Cataluña sin ley
La CUP y Arran. Arran y la CUP. Dos caras de la misma radicalidad que están convirtiendo Cataluña en un territorio sin ley a riesgo de acabar con la gallina de los huevos de oro: el turismo. La violencia extrema de los independentistas radicales ha llegado incluso a la prensa extranjera. Algunos medios británicos hablan ya de «ataque al turismo por parte de los anarquistas». Pésimo para nuestra imagen en el extranjero ahora que la economía española es un cohete a propulsión sin horizonte que lo dentenga. No obstante, y mientras alguien no tome cartas en el asunto, estos energúmenos seguirán campando a sus anchas, ya sea asaltando un autobús turístico en Barcelona, destrozando las bicis de alquiler de la ciudad, hostigando a los efectivos de la Guardia Civil o extendiendo su sinrazón a Baleares, donde prosélitos de las mismas siglas y calaña han irrumpido como acémilas en el puerto de Palma de Mallorca, bengalas en mano, para intimidar a visitantes y oriundos. Más que la Cataluña del futuro, parecen proponer un viaje en el tiempo a la Semana Trágica de hace un siglo, cuando los anarquistas llevaron el caos y la muerte a la capital catalana.
Si mala es la independencia por ser una pretensión fuera de la legalidad que ignora el Estado de Derecho, la independencia acompañada de actos violentos puede ser catastrófica. Grupos como estos encienden una peligrosa mecha con violencia de baja intensidad que puede acabar con resultado de muerte coronando una alta intensidad de tintes homicidas. Los representantes públicos deben actuar con celeridad para acabar con esta kale borroka de nuevo cuño que tanto la CUP como sus cachorros de Arran tratan de imponer en Cataluña. Al igual que sucediera en el País Vasco desde la década de los 70 con los abertzales, parece como si estos violentos quisieran imponer en las calles un contexto de absoluto terror. Una provocación al Estado que debe tener una respuesta mesurada pero incesante para cumplir un doble objetivo: acabar con esta intolerable situación al tiempo que evitan dar pábulo al victimismo crónico de los secesionistas.
Desgraciadamente, el PSOE sigue dando una de cal y dos de arena en lo referido al desafío secesionista. Si el pasado lunes la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, aseguraba con responsabilidad que los socialistas estarían junto al Ejecutivo «frente al independentismo catalán», este miércoles Jaume Collboni ha señalado que los ataques de Arran son «brotes puntuales». Una postura que roza la connivencia y entronca con el comportamiento del Gobierno balear que, tras los graves altercados acaecidos en Palma, ha sido incapaz de condenarlo de manera expeditiva. El vandalismo de la CUP y Arran tiene que acabar. Para ello la acción del Ejecutivo se antoja imprescindible. Ni los gobiernos regionales de Cataluña y Baleares, ni los consistorios de Barcelona y Palma , están por la labor de poner punto a final a unos violentos que quieren el procés aunque sea por las malas.
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