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En una cueva: el original restaurante donde vas a comer el mejor chuletón de España

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

La Bodega El Capricho, situada en el pintoresco pueblo de Jiménez de Jamuz, León, se ha consolidado como un referente internacional en el mundo de la carne de buey. Este restaurante, conocido por su compromiso con la calidad, ocupa el segundo lugar en la lista «World’s 101 Best Steak Restaurants», siendo el primero tanto en España como en Europa. El restaurante se encuentra en una cueva subterránea, un espacio que ha estado presente desde principios del siglo XX, construido por Segundo Gordón, abuelo del actual propietario, José Gordón. Originalmente, esta cueva servía como bodega para la elaboración de vino, lo que establece una profunda conexión con sus raíces gastronómicas.

La atmósfera íntima y acogedora que proporciona este entorno, combinada con la historia familiar, convierte cada visita en una experiencia memorable. Con más de 40 años dedicados a la crianza de bueyes, El Capricho se distingue por su enfoque en el cuidado de cada animal, garantizando una alimentación de alta calidad y un trato respetuoso. Este compromiso se traduce en un sabor excepcional en su carne, posicionándolo como un destino gastronómico imprescindible.

Bodega El Capricho en Jiménez de Jamuz

Este restaurante está especializado en cortes de carne excepcionales, cada uno preparado con esmero y pasión. El roastbeef de picaña se asa lentamente, acompañado de encurtidos que realzan su sabor, mientras que el clásico steak tartar de cadera, servido con pan brioche hecho en casa, es un must para los amantes de la carne.

El carpaccio de entrecot, madurado durante 180 días, es una delicia que destaca por su textura y sabor intensos. También se puede disfrutar de un tiradito de lomo bajo, elaborado con atún de pesca artesanal y su jugo vegetal, lo que aporta un toque fresco y ligero al plato. La cecina Gran Reserva, que ha pasado por un proceso de larga curación, ofrece un perfil de sabor único, al igual que la lengua curada y aliñada, que sorprende con su delicadeza.

Este restaurante también presenta una variedad de nuevos cortes, todos con diferentes tiempos de curación, permitiendo a los comensales explorar una gama de aromas y matices. Para los que buscan algo más ligero, la ensalada de hojas verdes con burrata y crujiente de cecina es una opción refrescante. Las croquetas, así como las mollejas guisadas siguiendo una receta antigua, brindan un toque nostálgico a la experiencia gastronómica.

No se puede olvidar mencionar la morcilla artesanal, elaborada en la montaña de León, que se sirve con pan de semillas, y las alubias de La Bañeza, que ofrecen un sabor auténtico y reconfortante. Los raviolis caseros, rellenos de pastrami y acompañados de una salsa rosa mediterránea, son otro ejemplo de la creatividad de la cocina.

El pie de buey, con cecina de jarrete guisada, es una opción sustanciosa, mientras que la oda a la lengua, ahumada y servida con salsa al oporto, deleita a los paladares más exigentes. El bacalao, representando el «pescado de la Meseta», se presenta con un enfoque novedoso, y el tuétano a la brasa, pintado con mantequilla de pimienta negra y jalapeños, ofrece una experiencia sabrosa y ahumada.

Los callos guisados al estilo tradicional, las carrilleras confitadas en manteca de buey con puré de zanahoria y tomillo limonero, así como el rabo guisado muy lentamente con polenta frita, son ejemplos de la cocina reconfortante que define el menú. Los escalopines con cecina en salsa de vino blanco y las verduras de temporada, junto al solomillo de buey con cremoso de patatas, son opciones que resaltan la riqueza del buey.

Las chuletas de buey, ya sea la Selección José Gordón, la premium o la de vaca, son el epítome de la calidad y el sabor, perfectas para compartir. Acompañar estos platos con opciones como patatas fritas, yuka con salsa arrabiata, boniato teriyaki o pimientos rojos asados al carbón, eleva aún más la experiencia.

Para culminar esta experiencia gastronómica, los postres ofrecen una variedad deliciosa. Desde el cremoso de chocolate negro con escama de sal y aji panca, hasta el sorbete de manzana verde acompañado de yogurt de Coladilla y avellanas garrapiñadas, cada opción es un deleite. El helado de leche de oveja con nueces y miel, la tarta de tres quesos al horno con higos y coulís de frutos rojos, y la torta de pasta quebrada de manteca de buey con helado de galleta y espuma de chocolate blanco son sólo algunas de las propuestas que harán las delicias de los comensales.

Otras opciones incluyen la leche frita y el flan, ambos clásicos que no pueden faltar, así como una selección de quesos artesanos acompañados de dulces caseros, ideal para los amantes de los sabores auténticos. Por último, el bizcocho de tres leches, napado con crema de queso y frutas, es el cierre perfecto para una experiencia culinaria inolvidable.