Los clubes ‘celebran’ el temor de la FIFA a la Superliga
Los grandes clubes que van a conformar la Superliga europea se encuentran muy tranquilos con la carta enviada por la FIFA y firmada por el resto de Confederaciones condenando los pasos que está dando la competición para ver la luz a partir de 2023. No en vano, muchos de ellos celebran tener por fin la atención y respeto de los grandes actores del fútbol mundial, después de ser tachada esta competición como un «proyecto de barra de bar a las cinco de la mañana».
La FIFA, que estaba obligada a mandar esta carta por las presiones de sus Confederaciones –especialmente la UEFA–, quiere tener una actitud constructiva de cara a este nuevo panorama mundial, mientras que la máxima organización europea es mucho más agresiva porque cree que la Superliga puede destrozar un panorama dominado por la Champions League.
La reunión pública entre Florentino Pérez y Andrea Agnelli –presidente de la Juventus– para hablar, entre otros asuntos, de la Superliga provocó que las Confederaciones obligasen a la FIFA a tener que pronunciarse sobre la nueva competición. Infantino, presidente del máximo organismo del fútbol mundial, tuvo que ofrecer una postura presuntamente firme presionado por los únicos que pueden moverle la silla.
Ese pronunciamiento tiene varias lecturas para unos grandes clubes que están muy tranquilos porque lo que se dice en esa carta «son grandes ilusiones poco realistas», tal y como admiten fuentes cercanas a la Superliga. En la carta hay una amenaza que nadie ve posible de llevar a cabo. «A todo club o jugador implicado en una competición así, como consecuencia, no se le permitiría participar en ninguna competición organizada por la FIFA ni por su confederación correspondiente», reza la carta de la máxima competición mundial.
En la Superliga piensan que todo atiende a un calentón y que la misiva va a obligar a sentarse a la UEFA y la FIFA con los grandes clubes para negociar una salida pacífica antes de que éstos últimos sigan los pasos que ocurrieron dos décadas atrás con la Euroliga de baloncesto. La FIFA tiene muy presentes aquellos acontecimientos donde la máxima federación mundial no pudo parar una idea que guarda ciertas similitudes.
Tal y como los clubes de la Superliga filtraron a The Times, la nueva competición tendría a 15 socios fundadores con seis conjuntos británicos, tres italianos, tres españoles, dos alemanes y un francés, además de cinco equipos que serían invitados por una serie de patrones como historia europea, tipo de mercado y representatividad. Sin ir más lejos, los nombres que se manejan son Ajax, Oporto, Fenerbahçe, Zenit u Olympiakos para la primera edición con un total de 20 participantes divididos en dos grupos.
¿Qué sera de la Champions?
Los grandes clubes no se plantean de ninguna manera abandonar sus ligas nacionales, sino que esperar poder ampliar su plantilla por encima de los 25 jugadores para poder atender todas las competiciones. La principal duda que queda es resolver lo que sería de una competición con tanto embrujo e historia como la Champions League.
La opción que los grandes clubes ven –como desveló Rummenigge– es volver al formato tradicional y conseguir sacar a un campeón en cinco encuentros en una sola ciudad. La UEFA tendría un mes para hacer esa edición de la Champions que se disputaría a partido único en una ciudad que pague un elevado canon por tener el mejor fútbol del continente a su disposición. Los 20 clubes de la Superliga estarían clasificados y la idea es que todos los equipos que lleguen a los cuartos de Europa League y a semifinales de la Conference League completen la competición.
Las cartas empiezan a estar sobre la mesa. Se avecina una larga negociación entre los grandes clubes europeos y la UEFA con la FIFA como árbitro neutral. Que nadie olvide que el organismo de Gianni Infantino quiere fomentar su propia Copa Mundial de Clubes expandida a partir de 2022 y para ello tendrán que ceder para contar con los grandes clubes europeos de su lado o la competición será un completo fracaso.
La pandemia del coronavirus ha acelerado, y de qué forma, las ganas de los grandes clubes de hacerse más rentables. La única manera de seguir manteniendo su elevado tren de gastos es conseguir una forma de ingresos donde no haya intermediarios. La UEFA se ha enriquecido durante décadas de la buena fe de unos clubes que ahora miran por cada céntimo. Ahora les toca sentarse a negociar si no quieren que los que sostienen el negocio tomen una decisión unilateral de independencia.
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