Parecerá que estás en Bali sin salir de España: ‘National Geographic’ descubre la piscina natural más increíble al lado de Madrid
En un mundo donde las playas abarrotadas y los destinos turísticos saturados se han convertido en la norma del verano, aún existen rincones que resisten el paso del tiempo y conservan intacta su esencia natural. Entre los frondosos pinares, barrancos de vértigo y ríos cristalinos del Parque Natural del Alto Tajo, en la provincia de Guadalajara, se esconde una joya que ha conquistado a los expertos de National Geographic: la piscina natural del Puente de San Pedro. Éste idílico enclave en el corazón de España y que muchos comparan con Bali, ofrece una experiencia única para quienes buscan el contacto directo con la naturaleza y el sosiego del agua limpia y transparente.
Castilla-La Mancha, tierra de molinos y leyendas, sorprende una vez más al revelar uno de sus secretos mejor guardados. En plena comarca del Alto Tajo, donde el río aún fluye joven, salvaje y libre, surge esta piscina natural que más parece un paisaje de postal que un destino real. Más allá del baño, el entorno del Puente de San Pedro ofrece un sinfín de posibilidades para los amantes del senderismo. Muy cerca se encuentra el Salto de Poveda, una espectacular cascada que cae sobre un antiguo muro de presa. Otro enclave cercano es el Hundido de Armallones, una zona de difícil acceso pero de enorme valor ecológico, donde el río se encajona entre paredes de vértigo y la vegetación se vuelve más exuberante.
El rincón de España que parece sacado de una postal de Bali
La piscina natural del Puente de San Pedro se encuentra justo en la confluencia del río Tajo con el río Gallo, en un tramo donde ambos cursos fluviales se abrazan y forman un remanso de aguas turquesas rodeado de paredes rocosas, bosques de pinos y vegetación autóctona. Este rincón, parte del Parque Natural del Alto Tajo, no es sólo un lugar de baño, sino un auténtico refugio natural donde el visitante puede nadar, descansar o simplemente contemplar un entorno casi virgen.
Este tramo del Tajo, aún joven y enérgico, ofrece un espectáculo visual único. Tras abrirse paso entre estrechos desfiladeros y profundos barrancos, el río se ensancha y se calma al llegar a este punto, creando una zona de baño ideal, de aguas tranquilas, poco profundas en los márgenes y profundas en el centro, perfectas para sumergirse y olvidarse del mundo.
Lo más sorprendente es cómo se ha conseguido conservar este paraje en su estado más puro. No hay urbanizaciones, ni chiringuitos, ni construcciones artificiales que rompan el equilibrio visual y ambiental. Todo se mantiene en armonía gracias a un sencillo pero efectivo sistema de acceso que regula la llegada de visitantes durante los meses de verano.
Acceso regulado para proteger un entorno privilegiado
Uno de los grandes aciertos en la gestión de esta piscina natural ha sido el control de aforo, especialmente en los meses de julio y agosto. Un sistema de reserva previa de plazas de aparcamiento, gestionado por la empresa local Cañón del Tajo, permite garantizar que el número de visitantes no supere la capacidad del entorno. Por un precio simbólico (3 euros entre semana y 7 en fines de semana) los visitantes pueden aparcar en una zona habilitada y acceder a pie a la piscina natural.
Un paisaje que emociona
Lo que distingue a este rincón en el que te sentirás como si estuvieras en Bali sin salir de España es la combinación de elementos que ofrece: aguas claras, paisajes sobrecogedores y una biodiversidad exuberante. Desde la orilla se puede contemplar un gran farallón rocoso de más de veinte metros de altura, coronado por un pino solitario que se ha convertido en emblema visual del lugar.
Para los más aventureros, una de las paredes sumergidas del cañón ofrece un pequeño tobogán natural formado por la erosión del agua, que añade un punto de diversión al entorno. El contraste entre el agua azulada, la roca rojiza y la frondosidad del bosque crea un ambiente visual difícil de encontrar en otros rincones de la península.
Entre los matorrales de la ribera es fácil encontrar pequeñas calas improvisadas, ideales para quienes buscan intimidad o simplemente desean leer, tomar el sol o descansar en silencio. En la otra orilla, la arboleda densa ofrece sombra durante las horas centrales del día, lo que convierte este lugar en un refugio ideal para pasar la jornada completa, sin prisas ni interrupciones.
Raíces culturales en un entorno de leyenda
El Puente de San Pedro forma parte del municipio de Zaorejas, un encantador pueblo de Guadalajara que conserva su esencia rural y ofrece hospitalidad, gastronomía tradicional y alojamientos con encanto. A pocos kilómetros, la ermita de la Virgen de la Hoz sorprende por su espectacular ubicación en un cañón de arenisca. Muy cerca, Molina de Aragón invita a descubrir su castillo medieval y su rico legado cultural árabe, judío y cristiano.
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