El Real Madrid se ha impuesto al Bayern de Múnich en la jornada 14 de la Euroliga (88-73) en un partido marcado por el retorno de Pablo Laso a su antigua casa. Con superioridad pero sin excesos, casi al ralentí, el líder de la competición sumó su decimotercera victoria continental en la noche que eligió Sergio Llull (16 puntos) para brillar frente a su antiguo entrenador. Buena noche también de Vincent Poirier (11 y 9 rebotes) Campazzo (13).
Seguramente lo más destacado de la noche ocurrió antes del salto inicial del encuentro. La vuelta a casa de Laso, el de los 22 títulos con el Madrid, las dos Euroligas, las seis Ligas, las seis Copas del Rey, un entrenador legendario del Real Madrid, volvía a casa un año y medio después de su convulsa salida. No falló la afición blanca. El homenaje fue de época, varios minutos de ovación que el vitoriano seguramente nunca olvidará. También volvían al Palacio Serge Ibaka, que pasó fugazmente por el Madrid, y un canterano blanco, Dino Radoncic. El hispano-congoleño pasó de puntillas por el partido y apenas aportó 6 puntos y 4 rebotes.
En cuanto la pelota se puso en juego, se acabaron los aplausos y empezó el arrebato del Madrid, que firmó un 8-0 de salida. Pero pronto espabiló el Bayern. Empujado por Sylvain Francisco e Isaac Bonga, el equipo alemán, que llegaba a Madrid con más derrotas que victorias en esta Euroliga, iba recuperando terreno hasta cerrar el primer cuarto arriba en el marcador (19-23).
Campazzo se mostraba extrañamente errático, Tavares no dominaba como siempre y Musa tenía uno de sus días de sobreexcitación donde no logra convertir su enorme talento en puntos. Se agarraba el equipo de Chus Mateo a su férrea defensa, a la producción interior de Vincent Poirier y a los buenos minutos de dos viejos soldados de Laso, Sergio Rodríguez y Sergio Llull, para voltear de nuevo el marcador y llegar al descanso con ventaja (42-37).
Llull liquida a su amigo Laso
Con un triple de Hezonja, el Madrid llegó por primera vez al simbólico +10 al inicio del tercer cuarto (51-41). Hasta 12 puntos creció esa máxima renta (57-45) en medio de un ritmo de partido algo cansino, con poco espectáculo, a años luz de aquellos partidos espectaculares del Madrid de Laso y, por qué no decirlo, también del Madrid de Chus Mateo en algunos momentos estelares de esta temporada.
Campazzo por fin había irrumpido en el partido y cuando el argentino agarra un partido por la solapa es muy complicado que el rival de turno pueda recuperar la iniciativa. Era Bonga, otro jugador con experiencia NBA, quien lo conseguía en un duelo que se trompicaba por momentos, con Tavares y Rudy Fernández de camino al banquillo por sangrar en ambos casos. Marcador otra vez apretado a falta del último cuarto (63-57).
Y llegado al momento de la verdad, el Madrid apretó el acelerador con un parcial de 9-2 que le situó en su mejor posición de la noche (72-59, min.34). Laso pidió tiempo muerto para aplicar uno de sus ‘lasinas’, esas famosas broncas a sus pupilos que esta vez aplicaba en el banquillo visitante. Demasiado tarde. Cinco puntos seguidos de Llull, sin piedad ante su viejo amigo, dejaban el partido visto para sentencia en el ecuador del parcial definitivo (77-59).
El Bayern bajó los brazos y su único objetivo fue reducir la derrota a una distancia menos hiriente. Los entrenadores firmaron el armisticio, Mateo pudo dar minutos a los menos habituales y en la grada volvieron a aflorar gritos de homenaje a Pablo Laso. Después del pitido final, el vitoriano recibió infinidad de abrazos antes de volverse a Alemania. Su huella siempre será imborrable.