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El único pueblo del mundo considerado ‘maldito’ por la Iglesia está en España

A pesar de que España señala en su constitución que es una nación aconfesional, es más que innegable el componente religioso que marca nuestro país y que nos ha acompañado durante siglos y siglos de historia. De hecho, no podemos olvidar la cantidad de días festivos que celebramos y que tienen relación con la religión y en concreto, con santos, o también lo importante que es la Semana Santa para gran parte de España. A todo ello, se le suman la construcción de iglesias y catedrales presentes en muchas ciudades y pueblos, aunque entre estos últimos, existe un pueblo que es el único del mundo considerado ‘maldito’ por la Iglesia.

El pueblo considerado ‘maldito’ por la Iglesia está en España

Muchos son los pueblos que podemos visitar en España y la mayoría de veces, su gran atractivo es poder contar por ejemplo, con una muralla casi intacta, con un castillo y también cómo no, con el hecho de tener bonitas ermitas e iglesias. Sin embargo, en el pueblo de Trasmoz en Zaragoza no es famoso por sus monumento religiosos, y sí por algo más curioso ya que es el único pueblo en el mundo excomulgado y catalogado como ‘maldito’ por la Iglesia católica.

El motivo para que este pueblo, de tan solo 89 habitantes actualmente, haya sido excomulgado y considerado como ‘maldito’ no es algo reciente.  De hecho, fue en el siglo XIII (en 1255), cuando abad del Monasterio de Veruela, Andrés de Tudela decidió excomulgar al pueblo debido a los enfrentamientos constantes que habían entre sus habitantes por la leña.

Tres siglos más tarde, en 1511, el señor de Trasmoz, Pedro Manuel Ximénez de Urrea, se enfrentó al abad del Monasterio debido en esta ocasión, al agua ya que su curso atravesaba terrenos que estaban ocupados por el convento. De este modo, los clérigos de Veruela desviaron el curso natural del agua, evitando que esta llegara hasta las familias del pueblo.

Tal fue el conflicto que se generó, que llegó hasta las Cortes de Aragón, donde se falló en favor de los vecinos del pueblo. Sin embargo, el abad no aceptó esta sentencia y maldijo al pueblo para siempre.