El rock and roll por fin volvió al Bernabéu. No superó los niveles de ruido permitidos por el Ayuntamiento, pero al equipo de Ancelotti le bastó media hora de vértigo para remontar el tanto inicial del Espanyol en la segunda mitad. Carvajal, Rodrygo, Vinicius y Mbappé lograron los goles de un Real Madrid que esperó a la última media hora para remangarse y ofrecer el concierto que tanto esperaba su afición.
Rotó Ancelotti. Albricias. La mejor medicina para un calendario más saturado que la Seguridad Social es repartir esfuerzos. Ya, ya sé que el Madrid de Carletto no es precisamente un equipo estajanovista, pero se descansa más en el banquillo que en el césped por mucho que uno vaguee. Frente al Espanyol, rival asequible y amigable que visitaba el Bernabéu, descansaban Mendy, Rüdiger y Vinicius. Sí, Vinicius, que no es una errata, Vinicius.
En el cambio de cromos a Tchouaméni le tocó el marrón de ser central. Si el martes jugó de central el lateral derecho ante el Espanyol jugaba el mediocentro. Es lo que hay o es lo que no hay: centrales. Fran García entraba por Mendy, Modric ocupaba plaza por descarte en el centro del campo y a Arda Güler le tocaba hacer de Vinicius pero por la derecha. Endrick todavía tenía que seguir esperando turno, listo para dar el salto, como Ayuso en el PP.
Diseñaba Ancelotti para enfrentarse al Espanyol un once integrado por Courtois; Carvajal, Militao, Tchouaméni, Fran García; Fede Valverde, Modric, Bellingham; Güler, Rodrygo y Mbappé. Con o sin rotaciones el Real Madrid siempre es un equipazo. Por mucho que no esté jugando a nada aunque Carletto trate de embaucarnos con el debate espurio entre ganar y jugar bien, porque sólo hay una verdad universal: cuando juegas bien, siempre (o casi siempre) ganas.
Tras homenajear a siete medallistas olímpicos arrancó el partido con un Bernabéu techado y a reventar. El Espanyol salía como víctima propiciatoria para la goleada que tanto tiempo lleva esperando el madridismo. Pero es que este Madrid tiene más flechas que arqueros y a veces le cuesta surtir de balones a sus venenosos delanteros. En esa labor todas las manzanas están en la cesta de Bellingham.
De salida fue Güler el que chupó cámara. Es el niño mimado del Bernabéu porque su fútbol es como la fruta de El Corte Inglés: entra por los ojos. Esa fue la buena noticia. La mala fue que Bellingham se echó la mano al hombro tras un resbalón. El Bernabéu enmudeció con el grito de dolor del inglés. Salió del campo, se calmó y regresó. Puede que sólo fuera un susto.
Perdona Mbappé
Como el que tuvo el Espanyol a los diez minutos cuando Mbappé no aprovechó una dejadita de cabeza de Fran García. El francés, que ya ha perdonado una docena de ocasiones claras en lo que va de Liga, la tocó templadita pero se encontró con el cuerpo de Joan García. Güler era puro show y el Bernabéu lo sabía. El turco, pegado a la derecha, ofrece al equipo un aire y unas soluciones que ningún otro futbolista de la plantilla de Ancelotti es capaz de aportar.
El Real Madrid, esta vez sí, tenía otra pinta. Dominaba a un Espanyol en bloque bajo, recuperaba el balón rápido y acababa todas las jugadas. Mbappé la tuvo en el 20 con un disparo centrado desde la frontal que atrapó abajo Joan García. El francés lleva ya un saco de uys en esta Liga. Resistía el Espanyol las acometidas blancas con orden y sacrificio, resignados a su suerte de sufrir en el Bernabéu, sólo faltaba.
En el 27 de nuevo el gol hizo la cobra a Mbappé en un remate al que llegó forzadísimo tras un pase filtrado por Modric. De nuevo Kylian fue protagonista negativo al ver una amarilla por hacerle un gesto de desconsideración al colegiado. Con el Reglamento en la mano era tarjeta, en el contexto del partido Munuera Montero bien pudo haber hecho la vista gorda.
En el 38 el Real Madrid se llevó un susto de no te menees cuando Carvajal dio un pase defectuoso que cayó en las botas de Puado. El espanyolista vio adelantado a Courtois y disparó de vaselina desde el mediocampo. Su intento de gol de Pelé acabó como el de Pelé: fuera. Siguió apretando el equipo de Ancelotti y siguió defendiéndose con oficio el Espanyol. Ya estábamos al filo del descanso, que llegó con otro 0-0 en el Bernabéu. El último gol del equipo de Ancelotti en casa en un primer tiempo lo marcó Fede Valverde… ¡¡¡en el mes de mayo!!!
Otro 0-0 al descanso
Arrancó el segundo tiempo como acabó el primero. Con ocasión fallada por Mbappé, cuyo disparo a la media vuelta lo atrapó el meta Joan García, convertido ya en figura perica. Respondió el Espanyol con un par de aproximaciones que hicieron volar a Courtois. Pero a la tercera llegó el sopapo visitante.
La jugada nació en Joan García, el magnífico portero del Espanyol, que dio una soberbia asistencia para Jofre, que galopó por la derecha sin que nadie le persiguiera. Sólo Güler estaba cerca pero no llegó. El espanyolista se internó por el costado izquierdo y tiró a centrar pero su disparo, tras tocar en Güler, se coló entre las piernas de Courtois, que se acabó introduciendo la pelota en su propia portería. Un gol de pura mala suerte que obligaba a ponerse al Real Madrid en modo remontada.
Ancelotti hizo lo fácil: fuera Güler, dentro Vinicius. Apretó entonces el Real Madrid y encontró el gol en un pispás. Esta vez falló Joan García, al que se le coló el tiro de Bellingham por debajo del cuerpo como a Arconada en París, y Carvajal, que acompañaba la jugada, sólo tuvo que embocar sobre la línea. Justo ahí Carletto le sustituyó por Lucas Vázquez en un cambio pactado antes del partido.
Modo remontada
El Real Madrid había tocado a rebato y no iba a mirar atrás. Una galopada de Mbappé la abrochó Rodrygo con un disparo alto en el 63. Bellingham se echó al equipo a la espalda y el campeón había olido la sangre. Al Espanyol le quedaban 20 minutos de sufrimiento molto longos. Pero Mbappé seguía empeñado en agujerear el techo del Bernabéu. La sucesión de ocasiones del equipo de Ancelotti era casi de chiste.
Tenía que llegar. Más pronto que tarde. Y llegó en el 74. Con el Espanyol ya sonado y en la lona el 2-1 lo marcó Rodrygo tras una jugada coral del Madrid que embelleció Vinicius con un centro con el exterior de la diestra. El Bernabéu celebró primero y respiró después. Por fin llegaba el rock and roll. Que siguió dos minutos después con otra jugada vertical que aceleró Mbappé. El francés recuperó el balón y no dudó en asistir a Vinicius, que ajustició a Joan García por bajo.
Con el partido resuelto Munuera Montero quiso chupar cámaras y amonestó, también por protestar, a Vinicius y Bellingham. Ancelotti metió a Rüdiger y Endrick por Rodrygo y Modric. Precisamente al recién casado le hicieron un penalti clamoroso por un agarrón con persistencia que venía desde la estación de metro. La pena máxima la ejecutó Mbappé y selló con su gol el 4-1 definitivo con el que el Real Madrid se deshizo de un Espanyol que se deshizo en la última media hora.