Iglesias mostraba su VPO en el programa de Ana Rosa y ahora le molesta que veamos su mansión
«Con nosotros y nosotras se han atravesado todos los límites. Han visto ustedes detalles de nuestra intimidad que no han visto de ningún otro político». Pablo Iglesias e Irene Montero han denunciado este sábado en rueda de prensa que sienten vulnerada su intimidad, porque se han publicado «decenas de fotos» de la mansión de más de 600.000 euros que se han comprado en Galapagar.
Pero ha sido el propio Pablo Iglesias quien, para lanzar su carrera política, puso en marcha el espectáculo de convertir su vida privada en un plató de televisión. Tras ser elegido eurodiputado en las elecciones europeas de 2014, Iglesias abrió al programa de Ana Rosa Quintana las puertas de la VPO de su madre, donde vivía, y ofreció una entrevista desayunando un colacao en la cocina, de aspecto bastante roñoso.
A continuación, el líder de Podemos aparecía haciendo footing en un parque próximo a su casa, junto a la periodista. Fue entonces cuando explicó que le gustaría seguir viviendo en Vallecas cuando sea presidente del Gobierno, porque no quiere ser como los políticos que se «aíslan de la gente» encerrándose en un chalé. Todo pura coherencia.
En aquel momento, a Pablo Iglesias sí le convenía abrir las puertas de su intimidad a la televisión, porque le servía para construir su personaje como líder político: el del joven profesor universitario sobradamente preparado, el insolente enfant terrible que decía «verdades como puños» en las tertulias, al tiempo que se mantenía fiel a sus principios. Aferrado al barrio de Vallecas, viviendo alejado de los lujos en la VPO de su madre, que ocupaba ilegalmente.
Cuando Tania se vestía de «caperucita» para Pablo
Mientras le ha sido útil para sus fines políticos, Pablo Iglesias ha convertido su intimidad en un escaparate. Anunció su ruptura con Tania Sánchez a través de Facebook, con un mensaje conjunto en el que ambos proclamaban: «Ya no somos pareja, nos queremos mucho, nos admiramos, nos respetamos, somos compañeros y compartimos las mismas aspiraciones de cambio político, por las que seguiremos trabajando. Simplemente, ya no somos pareja».
Antes, Pablo y Tania se habían cortejado en las redes sociales. Eran los tiempos en los que el presentador de La Tuerka pedía a la diputada de IU que se disfrazara de «caperucita roja» para acompañarle a un concierto de Los Chikos del Maíz.
A través de las redes sociales, Podemos se ha convertido en un reality show, una casa del Gran Hermano en la que los espectadores asisten a la interminable purga de sus dirigentes: el linchamiento de Íñigo Errejón (#IñigoAsíNo), la condena de Carolina Bescansa al ostracismo, el portazo de Luis Alegre, el destierro de Tania Sánchez al gallinero del Congreso de los Diputados, sus salidas de tono de ex novia despechada, y el irresistible ascenso de la nueva pareja del líder y «macho alfa», Irene Montero.
Ahora, Pablo Iglesias e Irene Montero utilizan el mismo procedimiento, un mensaje público en Facebook, para anunciar que esperan mellizos y para dar detalles sobre la hipoteca de 530.000 euros que han suscrito para comprar la mansión de Galapagar. Después de que la noticia del embarazo haya saltado a la portada del ¡Hola!, los dos líderes de Podemos se sorprenden de que los paparazzi les esperen en cada esquina.
Tras abrir al programa de Ana Rosa las puertas de su modesta VPO, a Pablo Iglesias le molesta ahora que se difundan las fotos de su mansión de Galapagar, que estaba a la venta en el portal de Idealista.com por un precio de 660.000 euros.
Porque esas imágenes quiebran su discurso, ya no le permiten presentarse como el líder de los indignados, el espejo en el que se ve reflejada «la gente». «No pensaba que se iba a generar un debate de estas dimensiones», ha afirmado Pablo Iglesias sobre la compra de su chalé con estanque y casa de invitados, en la que probablemente Errejón nunca podrá poner un pie.
Pablo Iglesias ya es «la casta»
Y ante la irritación de las bases de Podemos, indignadas por su «traición» y su repentina conversión en «casta» privilegiada, Pablo Iglesias responde convocando un plebiscito entre las bases del partido (convierte así la compra de su mansión en cuestión de Estado) y arremete contra OKDIARIO, el medio que publicó la exclusiva.
Se rompió el hechizo. Todo era impostura. Iglesias ya no puede presentarse como el representante de «la gente», tras comprarse un casoplón de más de 600.000 euros, por el que pagará más de 1.600 euros al mes de hipoteca durante los próximos 30 años. Algo que está al alcance de muy pocas familias.
El «hijo de obreros», que el año pasado ganó 89.000 euros según su última declaración de bienes, confía terminar de pagar la mansión con la herencia de sus padres, propietarios de seis inmuebles que suman un valor de más de un millón de euros.
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