Liga EA Sports: Real Madrid - Girona

El Real Madrid manda a la lona al Girona

Exhibición coral del Real Madrid para triturar a un Girona al que se le cayó encima el Bernabéu

Sublime partido de Vinicius, con un imponente Bellingham y un Camavinga que fue todocampista

El currículum es como el tamaño: sí importa. Sobre todo cuando no es fake como el de Pedro Sánchez sino ganado en el césped durante más de un siglo. Por eso el Real Madrid es el Real Madrid y el Girona es el Girona. Los de Ancelotti mandaron a la lona a los de Míchel, milagroso equipo revelación de la Liga al que se le cayó encima el Bernabéu, con un fútbol total y una colección de sopapos. Actuación sublime de Vinicius, que participó en todos los goles, e imponente de Bellingham, que hizo doblete y se retiró lesionado en el tobillo.

El Real Madrid, que afrontó el partido sin centrales, hizo una demostración de fuerza y dio un golpe en la mesa de una Liga que comienza a tener más que encarrilada. Cinco puntos de ventaja sobre el Girona y, como mínimo, ocho sobre el Barça y diez sobre el Atlético, parecen suficientes para afrontar las últimas 14 jornadas ligueras.

Ancelotti tiene fama de ser un tipo con más culo que Jennifer López y más flores que el jardín botánico, pero en lo que se refiere a los centrales sufre una maldición gitana. Arrancó la temporada con cuatro y ante el Girona no tenía sano ni uno. Así que le tocó otra vez improvisar un centro de la defensa con un lateral derecho y un mediocentro, Carvajal y Tchouaméni, que pegan más para un anuncio de Benetton que como pareja de centrales.

La buena noticia para el Real Madrid era el regreso de Vinicius, ausente en el derbi por sus problemas cervicales de última hora. El brasileño le da al equipo verticalidad, desborde y corriente alterna. La víctima era Brahim, el jugador más en forma de la plantilla, al que Ancelotti no encuentra sitio quizá porque se niega a sentar al guadianesco Rodrygo.

Entre ausencias y regresos a Ancelotti le salía el siguiente once: Lunin; Lucas, Carvajal, Tchouaméni, Mendy; Camavinga, Kroos, Valverde, Bellingham; Vinicius y Rodrygo. Y con estos once soldados el Real Madrid se las veía con el Girona, el inesperado comensal que se ha sentado a cenar a la mesa de los grandes de la Liga y que promete aguantar el banquete madridista hasta los postres.

Llegaban los de Míchel sin Míchel, expulsado en el último duelo liguero, ni Yangel Herrera, ni Blind, dos fijos en las alineaciones del Girona. Regresaba el potente Dovbyk, máximo goleador de la Liga con Bellingham y Mayoral, dispuesto a presentar credenciales en el Bernabéu por él y por todos sus compañeros. Poco tenía que perder el equipo de Montilivi. Una derrota le dejaría a cinco puntos del Real Madrid, tocado pero no hundido, y una victoria le devolvería el maillot de líder que tantas etapas ligueras ha vestido.

Lucía ambientazo el Bernabéu otra vez con la capota echada. Y nos dieron las seis y media y arrancó el partido. El Girona monopolizó la pelota con un descaro insultante y encerró atrás a un Real Madrid que no hacía sino perseguir el balón, que transitaba de pie en pie visitante. No la olieron los de Ancelotti en los primeros minutos porque los de Míchel no la perdían. Eso sí, en la primera que tuvieron, a la jaula.

Latigazo de Vinicius

Fue más fruto del talento que del juego. Vinicius recibió una pelota cerca del pico del área, nadie le salió  al paso, se acomodó, armó la diestra y, zas, la puso casi en la escuadra izquierda de Gazzaniga. Pues, como tantas veces, el Real Madrid encontraba el gol antes que el fútbol. Se dibujaba en el Bernabéu un escenario perfecto para que dominara la pelota y el Madrid replegara en busca de las contras.

El tanto dejó tocado al Girona, que no entendía cómo podía ir perdiendo un partido que parecía tener bajo control. Creció el Real Madrid a lomos de un Kroos preciso y un Camavinga ubicuo. Precisamente de una galopada del francés vino la amarilla para Juanpe, que le derribó en la frontal cuando se iba solito. Era naranja, azul o roja. Cualquier color menos amarilla. La falta, más peligrosa que tener un puesto de fruta en una película de acción, la botó rasa y blandita Fede Valverde. Atrapó abajo Gazzaniga.

Los jugadores del Real Madrid celebran el 1-0 ante el Girona. (EFE)

El Real Madrid había conseguido desactivar a un Girona desinflado desde el 1-0. Emergió Bellingham en el partido y también ganaron presencia ofensiva los dos laterales blancos, Lucas y el impredecible Mendy. El segundo era cuestión de tiempo. Concretamente, de 35 minutos. Lo que tardaron en conectar Vinicius y Bellingham. El brasileño se travistió en Modric para soltar un pase de exterior al desmarque de ruptura del inglés. Cabalgó Bellingham, retrató a Eric García, lento como si llevara a cuestas una nevera, se plantó ante Gazzaniga, le sentó y anotó el segundo.

El 2-0 dejó al Girona en la lona. Los minutos postreros de la primera mitad fueron un monólogo del Real Madrid, que se relamió en su propio fútbol y perdonó alguna ocasión más para hacer el tercero. Así que con la victoria encarrilada para los de Ancelotti nos fuimos al descanso en el Bernabéu. Del que volvimos con un cambio en el Girona: el joven Pablo Torre por Portu.

Bellingham, del gol a la camilla

Pero el partido era propiedad privada del Real Madrid. El Girona, desordenado y descosido, era una víctima propiciatoria para un Vinicius inspirado y desatado. En el 53 le hizo un nudo marinero a Yan Couto, se internó en el área, disparó a bocajarro ante Gazzaniga y su rechace lo aprovechó Bellingham para lograr el tercero y sentenciar el partido.

Cojo y tocado de ambos tobillos, Ancelotti por fin se atrevió a sentarle con 3-0. Entró por el Brahim, que será titular en la Champions como Bellingham no llegue a tiempo. En pleno tsunami madridista marcó hasta Rodrygo. Lo hizo con una galopada descomunal en la que fue eliminando rivales como si fueran conos. Se plantó solito en el área y la puso con sutileza a la izquierda de Gazzaniga. Pues nada: 4-0 y partido resuelto.

Al filo del 70 Ancelotti metió a Modric por Kroos y a Joselu por Rodrygo. El partido estaba finiquitado y el Real Madrid lo quiso enfriar. Fueron 20 minutos de basura en los que vimos, por primera vez en el Bernabéu, al pequeño Güler, un jugador al que apetece ver aunque por ahora no toque. Carletto quitó en el 76 a Vinicius para sacar al turco y a Mendy para meter a Fran García.

La tuvo Brahim en el 81 en una acción individual, pero su disparo se fue alto. Habría sido el quinto que hubiera abrochado una manita severa para poner las cosas en su sitio. No llegó por poco. Ni tampoco en el penalti que tiró Joselu al palo. Fue la última ocasión para el Real Madrid en un partido que gobernó de principio a fin y que puso las cosas en su sitio para un Girona que llegó al Bernabéu con un enorme globo de ilusión y acabó tirado en la lona víctima de la pegada del Real Madrid.

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