Los colegiados pitaron una falta inexistente y el Barça ganó en la prórroga

Al Madrid no le dejan ganar el Clásico

El Real Madrid cayó derrotado en el Clásico ante el Barcelona, donde fue perjudicado por una falta inexistente en el último segundo

Los árbitros se inventaron una falta a 0.8 del final para robarle el Clásico al Madrid

Mirotic y Abalde montan una tangana en el Clásico y acaban los dos expulsados

Real Madrid Clásico

El Real Madrid dio una gran imagen en el Clásico de Liga Endesa, el primer partido después del motín en el vestuario que acabó con Heurtel y Thompkins apartados, tuvo el partido ganado a falta de un segundo, pero acabó cediendo ante el Barcelona en la prórroga gracias a la gran labor de Nigel Hayes en este tiempo y la negativa de los árbitros en el tramo anterior. Los colegiados impidieron el triunfo atado del cuadro dirigido por Pablo Laso al señalar una falta inexistente de Poirier sobre Sanli que permitió al turco mandar el partido a la prórroga donde, ahí sí, los culés fueron superiores ante un conjunto desdibujado.

El resultado final, 108-97, no refleja ni mucho menos la igualdad máxima que se vivió en un Clásico en el que la tensión entre Mirotic y Abalde no eclipsó la deportividad y competitividad entre los dos mejores equipos de la Liga Endesa que, con el Madrid a tope, dieron un gran espectáculo sobre la cancha. El resultado final es el de la victoria del Barcelona con ineludible empujón arbitral, porque el Real había roto el maleficio de los Clásicos pero acabó viendo como la quinta derrota consecutiva llega, con reparación sobre la marcha, sin remedio y cae como una losa sobre sus hombros.

Las nuevas estrategias de Pablo Laso para recuperar la plantilla quedaron patentes desde el primer momento. El técnico vitoriano quería entrarle al Barça desde lo físico y para ello aprovechó a su nuevo base titular, Alberto Abalde, en un quinteto en el que le acompañaban por fuera Taylor y Deck, dejando los puestos interiores para Yabusele, uno de los polémicos, y Tavares, sobre quien se volcarían los primeros ataques madridistas, sin demasiado acierto.

El Barça, por su parte, trataba de fiarlo todo a la combinación Mirotic-Laprovittola que tantos resultados le ha dado en los últimos tiempos, pero encontraría a Dante Exum a su primer elemento diferencial. Las condiciones del australiano, todo un top-5 de draft, son inigualables en Europa y una vez ha llegado a su tope físico parece incluso irrisorio que llegara como temporero a Can Barça.

Las primeras ventajas eran para el Barça, pero el Madrid resistía con una segunda unidad en la que Hanga y Llull se desmarcaban. Era ya el segundo cuarto y la ventaja se había minimizado por un triple sobre la bocina del primero de un irregular Abalde. Nada fácil la papeleta del gallego, quien en aparente estancamiento como alero ha sido cambiado al ‘1’ con papel preponderante en todo un Real Madrid.

El Madrid resiste a Laprovittola

Si en el primero fue Abalde el que puso el cierre en el último segundo, Laprovittola le cogió el relevo en el segundo, para lanzarse con un triple digno de Stephen Curry al papel de villano del Real Madrid… una vez más. 14 puntos al descanso para el argentino que se traducían en una ventaja de cinco para los culés. Todo abierto para una segunda mitad en la que se deshojaría la margarita sobre el devenir del Clásico del Palau.

«Tenemos que dar más, nosotros somos los primeros que lo sabemos», había afirmado antes del partido un Pablo Laso muy enfadado con todo lo que está sucediendo en el equipo pero, por el momento, imposibilitado para darle la vuelta. El primer objetivo del Madrid era competir y lo había conseguido, pero el comienzo de la segunda mitad, con Smits al frente, volvió a hacer entrar en ebullición al técnico vitoriano. La ventaja de 10 puntos llegaba al partido y era para el Barça, mientras Yabusele se resistía a base de talento ofensivo para tratar de asentar la diferencia y no colaborar a la ruptura del marcador.

Mirotic enciende la llama

Era una versión competitiva del Madrid, con todas sus piezas conectadas aunque sólo algunas –Deck, Yabusele, Poirier–, realmente inspiradas. La reducción de las diferencias colaboraría a que los blancos se lo creyeran, y la apuesta de Laso por alinear a sus dos bases de inicio, Llull y Abalde, se veía refrendado con el triplazo del capitán, que colocaba a los suyos a uno con nueve minutos aún por disputarse. Otros dos, consecutivos, de Hanga y Deck, ponían al Real por delante en el Palau.

Se acercaban los minutos finales y con ellos las pesadillas comunes de un Madrid de apagones constantes en este periodo. Era el Real más constante en mucho tiempo, pero tenía que constatarlo en el tramo decisivo. Para comenzar con el tramo, picante y del bueno. Nikola Mirotic acudió al pique con Alberto Abalde por rencillas que constaban en acta y después de un choque de cabezas entre ambos, empujó al jugador madridista. La tangana se formaba y después de minutos y minutos de repaso de las imágenes, se traduciría en la expulsión de ambos contendientes. Demasiado barato para Abalde, pese a que ambos tenían que ver en la acción.

La igualdad seguía patente, un equipo sin estrella y el otro sin faro, y los minutos finales fueron puro baloncesto… hasta la llegada de un final que hay que lamentar. Poirier, coloso en el rebote, se había multiplicado en los instantes decisivos con los que le había premiado Laso y Llull y el galo, en la batalla de los tiros libres, le habían dado al Madrid la posibilidad de ganar. Falló Hanga cuando pudo decidirlo y la última posesión fue para el Barça, que falló por mediación de Hayes el triple definitivo.

La prórroga ‘regalada’

El balón volaba bien alto y lo capturaría Yabusele, ya sin tiempo para jugarse más y la victoria atada para recuperar confianza… hasta que los árbitros pitaron una falta incomprensible de Vincent Poirier. Para hacernos una idea, tanto Poirier como Sanli se sujetan los brazos y la posición es del francés, pero la decisión fue señalar en favor de los locales.

El banquillo madridista explotaba, con Laso a la cabeza, con una indignación que llegaba hasta el parqué. Todo este clima, ya incorregible en cuanto a decisiones, contagió a Sanli, que fallaría uno de los libres, mandando el encuentro a la prórroga sin que Llull pudiera remediarlo con una mandarina desesperada desde nueve metros. El Madrid lo había ganado, pero se lo arrebataron con una decisión de lo más polémica.

La prórroga trajo una historia muy distinta y en la que el Barcelona, espoleado por una grada eufórica tras haber visto como volaba el Clásico, marcó la diferencia. Nigel Hayes sacó su mejor nivel desde que es jugador azulgrana y junto a Dante Exum, espectacular jugador de nivel NBA, ajusticiaron a un Madrid desdibujado por lo sucedido con anterioridad y que convirtieron en una victoria clara lo que había sido una derrota mínima del Barça en un partidazo de ambos en el Clásico.

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