El Madrid y Cristiano se topan con Kameni

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Cristiano Ronaldo, impotente ante un acertado Kameni. (Foto: Efe)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Once remates, uno detrás de otro, tuvo Cristiano para dar la victoria al Real Madrid, batir el récord de Raúl, mantener el liderato y salir a hombros del Bernabéu. Pero Ronaldo no tenía su tarde. Ni con la derecha, ni con la zurda, ni con la testa pudo el luso batir a un Kameni cuya figura se agrandó hasta convertirse en un coloso de ébano que frenó en seco a los blancos, que merecieron la victoria, aunque sólo fuera por la insistencia.

Esta vez Benítez apostó por el díscolo Jesé en lugar del monje Kovacic, que había mostrado en San Mamés destellos de un talento intermitente. Vuelta al 4-2-3-1 de referencia, con el canario y Cristiano en los costados de la línea de tres mediapuntas y con Isco por el centro, pero los tres con pase VIP para moverse con libertad por cualquier zona del frente de ataque.

En tromba salió el Madrid, como si los jugadores tuvieran prisa por pasaportar el partido para marcharse a cenar. Hasta tres ocasiones de gol generaron los blancos en los primeros diez minutos. Dos incursiones de Marcelo, el genio imprevisible, sirvieron para que Cristiano pudiera marcar primero con el pie y luego con la cabeza. Pero el luso tenía el punto de mira alto y en la que acertó con la portería, estaba tres cuerpos en fuera de juego.

El Málaga aguantó el arreón y empezó a cambiar timidez por descaro. Xavi Gracia colocó su línea de defensas en el medio del campo y decidió que se jugara en 40 metros, como si fuera un partido de fútbol sala. El Madrid sufría sin espacios, mientras que Amrabat, un jugador con tanta calidad como poca cabeza, disfrutaba tendiendo emboscadas a las espaldas de Nacho y Varane

A Benítez le apretaba el traje como si fuera de neopreno. Su equipo parecía un concursante de Gandía Shore, atacando descontrolado y con poco cerebro, mientras que el Málaga se sentía en su salsa, como Homer Simpson en un bufé libre. Modric deambulaba desaparecido, secuestrado entre tanta camiseta azul, y Kroos empieza a ser un jugador con más postureo que fútbol.

Los muelles de Kameni

Los ataques del Madrid eran versos sueltos y sin rima, que morían en las manos de un Kameni con muelles en las piernas y ventosas en las manos. El camerunés recordó sus grandes éxitos en el Bernabéu y le sacó una Jesé en el 32 y otra a Cristiano dos minutos después. Con una volea de Ronaldo que hizo cantar gol al Bernabéu y con un remate forzadísimo de Isco a pase de Marcelo se acababa el caudal ofensivo de los blancos y también el primer tiempo.

La segunda parte arrancó con un duelo de paradones. Kameni evitó por tercera vez el gol de Cristiano y luego Keylor voló para sacar una falta botada por Recio. El Bernabéu soltaba los nervios coreando el nombre de su nuevo ídolo. Mientras, en el césped, volvió a emerger la figura de Amrabat, que mostraba las costuras de Nacho y Varane cada vez que recibía la pelota. El partido se le ponía feo al Madrid, mientras sus delanteros seguían bizcos de cara a gol.

Jesé se retiró lesionado y entró Kovacic. Benítez volvía al 4-4-2 de San Mamés por exigencias del guión. El Madrid acosaba al Málaga, encerrado ya en su área, pero Cristiano definitivamente no tenía su tarde. Primero un cabezazo y luego un disparo dentro del área del luso no encontraron los tres palos. Ronaldo apretaba los dientes y dibujaba una mueca de desesperación en el rostro. 

Bailan Benzema y Amrabat

Al Madrid se le escapaba el liderato mediado el segundo tiempo. Benzema esquivó rivales como Shakira, a golpe de cintura, y también tuvo la suya que, faltaría más, atrapó abajo Kameni. Un minuto después, el virguero Amrabat volvió a bailar claqué con la zaga blanca, pero el 0-1 se fue al limbo con su disparo fuera.

Tic, tac, tic, tac. Benítez aparcaba aviones desde la banda intentando ordenar los ataques a la desesperada de su equipo. A la media hora del segundo tiempo el meta camerunés tuvo un fallo. Se le escapó un tiro inofensivo de Isco, que sacó Welligton sobre la línea o puede que un poco dentro. Fue un gol fantasma de esos que se arreglarían si Tebas se gastara la pasta en poner la tecnología que ya existe en otros deportes y en otras ligas.

Un minuto después, a Amrabat se le cruzó el cable que tiene pelao y decidió suicidarse. Le pegó un codazo alevoso a Marcelo sin ton ni son y dejó al Málaga con diez. El Madrid atacaba como una horda de orcos pero el gol no llegaba. Ocasión tras ocasión, los ataques blancos nunca tenían un final feliz. Cristiano se topaba por enésima vez con Kameni. El luso abría los brazos y miraba al cielo como pidiendo explicaciones a Dios por su mal fario.

En los últimos lances del partido el Madrid y el Málaga jugaron a la ruleta rusa, pero ninguno de los dos consiguió disparar al rival y el duelo acabó con un inexplicable 0-0. Aún le quedó a Cristiano la última bala, pero su cabezazo en el área pequeña se fue a las nubes. Ronaldo se desesperaba y el liderato volaba del Bernabéu.

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