Un año de pandemia

La inacción de Sánchez en la explosión del Covid: de 806 casos al día a 2.199 en la semana del 8M

indulto
Pedro Sánchez.
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Que Pedro Sánchez reaccionó tarde y mal a la pandemia del Covid es conocido por todos. Aunque día a día se van conociendo nuevos datos que confirman la inacción del Ejecutivo. Los registros del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) revelan, por ejemplo, que en los días anteriores a las manifestaciones ideológicas del 8M del año pasado la pandemia avanzaba ya sin control. Los casos diarios de Covid se triplicaron en la semana previa al 8M.

La pandemia del coronavirus tuvo su explosión en febrero, cuando el Gobierno español desoía aún las advertencias de expertos y organismos internacionales y evitaba aplicar medidas drásticas. El Ejecutivo autorizó y alentó incluso las marchas ideológicas del 8 de marzo, mientras el virus se propagaba por todo el territorio.

De acuerdo con los registros del ISCIII, el 2 de marzo los casos diarios eran 806. El 8 de marzo ya se contabilizaban 2.199. Y el 14 de marzo, cuando Sánchez impuso el estado de alarma que obligó al confinamiento de toda la población, ascendían a 7.489.

En aquellos días de principios de marzo, el Gobierno se empeñaba en negar la gravedad de la pandemia. El 7 de marzo, el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias Fernando Simón afirmaba no recomendar «a nadie nada» relacionado con las manifestaciones convocadas en España por el Día Internacional de la Mujer y aseguraba incluso: «Si mi hijo me pregunta si puede ir le diré que haga lo que quiera».

Avisos desoídos

Semanas después, Simón admitía el error al calibrar la explosión del virus. «Nos dimos cuenta cuando todo había explotado», reconocía en junio.

De hecho, el Gobierno ignoró todos los avisos de los organismos internacionales que advertían, por ejemplo, del riesgo de celebrar eventos multitudinarios para la propagación del coronavirus. La Unión Europea, a través del Centro para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC), avisó el 2 de marzo de la urgencia de prestar atención a una epidemia que podría tener «resultados fatales». 

En su informe, el centro aconsejaba cancelar los eventos multitudinarios, como las manifestaciones del 8-M o los «transportes abarrotados». Pero recogía además apreciaciones demoledoras. «El virus se propaga rápidamente y puede tener un enorme impacto en la salud pública con resultados fatales en grupos de riesgo», además, advertían los expertos europeos, de una «perturbación» social y económica.

Antes, el 30 de enero, la OMS también había avisado de que la propagación se podía frenar si se adoptaban medidas. En una reunión del Comité de Emergencias, este organismo concluyó que «todavía es posible interrumpir la propagación del virus si los países aplican medidas sólidas para detectar pronto la enfermedad, aislar y tratar los casos, hacer seguimiento de los contactos y promover medidas de distanciamiento físico». 

Sin embargo, el Gobierno, a principios de marzo, aún pensaba que la cancelación de eventos no debía ser «una medida generalizada».

Seguridad Nacional, departamento adscrito a la Presidencia del Gobierno, avisó en sucesivos informes de que otros países empezaban a tomar medidas drásticas frente al coronavirus, como reveló OKDIARIO. 

Por ejemplo, el 25 de febrero, el departamento, que mantiene informado al presidente del Gobierno de los riesgos para el país, recogía que las autoridades de Salud Pública de Italia habían puesto en marcha «medidas de contención» en determinadas áreas y municipios. Entre esas medidas figuraban las «restricciones de actividades públicas», culturales, recreativas, deportivas, religiosas y escolares.

Y el 1 de marzo, una semana antes de las manifestaciones feministas, Seguridad Nacional señalaba en su reporte diario: «Ante el aumento de número de casos, el Ministerio de Sanidad de Francia comunicó la prohibición de eventos que congrega a más de 5.000 personas en recintos cerrados y la cancelación de la media maratón de París, que iba a tener lugar hoy. Esto se suma a la cancelación del Salón del Automóvil de Ginebra, cuya celebración estaba prevista la próxima semana. Además, las autoridades alemanas decidieron la cancelación de la Feria de Turismo de Berlín por la creciente expansión del virus».

El 6 de marzo, Seguridad Nacional volvía a recoger en su informe diario que «en varios países de Europa las autoridades pertinentes han decretado la suspensión o aplazamiento de actividades y eventos que congreguen un número significativo de personas». La UE había elevado su alerta, y existía ya un riesgo para la población de «moderado a alto», según hacía saber el departamento anexo a Presidencia. Para la OMS seguía siendo «muy alto». Sanidad, por su parte, mantenía el escenario de contención, pese a que, como se recogía también en el documento, «España es el cuarto país de la UE con más casos».

El Ejecutivo no empezó a reaccionar ante el coronavirus hasta la semana del 9 de marzo, justo después de las manifestaciones ideológicas.

Sólo dos días después de esas marchas, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunció la prohibición de eventos de más de 1.000 personas. Se justificó en el escenario cambiante, aunque después se supo que el Gobierno conocía ya el domingo por la mañana, antes de la marcha del 8-M, que los contagios se habían disparado en Madrid. El 14 de marzo, cuando se aprobó el estado de alarma, España sumaba ya 5.753 casos y 136 fallecidos. Lo que sigue ya es, dramáticamente, conocido por todos. 

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