La curiosa razón por la que no te puedes hacer cosquillas a ti mismo
Un estudio científico aclara uno de los misterios de nuestro cerebro.
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¿Alguna vez te has intentado hacer cosquillas ? Puede que ya de por sí cuando alguien te hace cosquillas no te provoca nada o sabes aguantarlas, pero ya seas de este tipo de personas o no, es del todo imposible que te rías o que saltes si te haces las cosquillas a ti mismo. ¿Por qué motivo? Lo cierto es que la ciencia ya tiene una respuesta para ello así que te desvelamos ahora la curiosa razón por la que no te puedes hacer cosquillas a ti mismo.
No te puedes hacer cosquillas a ti mismo
Detrás de las cosquillas, la risa y el juego se encuentran estudios muy serios de psicología cognitiva y la ciencia de la evolución. Entre los científicos interesados en las cosquillas y en todo el aspecto lúdico del comportamiento humano se encuentra Michael Brecht, investigador del Departamento de Neurociencia de la Universidad Humboldt de Berlín.
En un experimento que ha sido motivo de bastante polémica, ya que algunos consideran que bordea la tortura, Brecht ha investigado uno de los misterios de nuestro cerebro: ¿por qué no puedes hacerte cosquillas?.
El estudio sobre las cosquillas
Brecht, para su experimento, seleccionó 6 parejas de voluntarios y los dividió a su vez en los que hacen «cosquillas» y las «víctimas». Luego grabó las reacciones de las víctimas con cámaras de alta definición. Las parejas estaban formadas por personas que ya se conocían antes de la prueba y que tenían una buena confianza física entre ellos: de hecho, estudios anteriores ya habían demostrado que la ansiedad y la timidez pueden suprimir por completo la sensibilidad a las cosquillas.
Una cuestión de tiempo
En el primer experimento, el que hacía cosquillas estaba detrás de la víctima y tenía que actuar sorpresivamente sobre las zonas del cuerpo indicadas por un monitor. En promedio, el tiempo de reacción de las cosquillas, en términos de cambio de expresión facial y frecuencia respiratoria, es de unos 300 milisegundos.
Después de otros 200 milisegundos llegan las primeras vocalizaciones: un tiempo muy largo, ya que normalmente el tiempo de reacción ante un estímulo táctil, por ejemplo una picadura, es de apenas 320 ms. Según los investigadores, la reacción de cosquillas lleva más tiempo porque implica procesos emocionales más complejos.
En una segunda prueba, los que hacían cosquillas repetían lo que habían hecho en la primera pero, al mismo tiempo, las víctimas se hacían cosquillas a sí mismas o en el lugar opuesto (por ejemplo, debajo del otro pie) o en otras zonas del cuerpo.
El resultado fue curioso: las cosquillas autoadministradas no producían ningún efecto, mientras que reducían mucho el impacto de las infligidas por la otra persona.
El porqué de los resultados
Según los investigadores, el efecto cosquillas se desencadena por un error de percepción del cerebro, que no puede predecir dónde se tocará. Si te haces cosquillas, esta imprevisibilidad desaparece, eliminando así el efecto del toque. Pero Brecht va más allá y plantea la hipótesis de un propósito evolutivo preciso en el bloqueo de las auto-cosquillas.
Cuando nos tocamos, nuestro cerebro restablece la sensibilidad, para evitar inoportunas crisis de risa cada vez que nos tocamos una axila o la planta del pie. Los mecanismos que activan o desactivan este bloqueo aún no se comprenden por completo y se necesitarán más estudios para investigar este aspecto de nuestro comportamiento.
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