La Final Four ya es una realidad para el Real Madrid. El conjunto blanco juntó un nuevo partidazo en la Mano de Elías que confirma su resurrección en el momento justo para luchar por los dos grandes títulos que restan en la temporada. En la Euroliga, de momento, ya han sacado billete a las semifinales de Belgrado, por la vía rápida y sin dar una sola opción a Maccabi Tel Aviv, que se despide barrido por el mejor Madrid en meses.
Sólidos durante los 40 minutos, alargando el gran momento de jugadores clave como Yabusele o Hanga y añadiendo a Poirier y a un excelso Llull a la ecuación, el Madrid de Laso sacó la mano en Tel Aviv en señal de victoria y pase automático a la Final Four, convirtiéndose en el primer equipo en conseguirlo. No hubo grandes dudas sobre la superioridad de un equipo que ha pasado de no saber ganar a hacerlo por inercia y sin forzar la máquina.
El Madrid de los imposibles se plantaba en Israel dispuesto a cerrar la serie por la vía rápida, después de dos grandes victorias en la capital de España. Deck regresaba pero su presencia en la rotación no era clara, y Williams-Goss volvía a llevar el timón junto a un Causeur clave para entender lo que es este nuevo Real. Dinamismo en ataque y esfuerzo en defensa, unido a la la aparición para la causa de las estrellas del plantel, tiene como resultado el pase deseado a la Final Four.
Poirier, con 14 puntos, resultó clave en el final para que Maccabi no tuviera opción alguna de acercarse en el luminoso en un tramo clave en el que su afición apretaba más que nunca. El galo fue el contrapunto de un Tavares desquiciado con los árbitros y formó pareja perfecta con Yabusele, con Llull completando un big three ofensivo que se lleva los mayores elogios de la victoria, sin desmerecer a otros como Hanga, auténtico pegamento para el equipo, y un Williams-Goss que se consolida como el ‘1’ titular del equipo. Todos ellos forman un Madrid que, esta vez sí y después de muchas semanas de travesía por el desierto, apunta a campeón.