Asustaviejos
Han tocado a rebato en la izquierda cainita, que cuchillo en mano, se abre paso para medrar en escaño y delante de un teclado arbitra el juego parlamentario expidiendo carnets de decencia democrática. Hacen bien los que ven peligrar su cuota de inscripción al sanchismo protestar y patalear por un cambio que se intuye inevitable. Si bien la política de amedrentar a la población queda lejos en el tiempo, no tanto lo hace en su memoria y menos en sus sinuosas intenciones. Eso de asustar viejos, como se dice con naturalidad por las calles de esa España que la izquierda no pisa pero sí pisotea, ya está demodé, pero vuelven a sacar al dóberman a pasear para que comprobemos que aún hay ciudadanos temerosos de pensar por sí mismos.
La propaganda que Rubalcaba usaba en cada mitin en el ocaso felipista para que Aznar no consumara su previsible victoria ha sido rescatada del baúl de ideas socialistas en tiempos de urgencia, para atizar el miedo a la derecha gritando fascismo a cada tuit tontorrón y animando a las huestes más radicales de la izquierda -permítanme la redundancia- a que hagan suyo el temor infundado para crear una realidad paralela de desasosiego y apocalipsis nacional.
Ni el fascismo viene de camino, ni Vox es fascista, ni veremos camisas pardas desfilando por las calles de España, ni se eliminarán derechos constitucionales. Sólo en la mente calenturienta y perversa del iletrado o rencoroso puede atisbarse un escenario como el que pretende crear la izquierda resentida, que concibe la democracia sólo cuando la urna le guiña y no cuando le tuerce el gesto. Y ya sabemos a qué acostumbra la izquierda cuando no tiene el poder y lo ansía a toda costa.
¿Qué dirán en PRISA, La Sexta y en los diarios subvencionados del sanchismo cuando los violadores ya no salgan impunemente a la calle, los okupas dejen de cometer delitos contra la propiedad ajena, la presunción de inocencia regrese a ser un pilar jurídico del estado de Derecho y los libros de textos no contengan el odio a España? El retorno al sentido común molesta a aquellos que no entienden que imponer una agenda ideológica revestida de progreso para crear derechos que no existen a costa de mantener cuotas cautivas de poder tiene como respuesta la reacción social a tanto dislate jurídico, político e histórico cometido.
Mientras el PP facilita ayuntamientos socialistas, sacando a Bildu y nacionalistas de la gobernabilidad en el País Vasco y Cataluña, audaz estrategia que no reportará agradecimiento de la contraparte ni tampoco el plácet mediático de quién hace de la trinchera cainita su mejor negocio, los escribas del zurderío más casposo pelean por ver quién escribe fascismo más veces en sus columnas, ese que ocultaban cuando Sánchez pactaba con la podredumbre nacionalista y golpista.
Ni en Castilla León, ni en Andalucía, ni en Madrid se ha involucionado, ni hemos retrocedido a décadas pasadas, un mérito solo atribuible a cuando gobierna esa izquierda obsesionada con revivir hechos suturados en nuestra memoria y que necesita cultivar de vez en cuando para seguir parasitando gobiernos e instituciones. Porque recordemos que, para el autoproclamado progresista, el ciudadano vota mal y reaccionario cuando no le da el gobierno a la izquierda. La democracia, o es progresista, o no será. Esta alergia a la libertad la trasladan amanuenses del régimen cada día en prensa, radio y televisión, provocando un delirio infundado de regreso a un escenario que no existe, salvo en los deseos húmedos y oníricos del sanchismo.
Fascismo, queridas hordas soviéticas y bolivarianas, es agredir y apedrear al oponente cuando no piensa como tú, es anunciar que tomarás por la fuerza el Congreso si no consigues en las urnas lo que deseas, es mandar a tus huestes radicales y encapuchadas a reventar actos de partidos contrarios, es acosar al que piensa diferente e imponer una lengua a más de la mitad de la población, es dar golpes de Estado, colonizar empresas e instituciones públicas, es mentir con dinero público, es destruir la separación de poderes, cerrar el Parlamento y gobernar a base de decretos inconstitucionales, es modificar leyes a tu antojo y crear otras que benefician solo a un interés personal, es rendirse ante dictadores de otros países, es destrozar mobiliario urbano mientras quemas las calles de odio e intolerancia. Todo esto es fascismo. Y lo ha protagonizado el Gobierno de Sánchez y asociados, las bases de esos partidos y los líderes de los mismos. Es decir, la izquierda, socialista, comunista o separatista. La izquierda. No hay nada más perverso que ir de asustaviejos cuando el coco eres tú.
Lo último en Opinión
Últimas noticias
-
Philharmonie Frankfurt y Vadim Tsibulevsky, espectacular noche de cuerdas
-
Sigue el calvario de Ansu Fati en el Barça: acude a entrenar y se marcha antes de empezar con fiebre
-
Jornada 26 de la Liga: resumen de los partidos
-
A qué hora juega el Atlético de Madrid – Athletic de Bilbao hoy: horario y dónde ver en directo y por TV
-
El BOE confirma los 3 festivos de marzo: habrá puente y sólo en estas comunidades