Goldman Sachs: el banco norteamericano que ¿gobierna el mundo?
Goldman Sachs es el mayor banco de inversión del planeta y ha logrado infiltrarse en la práctica totalidad de las instituciones y organismos financieros que tienen poder para tomar decisiones que cambian el rumbo del mundo. La lista de altos cargos que han estado en nómina de esta entidad norteamericana es interminable e incluye desde el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, hasta el que fue secretario del Tesoro de Estados Unidos cuando estalló la crisis de las hipotecas basura, Henry Paulson, pasando por el ex primer ministro de Italia, Mario Monti.
El grupo fue fundado en 1869 y fue un banco de inversión exclusivamente hasta que estuvo a punto de entrar en bancarrota en septiembre de 2008, cuando recibió la autorización por parte de la Reserva Federal para convertirse en una entidad financiera comercial y salir de la denominada «banca en la sombra» (shadow banking). En aquel entonces el secretario del Tesoro del Gobierno de EEUU (el equivalente a nuestro ministro de Economía) era Henry Paulson, quien llegó al cargo en 2005 tras haber sido presidente de Goldman Sachs.
No es el único secretario del Tesoro norteamericano que ha traspasado la puerta giratoria desde Goldman Sachs a la Administración de EEUU. Robert Rubin, que ocupó el cargo con Bill Clinton como presidente y Sidney Weinberg, que fue el primer espada económica de Franklin D. Roosevelt encargado de implantar el famoso New Deal, son los otros secretarios del Tesoro que provienen de Goldman Sachs.
La entidad financiera se dedica ahora a prácticamente todas las áreas de negocio bancario y entre sus clientes se encuentran gobiernos, otras entidades financieras, empresas e inversores institucionales y particulares.
Al cierre del primer semestre, el beneficio neto rozó los 3.000 millones de euros con unos ingresos de más de 14.000 millones entre enero y junio. Goldman Sachs logró estas ganancias a pesar de haber tenido que afrontar unos gastos legales de casi 1.500 millones de dólares para cerrar un acuerdo con el Gobierno por su implicación en el caso de las hipotecas basura (subprime). El Ejecutivo de EEUU considera que el banco fue uno de los instigadores de esta crisis que ha estado a punto de llevarse por delante al sistema financiero mundial.
Goldman Sachs siempre ha dicho que sus ex altos cargos acaban ocupando puestos de poder en las Administraciones Públicas y en los organismos supervisores porque son empleados brillantes, los más inteligentes y los más comprometidos con su trabajo. Sin embargo, la leyenda negra del banco indica que en realidad ha logrado colocar a personas afines a su causa para beneficiar a la entidad. “El que trabaja en Goldman Sachs nunca deja de ser un hombre de Goldman Sachs”, indica un analista a OKDIARIO.
En Europa, la nómina de ex altos cargos del banco en tareas de gobierno también es amplia. Además de Mario Draghi, que fue vicepresidente de Goldman Sachs Internacional, están los casos de José Manuel Durao Barroso, ex presidente de la Comisión Europea y de Portugal; el citado Mario Monti; el ex gobernador del Banco Central de Grecia, Lucas Papademos (que participó junto a Goldman Sachs en el fraude de las cuentas públicas helenas); el ex vicegobernador del Banco de Portugal, Antonio Borges; o el ex consejero del BCE Otmar Issing, entre otros.
El periodista francés de Le Monde March Roche, autor del libro El banco, Goldman Sachs dirige el mundo, indica que la clave de esta rotación de personal es la elevada competitividad que hay en la organización. Uno de cada diez trabajadores abandona la entidad cada año y los ejecutivos salen del banco con una edad media de 40 años. El libro logró el premio a la mejor publicación económica de Francia en 2011 y en España ha sido editado por Deusto.
Según expone Roche en su obra, el secreto de Goldman Sachs es infiltrar a sus hombres en los puestos financieros de relevancia para tener información privilegiada y realizar operaciones en el mercado que le permitan seguir aumentando su poder. No obstante otros bancos de inversión, como JP Morgan o Morgan Stanley, intentan hacer lo mismo, aunque no son tan buenos como Goldman Sachs, especialmente en el terreno del lobby político.
A pesar de todas estas conexiones, el banco norteamericano no ha podido evitar que la Reserva Federal le pusiera el pasado agosto una multa de 36 millones de dólares por “uso y revelación no autorizada de información confidencial” del banco central de Estados Unidos. Esta sanción se suma a la de 5.000 millones de dólares por su responsabilidad en la citada crisis de las hipotecas basura y a la impuesta por Reino Unido, de 17,5 millones de libras, por vender derivados de alto riesgo de forma irregular.
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