¿Se está desinflando el teletrabajo en España?
A pesar del entusiasmo generado con el teletrabajo durante la pandemia, una vez desaparecidas las restricciones parece que las empresas vuelven a la presencialidad
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El teletrabajo había llegado para quedarse, la pandemia significaba un antes y un después en los sistemas laborales, los jóvenes ya no estaban dispuestos a firmar por una empresa que no les permitiera trabajar desde casa, la presencialidad total era cosa del pasado… En los últimos tres años se han dicho muchas cosas acerca de la supuesta irreversibilidad de los sistemas de trabajo remotos, pero si se atiende a la frialdad de los datos, éstos confirman que el teletrabajo en España no ha dejado de perder fuelle desde el final del confinamiento.
Según indica el Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo, aproximadamente la mitad de los teletrabajadores surgidos a raíz de la crisis sanitaria ha vuelto a trabajar exclusivamente de modo presencial. Si el número de teletrabajadores antes de la pandemia era de 1,64 millones, esta cifra alcanzó un máximo histórico de 3,55 millones en el segundo trimestre de 2020 (el del confinamiento domiciliario). Una reducción progresiva durante siete trimestres consecutivos ha conducido a que en el cuarto trimestre de 2022 se hayan contabilizado 2,56 millones de personas que trabajaron al menos ocasionalmente desde su hogar, un 6,5% menos que hace un año.
La Comunidad de Madrid, con el 15,6% del total de ocupados, encabeza el porcentaje de teletrabajadores de toda España (23,8%), seguida de Cataluña (17,2% de ocupados y 19,3% de teletrabajadores). Pero la madrileña también se encuentra entre las comunidades con los recortes más pronunciados en el número de teletrabajadores (-14,6% interanual), superada por Extremadura (-29,2%) y Baleares (-25,7%). Por el contrario, el estudio refleja que también hay ejemplos de incrementos significativos en la cantidad de personas que trabajan al menos ocasionalmente desde su hogar, como son Cantabria (+32,1%), Navarra (+11,8%) y, en menor medida, País Vasco (+8,4%) y la Región de Murcia (+6,9%).
Una cultura poco propicia al teletrabajo
“Los datos confirman que muchos empresarios nunca terminaron de creer en el teletrabajo, que lo vieron como un parche temporal mientras duraba la excepcionalidad de la pandemia”, señala Eva Rimbau, profesora de la UOC.
¿Y qué ocurre mientras en Europa? Una comparativa con los datos de otros países vecinos sugiere que el teletrabajo empezó a descender en España ya en 2021. Entre los 20 mayores países de la UE, España ocupaba en 2019 el puesto 14 en cuanto a la penetración del teletrabajo; ahora ha descendido hasta el puesto 16. Dicho de otro modo, si en 2019 el porcentaje de teletrabajadores en España era 6,2 puntos porcentuales más bajo que la media de la UE-27 (8,3% y 14,5%, respectivamente), hoy la brecha se ha ampliado a 7,9 puntos porcentuales (12,7% y 20,6%, respectivamente). Diferencia que también se debe al hecho de que en 11 de los 20 países analizados (entre ellos Alemania, Bélgica, Francia, Holanda, Grecia y Portugal) el teletrabajo se mantiene por encima de los niveles de 2020.
Para Eva Rimbau, factores culturales son los principales causantes de que el suflé del teletrabajo no deje de desinflarse en España. “Si establecemos una correlación entre el grado de penetración del teletrabajo de los países europeos con algunas características de sus culturas, llegamos a conclusiones muy significativas. Por ejemplo, se teletrabaja más en aquellos países en los que las relaciones laborales son menos jerárquicas, hay más individualismo y existe una mayor tolerancia a la incertidumbre…. Justo lo contrario de lo que sucede en España”.
Miedo a perder el control
Mayores dificultades para colaborar, recibir ayuda o prestarla, aislamiento, pérdida de habilidades sociales o de esa agilidad y frescura que proporciona la posibilidad de acercarse a la mesa de un compañero para pedirle un dato o resolver una duda son algunos de los argumentos que aducen los defensores de los sistemas presenciales tradicionales. Aunque, por encima de esas razones, gravita una idea que, por más que las estadísticas traten de desmentir, sigue pesando mucho en la mentalidad de muchos directivos de vieja escuela: en casa se rinde menos.
Y es que el teletrabajo puede generar una gran incertidumbre entre los mandos por esa imposibilidad de “controlar” físicamente si su equipo está trabajando o no en cada momento. “Esto obliga a buscar nuevas formas de medir el desempeño que se no basen en la presencia, sino en el seguimiento de los resultados. Algo que también genera nerviosismo porque muchas empresas no están acostumbradas a esa forma de evaluar la productividad”, explica la profesora de la UOC.
Las empresas más ‘punteras’ teletrabajan… ¿O tampoco?
El teletrabajo sí está funcionando en algunas empresas y sectores. De hecho, muchas de ellas están utilizando el reclamo de la flexibilidad para atraer talento a sus organizaciones. El problema es que no todas las empresas son Google ni una startup de futbolín y flexibilidad total. Y a esas otras organizaciones que no vienen de ese tipo de cultura cuesta más convencerlas, incluso con los datos en la mano. “Se aferran a la doctrina del más vale lo malo conocido, y lo malo conocido es la presencia total”, indica Rimbau.
Por si fuera poco, ahora incluso desde los grandes Totem tecnológicos del entorno de Silicon Valley comienzan a escucharse voces menos entusiastas con el teletrabajo. Marc Benioff, director ejecutivo de Salesforce, por ejemplo, comentó recientemente que el personal que habían contratado durante la pandemia resultó ser menos productivo que sus empleados de más largo recorrido, algo que achacó a la falta de una verdadera cultura de oficina en los primeros. Otro Mark, Zuckerberg, se manifestó en parecidos términos hace unas semanas en un memorándum de su rebautizada Meta en el que aseguraba que “el tiempo en persona ayuda a construir relaciones y hacer más cosas”.
Eva Rimbau cree que para que el teletrabajo vuelva a remontar en España será necesario mucha labor de evangelización. “Lo primero que hay que hacer es acabar con ese debate absurdo que plantea una dicotomía inexistente entre teletrabajo y presencia. Casi nadie quiere trabajar el 100% del tiempo; lo que reclaman los trabajadores es un modelo híbrido que combine ambas modalidades y les proporcione una cierta autonomía”.
El segundo paso de esa labor, continúa esta experta, debe avanzar en disminuir toda esa incertidumbre asociada al teletrabajo. “Por ejemplo, explicando a los mandos modos de hacer seguimiento de las personas del equipo que teletrabajan, dando pautas y mejores prácticas de políticas de teletrabajo bien concebidas, formando en comunicación asíncrona y uso de tecnologías o potenciando la desconexión digital”.
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