El Barcelona se ha llevado el primer partido en la final de la Liga Endesa después de imponerse al Real Madrid en el Palau Blaugrana (97-88). La variedad de recursos ofensivos de los culés, con siete jugadores en dobles dígitos de anotación, sentenció este asalto inicial ante los blancos, que tuvieron a Sergio Rodríguez (16 puntos) y Walter Tavares (15) como mejores hombres. Laprovittola (19) Mirotic (14) y Sanli (14) dieron la réplica.
Picado en su orgullo por la derrota del mes pasado en la Final Four, el Barça no falló delante de su gente y puso el 1-0 en la final, cuyo segundo capítulo se disputará el domingo en el mismo escenario. El Madrid fue casi siempre a remolque y no tuvo opciones reales de victoria pese a su arranque final de orgullo. Se obliga así a remontar la eliminatoria, objetivo que ya logró hace bien poco ante Partizan de Belgrado o Joventut de Badalona. Mucha tela por cortar todavía.
La final venía cargada de morbo ya desde antes del pitido inicial: Mirotic. El Palau Blaugrana no lo dudó y recibió con una sonora ovación a su capitán, que dejará de serlo en cuanto concluya la final. La lamentable gestión que está haciendo el Barça de este caso quedaba aparcada cuando la pelota, lo único importante en el fondo, empezaba a botar. Y era el Madrid quien lo hacía mejor de inicio.
El campeón de Europa intentó la escapada de salida (4-12) apoyado en Williams-Goss y Tavares, que llegó a atreverse con una par de penetraciones desde fuera coronada con sendas bandejas. Ver para creer. El Barça volvía a la carga con Sanli, que castigaba al africano de su manera preferida: en el perímetro. Tres triples del turco en el primer cuarto volteaban el marcador al final de un primer cuarto de récord (28-23). Hacía 17 años que un Clásico liguero no empezaba a ese ritmo anotador.
El festival ofensivo se mantenía en el segundo parcial para desesperación de Jasikevicius y Mateo. Los entrenadores siempre son los únicos enfadados cuando los puntos atropellan al marcador. Las armas estaban claras: Satoransky zurrando al Chacho en el poste bajo hasta que cometió su tercera falta personal y Tavares castigando los cambios defensivos del Barça para castigar bajo el aro. El primer duelo de la final enloquecía, transformado en un correcalles más digno del patio del colegio. El Madrid ganaba los vestuarios con una pequeña ventaja (47-50).
El amplio abanico culé
Toda la fluidez de la primera parte se espesó al inicio de la segunda, convertido el juego en un engrudo viscoso donde todos remaban sin saber muy bien hacia dónde. Se sucedieron las pérdidas de balón, los malos pases en cada rincón de la cancha. Ninguno de los sospechosos habituales encontraban posiciones cómodas de disparo. Menos acierto, misma emoción. Es la final, amigo.
El Barça asomaba un poco la cabeza con Da Silva como protagonista inesperado, la daba otra vuelta a la manivela para llevarse un parcial muy árido y llegar al último por delante (63-61). La mejor noticia para el Madrid era que mantenía su vida intacta a pesar de su atasco ofensivo, del que lo sacó Hezonja con un par de triples.
Laprovittola, siempre muy motivado contra su ex equipo, pegó un acelerón al que se sumó Abrines. Fuerte puñetazo del Barça, un 11-0 de parcial que le dio su máxima renta de la noche (74-64, min.32). La amenaza de quiebre era real, pero el Chacho y Llull frenaron la carga culé (74-70). El Madrid siempre olisqueaba a su rival, sin encontrar la distancia para lanzar la dentellada.
Cuando más calentaba el sol, Mirotic se reivindicó con una jugada de crack: cogió un rebote ofensivo, se salió al triple y desenfundó la escopeta. Ni una sonrisa mostró mientras escuchaba otra ovación considerable. El Madrid, contra las cuerdas a falta de 2:38 (85-77). Esta vez no hubo remontada épica. En la recta final, el Chacho se quedó demasiado solo y Laprovittola remató la faena para los locales.