Laya ordenó a su gabinete tener preparado un salvoconducto para que el polisario eludiese los controles
Ceuta, en directo: última hora sobre la crisis migratoria con Marruecos | Últimas noticias
La ministra de Exteriores Arancha González Laya ha sido ya señalada por Marruecos como la causante de la crisis diplomática generada por la ayuda al líder del Frente Polisario. Y no anda desencaminado Rabat. Ella fue la máxima impulsora de la decisión de hospitalizar en Logroño a Brahim Ghali. Y ella fue la que preparó el dispositivo para eludir los controles en caso de surgir problemas en el tránsito.
Para ello, la ministra encargó a su gabinete en la sede del ministerio que siguiese con detenimiento los pasos del líder del Frente Polisario. Que preparasen un visado humanitario. Y que tuviesen igualmente un salvoconducto disponible en caso de problemas con la circulación de Ghali desde la base de Zaragoza, a la que llegó su avión, hasta el Hospital San Pedro de Logroño.
El líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, contaba con una discreción que no ha podido tener. Marruecos se enteró de su presencia en España. Y lo hizo pese a los intentos de la ministra de Exteriores por eludir la publicidad y la transparencia.
La llegada del líder del Frente Polisario se produjo el pasado 18 de abril. Ese día, Ghali aterrizó en la base militar de Zaragoza tras volar en un avión medicalizado procedente de Argelia. Su siguiente escala era el Hospital San Pedro de Logroño, pero allí ingresó ya con nombre falso para no ser identificado.
La entrada en España fue planificada con mimo. El pasaporte argelino permitía a Ghali volar sin problema hasta Zaragoza. El permiso presidencial, de Pedro Sánchez, sirvió para que la ministra de Exteriores emitiera órdenes sin problema alguno. Y la llegada a una base militar cerraba el círculo: no entraba por un circuito ordinario con controles y aduanas estándar. Lo hacía a través de la base militar de Zaragoza.
El punto débil era, a partir de ese momento, una posible identificación en Logroño o, como ha ocurrido, el conocimiento por parte de Marruecos.
Y en caso de ocurrir eso, como así ha pasado, el Departamento de González Laya estaba preparado para dos trámites: emitir un visado humanitario y un salvoconducto del propio Ministerio. De ese modo, la justificación quedaba reflejada en un documento y su movimiento garantizado.
Pese a que el plan siempre fue el de ocultar la estancia en España.
Hay que recordar que Ghali tiene que responder ante la Justicia española a causa de dos querellas por presuntos delitos de violación, asesinato, lesiones, detención ilegal, terrorismo, torturas, desapariciones y lesa humanidad.
Es más, el líder del Frente Polisario ha sido denunciado por una refugiada saharaui que le acusa de violación y torturas, tal y como ha mostrado una entrevista realizada por OKDIARIO. La Policía, de hecho, tras el conocimiento de la presencia de Ghali en España ha procedido a entregarle la cédula de citación para declarar ante el juez Pedraz el 1 de junio. Y el líder del Polisario se negó a firmar el documento, precisamente, ante su desconcierto por el filtrado de todos sus datos. Algo normal si se tiene en cuenta que, efectivamente, él contaba con una discreción garantizada oficialmente y que no se ha podido mantener.
De hecho, el Gobierno de Pedro Sánchez, en su confianza en el ocultamiento de la noticia, no dio importancia ni a los informes de Seguridad Nacional que alertaron de la tensión creciente con Marruecos. Moncloa sabía desde el mes de noviembre por indicación de Seguridad Nacional que el conflicto entre Marruecos y el Frente Polisario a causa del Sáhara Occidental había adquirido un cariz delicado y podía afectar directa y negativamente a los intereses de España. Pedro Sánchez ignoró la alerta y decidió acoger al líder del Polisario, Brahim Ghali, afectado por coronavirus e ingresado en un hospital de Logroño.
Y esa ha sido la gota que ha colmado el vaso y ha propiciado la reacción de Marruecos impulsando la avalancha de unos 10.000 inmigrantes que han entrado de forma ilegal en Ceuta.
En concreto, el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) alertó a Moncloa hace meses sobre cómo se estaba enquistando la pugna entre Rabat y el Polisario, interviniendo además Estados Unidos en apoyo de Marruecos, mientras España optaba por el distanciamiento. Para el DSN, el apoyo de la Administración estadounidense al régimen alauí en la disputa del Sáhara Occidental añadía una especial «complejidad» para España en la gestión de este escenario. Una alerta que el Ejecutivo de Sánchez ha ignorado por completo a tenor de los hechos que se han ido sucediendo.
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