El cónsul cesado por mofarse de Susana Díaz: «En España ya no hay sentido del humor»

Susana Díaz
Enrique Sardà Valls. (Imagen: Ministerio de Exteriores)

El ex cónsul de España en Washington Enrique Sardá Valls, destituido por burlarse de Susana Díaz en una red social, ha pedido perdón este miércoles por su broma admitiendo que fue «desafortunada» y «absurda», pero considera que su cese es «desproporcionado» y se ha quejado de que en España ya no hay «libertad de expresión», ni «sentido del humor».

En una entrevista en Espejo Público, Enrique Sardá Valls ha ofrecido su versión de los hechos, empezando por pedir disculpas por su «desafortunada» y reconociendo que había «molestado a muchísima gente».

Eso sí, cree que su comentario en Facebook se ha «sacado de contexto» y asegura que su intención no era molestar, sino «seguir la broma» del grupo al que pertenece en la citada red social, con su propio lenguaje: «Se usa exactamente este lenguaje y esta manera de escribir», alega.

Además, ha recordado que, «como cónsul», ha atendido a los andaluces «con gran placer» y ha confesado que se siente «muy ligado a Andalucía»: «Adoro Andalucía y visito Andalucía muy a menudo», ha destacado.

En todo caso, el diplomático catalán «no entiende el revuelo» y lo que para él ha sido un «linchamiento», y piensa que su «fulminante» cese es una medida «desproporcionada»: «Las decisiones tomadas en caliente nunca son buenas», sostiene.

Sin embargo, acepta la decisión del ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis: «Estoy a las órdenes del ministro y si el ministro decide que me tengo que ir de aquí, acepto la decisión», ha declarado.

Sardá Valls ha tachado de «absurdo» que «una persona» como él, con casi 40 años de servicio al Estado, tenga que dejar su cargo por un «comentario en una publicación absurdamente absurda». En ese sentido, ha reprochado al Ministerio las maneras en las que se lo han comunicado: «Fulminante, mediante una llamada telefónica, sin poder defenderme», ha apuntado.

Y se ha quejado de que en España «ya no existe libertad de expresión»: «Se ha perdido por completo el sentido del humor –se ha lamentado–. España, que era un país alegre y chistoso ya no lo es nada. Nadie se puede permitir el menor desliz de nada».

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