Estrella de Diego: «A Picasso no se le puede perdonar todo sólo porque sea Picasso»
Ensayista, Catedrática de la Universidad Complutense de Madrid y Académica de número de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Estrella de Diego (Madrid, 1958) acaba de comisariar una de las exposiciones del momento: Picasso: rostros y figuras. Obras de la Fundación Beyeler y de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Defiende la historiadora, con la que, por cierto, es divertidísimo pasear por los pasillos de la Academia porque la paran cada dos pasos para charlar, que es hora de que se haga una revisión de Picasso y dejar de esquivar la manera que tuvo de ir dejando cadáveres a su paso. «Hay artistas que parecen intocables y la Historia debe pedir cuentas a todos los genios. Picasso hizo cosas inaceptables y hablarlo no puede ser un tabú», explica.
Expone, además, que Frida Khalo no era feminista en absoluto, que las fotos de Dora Maar al lado del Guernica en el Reina Sofía le recuerdan todo lo que ella le dio a Picasso y que ni éste ni la Historia han sabido ver. Y, además, anuncia que está trabajando en un nuevo libro sobre la artista Maruja Mallo: «Se lo debo, era una de las grandes del S. XX y, además, una mujer fascinante y muy graciosa».
Dices que has sido comisaria de esta exposición por accidente. ¿Por qué?
Siempre he pensado que las exposiciones son trabajos colectivos. En este caso, ha sido comisariada con Raphaël Bouvier, pero el proyecto en sus orígenes lo había comenzado Francisco Calvo Serraller y era un proyecto diferente a este porque, en principio, sólo iban a venir piezas de Picasso y ni siquiera las mismas, ya que el traer a la Mademoiselle de Picasso de 1907 ha sido un empeño mío personal. En fin, digo que soy la comisaria accidental un poco en broma porque ya estaba en marcha y la retomé yo.
Cuando estudiabas Historia del Arte, ¿veías este futuro?
¿Mi futuro en Picasso? Para nada. No, no pensé que estaría haciendo una exposición de Picasso ni el trabajo que estoy haciendo en la Academia, que es de pensar, pero también de gestión. Es un servicio que uno hace a la comunidad, a la sociedad y a la institución, aunque espero volver pronto a mis cosas escritas, que es lo que a mí me gusta más. ¡Y a mis clases, claro!
¿Tus alumnos te enseñan cosas?
Todos los días, si no fuera así, no podría llevar tantos años dando clases. Antes hablábamos de mi querido amigo Juan Antonio Ramírez –catedrático de Historia del Arte en la UAM fallecido en 2009– , un profesor dedicadísimo, como tú bien sabes, que decía siempre que si uno es espabilado consigue estar en primera línea de información. Escuchamos a los alumnos porque nos enseñan continuamente a mirar la realidad con esa mirada de las personas que están viviendo el momento actual.
André Breton decía siempre que lo que más lamentaba es haber perdido la mirada de la juventud. Creo que esa mirada se va perdiendo indefectiblemente con los años porque vas teniendo más respuestas para todo o quizá te faltan preguntas. Sin embargo, éstas te las brinda la gente más joven que tienes en clase.
Con los años, pensándolo en frío, creo habría abordado los estudios universitarios de otro modo.
Como tú sabes, yo soy bastante feminista desde hace mucho tiempo, aunque ahora la palabra feminista también… Bueno, que todo el mundo es feminista. Pero a mí, por ejemplo, siempre me ha interesado revisar el papel de las mujeres en la Historia del Arte y sobre ello empecé la tesis en 1981, un momento no tan lejano, pero en el que todo el mundo me miraba pensando: “Estás completamente loca”. Ahora las alumnas, y creo que estamos en un momento un poco pasados de intensidad, me comentan cosas que yo ya estaba contando en clase hace años y ¡me miraban como a una chiflada!
Lo que te quiero decir con ello es que, afortunadamente, las clases se hacen cada vez con más debate y teniendo mucha conexión con los alumnos; pero también creo que la universidad tendría que replantearse su rol y debería ser un lugar de intercambio y no algo estático que va en una sola dirección. ¿Tú qué hubieras hecho distinto? Seguro que tu reflexión también me ayuda.
Lo habría hecho mejor, habría profundizado más, preguntado más y hubiera estado un poco menos preocupada por la nota. Poner más atención al recorrido y menos a la meta. No sé si me explico.
Entiendo. Mira, una clase es como un teatro, así que cuando das una conferencia o das clase ves si el público está ahí al 100%. Cuando no lo tienes, y puede ser culpa tuya o del público porque es cuestión de química, la gente está ahí, sin más; pero cuando ves que esa gente está aprendiendo, en gerundio, es muy emocionante. De todos modos, cuando estás estudiando la carrera tampoco puedes pensar de la misma forma que cuando se es ya un profesional. Lo importante que te debe dar la universidad son las herramientas para poder tomar tus decisiones.
¿A los considerados genios tenemos que perdonarles todo?
En absoluto, no tenemos que perdonarles nada. Además, a mí como que hablar de genios me da como un poco de agobio. Es que, pensemos: ¿qué hacemos con los que no son genios?, ¿con esos miles de artistas supuestamente de segunda fila?, ¿es Mantegna un genio? Pues a mí, y que no me oiga nadie, me gusta más que Miguel Ángel. Es más, creo que la Historia debe pedir cuentas a todos los genios.
¿A Picasso?
Huy, ahí tenemos un hueso duro de roer. En este caso, yo he recorrido con tranquilidad moral al artista porque me he centrado en el Picasso dibujante y retratista que pasa años en la Academia, aunque también es un Picasso complicado porque en la sala vemos retratos de algunas de las mujeres de su vida, como es el caso de Dora Maar, de la que todo el mundo conoce su historia. Pero ya no hablo de las relaciones íntimas que tuvieran, sino que de cómo esas relaciones personales han hecho que Dora Maar se haya quedado fuera de la Historia del Arte.
Es que desafortunadamente nadie despoja a Dora Maar del nombre de Picasso, ni siquiera cuando hablamos de la Dora sólo artista.
Cierto. Yo cada vez que voy al Museo Reina Sofía y veo las fotografías de Dora Maar junto al Guernica de Picasso siento que nada se arregla, es más, siento que se estropea. A mí esas fotos de Dora Maar me recuerdan todo lo que ella le dio a Picasso y que éste no supo ver y que, desde luego, la propia Historia no supo ver.
Por lo tanto, claro que uno no debe juzgar a los artistas por su vida, eso se ha dicho siempre, pero tampoco se puede perdonar todo a alguien que ha hecho determinadas cosas sólo por ser Picasso. Y, sobre todo, creo que debemos ser menos fariseos, debemos sentarnos y hablarlo. A mí me gusta mucho Picasso como pintor, de hecho, la obra más políticamente incorrecta de la Historia del Arte es de mis obras favoritas…
¿Las señoritas de Avignon?
Pues sí, ¿qué quieres que te diga?
Pero, ¿incorrecta por ser un prostíbulo?
¡Hombre! Y porque sobre todo se está apropiando de unos términos que no son de su cultura y que todo el mundo llama africanos, a los cuales está desplazando, está también hablando de un prostíbulo y, además, a todo ello debemos sumarle la historia que tiene Picasso de ir dejando cadáveres a su paso. Por todo ello, me parece mal que ciertos temas sean un tabú o que haya que perdonar ciertos hechos, aunque estemos hablando de Picasso. No hay tabú con Leonardo cuando se debate sobre si era o no homosexual, no hay tabú cuando hablamos del enganche entre Frida Khalo y Diego Rivera, o las relaciones de Frida con otras mujeres. Y sobre ésto se habla porque es Frida, si fuera Diego Rivera creo que no se hablaría de ello.
En fin, yo puedo decir que no me gusta mucho cómo Picasso ha tratado a Dora Maar, por ejemplificarlo en alguien que es artista, y al mismo tiempo decir: “¡Caramba! Esa escultura de Picasso es una maravilla”. Pero, insisto, Picasso debe ser revisado por los picassianos y ver que este señor hizo cosas inaceptables o cosas que, aunque inaceptables, estaban dentro de la tradición clásica, igual que los minotauros violadores.
Quizá también debemos ver qué relación tiene el arte hoy en día con el marketing. Es decir, conocemos más a Miguel Ángel que a Mantegna porque el primero ha tenido un aura siempre más marketiniano, si eso se puede decir.
Sí, sí, sí.
También hablabas de Frida Khalo, que nos la venden como feminista y no ha habido una mujer más dependiente o enganchada a un hombre que ella. En fin, no sé cómo lo ves.
No, no. Frida no es feminista en absoluto.
Pero el marketing a su alrededor es ese, Estrella.
Claro, la puedo presentar como feminista, muy bien; pero si lees sus cartas ves que ella nunca quiso tener ese hijo que nos contaba que quería tener. Es mentira. Frida estaba muy enganchada a Rivera. Así que, sí, creo que también hay un asunto de marketing. Pero en el caso de Picasso, la culpa no es tanto del marketing, sino de los historiadores. Hay artistas que parecen intocables, figuras míticas de la Historia del Arte como Marcel Duchamp, otro niño rico o rico niño, por ejemplo. Con respecto a éste último, sí que ha habido detractores de su figura, pero hasta el momento de Picasso nadie habla muy claramente como detractor.
Cuando has hablado del Picasso dibujante, me he acordado de que el arquitecto Oscar Tusquets dice que el arte contemporáneo es arte decorativo y cree que en las puertas de las Academias deberían pedir a los futuros alumnos dibujar una oreja y si no saben, pues no entran.
Eso me parece bien para un hombre del siglo pasado. Es que a veces nos olvidamos de que Picasso es un hombre nacido en el S. XIX, es como pedirle al doctor Freud no sé qué de este siglo, pues no. Entonces, en una cosa estoy de acuerdo, la formación de Picasso fue fundamental, aunque aquí -en la Academia– estuvo poco tiempo y se quejaba de que era muy antigua y no le dejaban pintar. En fin, es que tenía 16 años. Picasso tenía una formación que te pinta una oreja, una pierna o lo que quiera y creo que consigue pintar Las señoritas de Avignon por lo bien que dibuja. Es decir, como dibujaba tan bien tenía la capacidad de dar una vuelta a todo.
Entonces, ¿podemos determinar que Picasso, a pesar de todo, es un clásico?
Es que Picasso ha sido un clásico toda su vida. Creo que la fascinación que despierta porque es un pintor de la tradición clásica y, además, él tampoco lo niega porque con él hay una especie de retorno a la modelo y a la tradición clásica, y ese es su éxito.
¿Tienes filias y fobias con los artistas?
Intento no tenerlas porque te pierdes muchas cosas. Yo me he dedicado a los estudios de género toda mi vida y me han enseñado que hay que ser mucho más cuidadoso con las cosas y tener la mente más abierta. A mí me gusta mucho la gente que dibuja bien, pero también aprecio la gente que inventa algo como Marcel Duchamp.
¡Ay Estrella! No quiero irme sin hablar de Maruja Mallo.
Es una de las grandes pintoras del S. XX y bastante olvidada. ¿Sabes qué pasa? Que pasaba a un segundo plano porque tenía muchos amigos y todos ellos poderosos, pero Maruja es un personaje interesantísimo. El problema es que el personaje, que era fascinante, eclipsa de algún modo su faceta de artista.
¿Cómo surge tu amistad con ella? La diferencia de edad era grande.
Yo iba a hacer la tesis de Maruja Mallo, lo que pasa es que nos hicimos amigas y en mi mente de 20 años pensé que no tenía sentido hacer una tesis sobre una amiga. Hay una anécdota muy divertida con Maruja que a mí me encanta contar porque éramos dos gamberras. Fuimos a ARCO y cuando llegamos había tanta gente que, de repente, Maruja me dice: “Querida, ¿esto es afición o ganado?”. Luego te llamaba a las dos de la madrugada y estaba hablando contigo como hasta las seis de la mañana, te contaba millones de cosas. Ahora que lo pienso, y me arrepiento, nunca la grabé. Aquellas conversaciones eran increíbles.
Tendrías un material inédito magnífico.
Sí, y sobre todo tendría material para recordar lo divertido que era todo con ella. Ahora precisamente estoy empezando un libro sobre Maruja.
¿Ah sí? Hija mía, qué alegría.
Sí, es que se lo debo, a ella y a Juan Pérez de Ayala, que murió hace poco, y que tanto trabajó junto a Guillermo de Osma en el catalogo razonado de Maruja. Tras darle unas vueltas, he decidido que lo voy a hacer.
Quien no conozca a Maruja, que se ponga en la entrevista A Fondo que le hacen en TVE. Ni pestañeas viéndola y escuchándola.
Creo que ahí es cuando dice: “Esto no es una clase de dibujo, es un concurso de belleza”. No sé si la cito bien del todo. Era una mujer tan graciosa…
El libro de Maruja Mallo lo harás. ¿Y sobre lo ya hecho? ¿Estás satisfecha?
En este momento, en el que estoy casi recogiendo y que ya he hecho casi todo lo que tenía que hacer, sólo puedo decirte que estoy muy contenta de ser lo que soy en todas las facetas. Me hice historiadora del arte por mi pasión hacia el Museo del Prado y ahora que estoy ya metiendo las cosas en la cartera creo que no me equivoqué al seguir mi intuición.
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