Escaqueo máximo vital
`La escena de algunos confundiendo el simulador del Ingreso Mínimo Vital con una máquina tragaperras no tiene desperdicio. Yo también quiero mi IMV. ¿Le importaría a usted despedirme?´
Y es que además de vital es real como la vida misma. Vital: tan importante y necesario que resulta imprescindible. Al igual que el escaqueo. Quién no se ha escaqueado alguna vez. Decirle al jefe que uno no ha terminado aún la tarea para que no le encasquete ningún `muerto´ de última hora o simplemente parar media hora antes la jornada laboral por la sencilla razón de que `yo me lo merezco´ son algunas cosas por las que todo ser humano ha pasado. Y es que el escaqueo siempre es máximo. Además, es atrayente, seductor o es ¿absorbente? Simplemente, es vital. Como el ingreso mínimo. En este país a las cosas no siempre se les llaman por su nombre. El Escaqueo Máximo se recompensa con el Ingreso Mínimo Vital (IMV). Así es. La escena de algunos confundiendo el simulador del IMV con una máquina tragaperras no tiene desperdicio. Yo también quiero mi IMV. ¿Le importaría a usted despedirme?
El gobierno ha aprobado el IMV con una nada despreciable partida de 3 MM de euros. Más de 850.000 hogares recibirán esta ayuda, lo que supone nuevos ingresos para 2,3 M de personas de las cuales el 30% serán menores. El impacto en la reducción del índice de pobreza se cifra en el 80%. Pese a estos titulares, la polémica está servida. Esta propuesta que ya venía incluida en el actual programa económico del partido que gobierna la nación ha terminado de ver la luz en el peor de los momentos. Y ningún momento es bueno para un país que mantiene un calamitoso déficit estructural, una escasa e inabordable diversificación industrial y una disparatada tasa de desempleo. La medida no resuelve ninguno de los tres problemas. Y, todo lo anterior, acompañado de un alto grado de riesgo sistémico que provoca que, en tiempos de dificultad, nuestra caída sea desoladora y la recuperación se vislumbre lenta y dura.
En el primer día de clase se estudia que los recursos disponibles son siempre escasos. Existe limitación, por lo que asignar y descartar es clave para construir y moldear los cimientos de nuestra economía. Pero aquí lo único que moldeamos son las listas del paro y el nivel de deuda, porque instrumentar medidas que generen riqueza, valor añadido y crecimiento sostenible parece que no son la prioridad.
Esta ayuda económica para hacer frente a los efectos del Covid-19 es tan necesaria como justa. Paliar el drama al cual se enfrentan muchas familias, nadie lo discute. Además, ayuda a reactivar la demanda. Pero su uso y aplicación no debe ir más allá de eso, una medida coyuntural. En las condiciones en las que se encuentra nuestro país, esta medida no debería tornar en estructural, ya que a la larga serán recursos improductivos e ineficientes. Una medida que, por otro lado, debe ir intrínsecamente unida a una fuerte labor de vigilancia y control. Con fiscalización, el IMV podría durar menos de lo esperado. Luz al final del túnel.
Reducir la pobreza a golpe de talonario es pan para hoy y hambre para mañana ya que debe ser el propio mercado quien corrija dicha desigualdad. Incentivos fiscales como bajada de impuestos, una apuesta decidida por diversificar nuestro tejido productivo o facilitar el acceso empresarial a los jóvenes emprendedores son algunas medidas que bien podrían absorber los recursos escasos destinados al mecanismo estructural del IMV. El mercado debe tener los tanques de gasolina llenos. En lugar de eso, más impuestos transformados en gasto público para reducir el gap de pobreza que están creando mis propias políticas económicas. Un paso atrás.
Los economistas hemos compartido webinar con la superministra de economía. Algunos de sus comentarios sesgan la realidad. Su defensa del IMV y de la continuidad en la progresividad fiscal como elementos que consiguen reducir nuestras diferencias con Europa descafeína su discurso. Que la fundamentación técnica de la crujida de impuestos que se avecina, del ataque al ahorro, así como de este instrumento del IMV, sea simplemente aproximarnos a Europa queda vago y falto de contenido. Lo cierto es que esperábamos más de sus razonamientos técnicos, desde luego le sobran. Quizás en esos momentos estaba pensando en el Eurogrupo. Disculpada.
España no debe introducir con carácter estructural el IMV ni aumentar la presión fiscal simplemente por reducir la brecha frente a otras economías europeas ya que nada tenemos que ver con ellas. Nuestra falta de diversificación industrial, el menor poder adquisitivo o el elevado nivel de desempleo sugieren que nos quedan aún muchos recursos por destinar a nuestro tejido productivo para la construcción de más y mejores oportunidades laborales.
Por último, la presencia de una importante economía sumergida en nuestro país aconseja no crear medidas para alimentarla. No es el mejor momento para complicar las cosas. A pesar de ello, esperemos que el IMV sirva para ayudar a aquellas familias necesitadas y que no se convierta en un mecanismo que genere incentivos para abandonar la economía de mercado. Huir de los regímenes de cotización para instalarse `en el trampeo y en la caradura´ dinamita las reglas del juego. Absténganse, por favor. El IMV no es una máquina tragaperras.
José Ramón Sánchez es profesor de Finanzas de la Universidad de Málaga.
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