Un año infernal para Corea del Sur: nunca había crecido tan poco en 50 años
Los trapos sucios del corrupto presidente de Samsung
Los accionistas esperan que el ‘teléfono bomba’ de Samsung permita destituir al presidente
Solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Desconozco cómo sería este refrán español en versión surcoreana, pero podría aplicarse perfectamente a la situación política, social y empresarial que se está viviendo en Corea del Sur. Este año el PBI cerrará en el 2,7%, es la primera vez desde 1950 que el país asiático cierra con un crecimiento por debajo del 3,5%. Eso sin contar con la quiebra de algunos chaebol (empresas familiares) y la destitución de la presidenta Park Geun-hye por su relación con un escándalo de tráfico de influencias. El empleo precario, el descenso en el nivel de vida de los ciudadanos y la corrupción de sus mandatarios han encendido la mecha de revueltas sociales que podrían hacer pedazos la actual organización de Corea del Sur.
Los surcoreanos han gozado de un clima de crecimiento económico durante los últimos treinta años, un estado de gracia que mantenía las protestas sociales aparcadas. Desde finales de los años 80 existe un pacto no escrito entre las élites empresarial y política, un compromiso invisible que ha traído grandes casos de corrupción al país. Corruptelas que han sido obviadas por los surcoreanos hasta que el cielo se ha puesto negro y han llegado en acción las nuevas generaciones.
Corrupción permitida
El 9 de diciembre saltaba la noticia de que Park Geun-hye era apartada de sus competencias, está siendo investigada por la Fiscalía del país por tráfico de influencias y será llevada ante los tribunales. Las autoridades creen que la presidenta, pudo influir haciendo uso de poder en la fusión entre Samsung C&T y Cheil Industries. Los fiscales sospechan que la compañía sobornó con 2,8 millones de euros a una confidente de la líder surcoreana, Choi Soon Sil, que ha sido detenida junto a otros dos ex asesores presidenciales. Los acontecimientos han despertado la ira contenida de una población que pide a gritos acabar con el establishment actual en el país.
Pero la caída de la líder surcoreana solamente es una pieza más, la compañía de contenedores Hanjin Shipping se declaró en quiebra en el mes de agosto, dejando abandonados en el mar bienes por valor de 14 millones de dólares. Por su parte, Hyundai Motors ha tenido que sofocar una huelga laboral y salarial de septiembre a octubre que le ha costado 2,6 billones de dólares. El grupo surcoreano Lotte tiene los ojos de la Fiscalía en sus cuentas y en cinco miembros de su familia, incluido el presidente, acusados de evasión de impuestos y malversación.
Eso sin contar al gigante Samsung que ha tenido pérdidas millonarias por el fiasco de su modelo Galaxy Note 7 al que le ardían las baterías. Ha sido la chaebol que más pérdidas monetarias ha tenido, ha perdido 5 billones de dólares. Lee Kun-Hee, presidente de Samsung, ha estado envuelto en tramas de corrupción y compra de políticos en Corea del Sur, pero jamás pasó nada. En 2008 se sienta en el banquillo, le condenan a 89 millones de dólares y tres años de prisión. Es absuelto por el Gobierno, a cambio de ejercer fuerza en el Comité Olímpico Internacional (COI) para que Pyeongchang sea sede de los Juegos Olímpicos de Invierno 2018.
La economía no es tan próspera como antaño
Se espera que el PIB de Corea del Sur cierre el 2016 con un crecimiento del 2,6%, una cifra nunca vista en las pantallas del país, desde 1950 no ha crecido por debajo del 3,5%. Las empresas están sufriendo por la desaceleración de la economía de China, han bajado las exportaciones y la demanda de los productos asiáticos ha caído en los mercados.
El desempleo de los jóvenes asciende a un 9,3% y el salario de los trabajadores solo crecieron el año pasado un 1,7% frente al 5% de los años anteriores. Además, los trabajos temporales suponen un tercio del mercado laboral, con sueldos un 41% más bajos que un empleado fijo. Eso sin contar con que en Corea del Sur hay muchos trabajadores irregulares que se encuentran fuera del circuito legal y no están protegidos por la legislación vigente, según datos de la OCDE.
La desigualdad entre la sociedad, así como el hartazgo por los casos de corrupción amenazan a la organización del país tal como se ha conocido hasta el momento. Ya no hay pacto bajo cuerda para permitir casos del envilecimiento en su clase política, no quieren volver la espalda a la depravación que han visto tradicionalmente. “Esta íntima relación entre empresas y política debe terminar”, decía un estudiante de 19 años a Bloomberg. Pero no es solo cosa de los jóvenes de Corea del Sur, las nuevas generaciones están aunando fuerzas con los coreanos más mayores que comparten su visión. “Algunos de los ejecutivos de los chaebol deben ir a la cárcel y ser castigados”, comenta un ingeniero de 40 años.
Este escepticismo sobre el funcionamiento de las empresas familiares podría provocar reformas para dar más derechos a los accionistas minoritarios. Todo un hito en la cultura surcoreana que respeta las organizaciones familiares por encima de todo. 2017 no se presenta mucho mejor para los poderosos de Corea del Sur, habrá elecciones presidenciales y el entorno se podría poner espinoso para ellos.
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