España
Investidura de Pedro Sánchez

El Congreso tumba a Sánchez, que el martes será presidente gracias a ERC y Bildu si no surge otra Oramas

Sánchez cuenta con 167 votos afirmativos frente a 165 en contra de cara a la votación definitiva del martes

  • Agustín de Grado
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

Quinta votación de investidura a la que se presentaba Pedro Sánchez desde 2016 y quinta derrota consecutiva. El candidato socialista necesitaba la mayoría absoluta para ser elegido en primera votación, pero los acuerdos con ERC y Bildu no le han sido suficientes para llegar a los 176 diputados. Sánchez tendrá que esperar al próximo martes para, si no hay un obstáculo inesperado, quedar investido como presidente del Gobierno en plenitud de funciones y poder así formar el que se ha dado en llamar ‘Gobierno Frankenstein’, pero que, en realidad, será un remedo del Frente Popular de la II República.

Entonces sí, la abstención de los 13 diputados que dirige Oriol Junqueras desde la cárcel (donde cumple 13 años de prisión por delitos de sedición y malversación) y los 5 de la formación que lidera Arnaldo Otegi permitirán a Sánchez salir del Congreso como presidente del Gobierno gracias a 167 votos (PSOE, Podemos, PNV, Más País, Compromís, Teruel Existe, Nueva Canarias y BNG). Tendrá a su favor sólo dos votos más de los que cosechará en contra: 165 (PP, Vox, Ciudadanos, Navarra Suma, Partido Regionalista de Cantabria, Foro Asturias y Coalición Canaria).

Apenas dos votos. Un margen que no admite el constipado de una sola de sus señorías. La mayoría más ajustada que ha conocido nunca la investidura de un presidente en la historia de la democracia en España para el candidato que también será presidente con el menor respaldo popular de la historia: 120 escaños y 6.752.983 votos. O lo que es lo mismo: tres diputados y casi 800.000 votos menos que los que había obtenido seis meses antes de la repetición electoral que Sánchez provocó para intentar mejorar su posición.

Hay nervios en las filas socialistas. El gesto de coherencia, dignidad y coraje de la diputada canaria Ana Oramas, votando ‘no’ en conciencia contra la decisión de su propio partido, coloca la investidura en el alambre. Bastaría que uno de los 120 diputados socialistas o, por ejemplo, el diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte, tuviera a última hora el mismo arrebato que Oramas para provocar un empate a 166 entre ‘síes’ y ‘noes’ y tumbar el sueño de Sánchez.

Si el gesto de Oramas no encuentra otro valiente, el líder socialista logrará al fin ser investido tras una elecciones generales. Habrá superado entonces el estigma de ‘presidente okupa’ que le acompaña desde que se convirtió en el primer presidente en acceder a La Moncloa por la vía de una moción de censura.

Gobierno deconstituyente

Sin embargo, paradojas del sanchismo, el líder socialista lo conseguirá con el grueso de aliados que le permitieron desplazar a Rajoy: la ultraizquierda (Podemos), el independentismo (PNV), el golpismo (ERC) y los proetarras (Bildu). Una amalgama de intereses en los que sólo el PSOE participa del pacto constitucional; el resto de los socios de los que depende la gobernabilidad, todos de una u otra forma, impugnan los fundamentos del ordenamiento jurídico y político que los españoles se dotaron en 1978. Algunos analistas lo han definido ya como el Gobierno deconstitucional.

Como Gabriel Rufián (ERC) y Merche Aizpurúa (Bildu) le ha recordado a Sánchez durante el debate, el PSOE no podía formar Gobierno sin su consentimiento y sólo habrá legislatura en la medida que atienda a sus reivindicaciones. «Sin atender las demandas de nuestras naciones no hay, ni habrá, Gobierno de progreso», le ha espetado hoy la portavoz bildutarra al futuro presidente antes de poner fin a un bronco debate que anticipa una legislatura frentista, sin margen de transacción o acuerdo más allá de los bloques.