Opinión

Ahora Sánchez se hace antigolpista por electoralismo

Pedro Sánchez ni está ni se le espera. La benevolencia del presidente para con los golpistas catalanes está siendo demasiado larga y costosa para todos los españoles que sí respetan las normas constitucionales. Quim Torra, que no es más que un títere en manos de Puigdemont y sus secuaces, ha decidido que es hora de usar la violencia para alcanzar la quimera independentista. Y, para ello, este irresponsable e inconsciente dirigente, usa con fines dementes y partidistas al cuerpo de Mossos d’Esquadra como si de una policía política se tratara y permite la ferocidad de los Comités de Defensa de la República (CDR).

No es responsable, ni de recibo, que Sánchez, guardián de un país democrático, deje a los golpistas catalanes poner en jaque la seguridad de todos los españoles. Es hora de dejar de lado el romántico intercambio epistolar entre los ministros socialistas y la Generalitat lanzando advertencias vacuas y pasar a la acción. Sánchez tiene la obligación de velar por la seguridad nacional y frenar la locura independentista que, de seguir así, traerá graves e irreversibles consecuencias para la convivencia. Tiene que dejar de sonreír a los enemigos del orden e ir más allá del Artículo 155 porque el actual escenario de vandalismo requiere de menos talante socialista. Sánchez tiene que activar urgentemente la Ley de Seguridad Nacional –aprobada por Mariano Rajoy en 2015 sin el apoyo de los nacionalistas– a través de un Real Decreto que contemple los estados de alarma, excepción y sitio; tomar el control de los Mossos y el funcionamiento total de la administración catalana. Para eso tiene a la Policía y a la Guardia Civil.

En definitiva, gracias a la legislación, el presidente tiene la oportunidad de dar un golpe en la mesa para acabar con la enajenación de Torra y poner el orden constitucionalista donde debe estar. Sin embargo, y aquí viene la decepción de todo demócrata, la determinación legislativa de Sánchez no será por convicción, sino por mero interés electoralista. No olvidemos que los votos de ERC y PDeCat, que llevaron a Sánchez en La Moncloa, han sido los mismos que han sacado a Susana Díaz de la Presidencia de Andalucía. Los independentistas no perdonan su diezmo, pero las urnas tampoco.