a que interanualmente se haya desacelerado, y los riesgos de un rebrote existen, especialmente ante dicha guerra comercial en el horizonte, porque aunque lo racional es no responder a Estados Unidos, tal y como he explicado antes, la UE seguramente responda, con lo que la presión inflacionista por ese flanco estará presente. Por todo ello, el BCE debe ser muy cuidadoso y pensar mucho si debe proseguir con su política de bajada de tipos, porque puede acelerar el rebrote de inflación. La Cautela y prudencia han de primar, pero no parece que en ningún estamento se opte por ello.