Arda Güler ha tardado siete partidos en dejar claro que debe ser el jugador encargado de llevar la batuta del Real Madrid no sólo esta temporada, sino en la próxima década. El turco es un jugador generacional que en su tercera temporada en la entidad madridista está preparado para dar un paso al frente. Si en el Mundial de Clubes dejó momentos de mucha calidad, contra el Tirol en el primer y único amistoso de los hombres de Xabi Alonso dio una auténtica exhibición en los 82 minutos que estuvo sobre el césped. De tanta calidad fue su encuentro que superó a un Mbappé que demostró su buen estado de forma haciendo dos dianas y repartiendo una asistencia.
Ante el Tirol, actuando como interior derecho, firmó un inicio muy destacado, participando mucho y aportando profundidad, aprovechando bien los desmarques de los delanteros. En una de esas acciones dejó solo a Mbappé para que anotara el 0-2 tras un pase que filtró a la perfección y que el galo aprovechó de la mejor manera posible.
En la segunda parte, dio otro pase a Mbappé, aunque en esta ocasión el francés se topó con una gran intervención del portero. También rozó el gol en dos ocasiones. En ambas, una en la primera mitad y otra en el segundo acto, se topó con el larguero. En la primera, tras un buen disparo desde la frontal, mientras que en la segunda en un lanzamiento de falta directo, uno de sus grandes fuertes que el Real Madrid de Xabi Alonso este año sí explotará.
El partido ante el Tirol confirmó que el Arda Güler que está fabricando Xabi Alonso es un jugador que apunta a ser diferencial y el hombre encargado de generar el juego madridista. El turco está en todos los lados, mejora cada jugada en la que participa, da velocidad al juego y ha encontrado una versión que no se había visto hasta la fecha.
Güler encuentra la confianza
No obstante, la mayor diferencia que ha encontrado Güler en estos primeros meses con Xabi Alonso es la confianza. El tolosarra está encantado con el rendimiento del turco y lo más importante es que el jugador lo está sintiendo, lo que le permite tener una seguridad que le costó encontrar con Ancelotti. Ahora mismo, se puede afirmar que en el centro del campo del Real Madrid el otomano se ha convertido en un jugador intocable, algo que parecía impensable hace no tanto.