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La planta carnívora en Madagascar, ¿leyenda o realidad?

Las plantas carnívoras en Madagascar son un tesoro natural que merece ser protegido y conservado para las generaciones futuras.

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¿Cómo cuidar una planta carnívora?

  • Francisco María
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Desde hace mucho tiempo han circulado relatos que hablan sobre la existencia de plantas que se alimentan de carne humana. Sin embargo, entre los relatos de árboles devoradores, ninguno es más fascinante que la leyenda del monstruoso árbol de Madagascar.

Cuando se habla de “plantas carnívoras”, no son pocos los que asocian este nombre con vegetales devoradores de humanos o animales. Sin embargo, la realidad es que ese tipo de plantas solo se alimentan de pequeños insectos y arañas. Aún así, la planta carnívora de Madagascar sigue inquietando a muchos.

¿Cómo es Madagascar?

Madagascar, conocida por su biodiversidad única, alberga una gran cantidad de especies de plantas carnívoras que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. Estas plantas han desarrollado estrategias muy ingeniosas para atraer, capturar y digerir a sus presas, principalmente insectos, arañas y pequeños animales.

Una de las plantas carnívoras más emblemáticas de Madagascar es la Nepenthes madagascariensis, también conocida como la jarra de Madagascar. Esta planta tiene unas hojas en forma de jarra que contienen un líquido digestivo en su interior, donde las presas son atraídas por el néctar producido en la parte superior de la hoja y caen al líquido, donde son digeridas lentamente. La Nepenthes madagascariensis es endémica de Madagascar y se encuentra principalmente en los bosques húmedos de la isla.

Otra planta carnívora que podemos encontrar en Madagascar es la Drosera madagascariensis, una especie de rocío del sol que atrapa a sus presas en sus hojas pegajosas. Estas plantas producen unas gotas de mucílago en la superficie de sus hojas que brillan al sol, atrayendo a los insectos que quedan atrapados en ellas y son digeridos por las enzimas de la planta. La Drosera madagascariensis es una planta pequeña pero muy efectiva en la captura de presas.

El origen de la leyenda

El 28 de abril de 1874 el extinto periódico The World, con sede en Nueva York, publicó un artículo sobre un extraño hallazgo en Madagascar. El texto se basaba en una supuesta carta del científico alemán Karl Leche, quien exploraba la isla junto a un compañero llamado Hendrick.

Leche describió un ritual sagrado de la tribu Mkodo, en el que participó como observador invitado durante su estancia en Zanzíbar. También señaló la existencia de un árbol singular con una forma parecida a una piña, que alcanzaba los dos metros de altura y tenía una base ancha.

Esta planta extraña tenía ocho enormes hojas, cubiertas de espinas en forma de garra. Estas protegían charcos de un líquido espeso con un olor dulce. Desde la copa del árbol, colgaban largos zarcillos retorcidos se movían constantemente en el aire, como si tuvieran vida propia.

La historia era tan sorprendente que, unos días después, el periódico volvió a publicarla en su edición semanal. Otros medios internacionales, como el South Australian Register, también se hicieron eco de ella.

Un ritual siniestro

Según el relato de Leche, él fue testigo de cómo los miembros de la tribu seleccionaron a una mujer de entre la multitud. A punta de lanza, la obligaron a trepar el tronco del árbol hasta una de las hojas. Una vez allí, le ordenaron beber de uno de los charcos de líquido viscoso.

Enseguida, se produjo una escena de horror: el árbol, que hasta ese momento había permanecido quieto, cobró movimiento. Los zarcillos se agitaron con furia, aferrándose al cuello y los brazos de la mujer, mientras la estrangulaban con una rapidez y fuerza demoníacas.

Mientras la víctima gritaba en agonía, los miembros de la tribu cantaban y vitoreaban alrededor del árbol. Al mismo tiempo, consumían un líquido mezclado con sangre que supuraba del tronco y las hojas. El botánico y su compañero, aterrorizados, huyeron del lugar.

Semanas después, Karl Leche regresó al sitio donde se encontraba el árbol. Allí, encontró las hojas abiertas y un cráneo blanco como único rastro de la víctima. La historia de Leche generó un gran revuelo. Fue así como el árbol devorador de Madagascar se convirtió en una leyenda conocida mundialmente.

¿Realidad o ficción?

En 1955, el paleontólogo alemán Willy Otto Oskar Ley refutó la historia de Karl Liche, calificándola como un fraude. De hecho, se probó que no existía ningún explorador alemán llamado Karl Leche, ni una tribu con esas costumbres salvajes, ni mucho menos un árbol antropófago.

Pese a todo, muchas personas siguieron creyendo en la veracidad de esa historia. Posteriormente, Chase Salmon Osborn, un explorador, periodista y político que, en 1824, tras ser gobernador de Michigan, escribió un libro titulado Madagascar, land of the Man-eating Tree. En esa obra, Osborn daba credibilidad a la historia y la respaldaba con supuestos relatos de misioneros.

El relato de árboles y plantas carnívoras ha sido recurrente en la literatura. Hay numerosas obras que exploran la idea de vegetación amenazante. Un ejemplo clásico es El día de los trífidos de John Wyndham, que fue adaptado al cine en 1962.

Estas narrativas ficticias han inspirado una amplia gama de cuentos, novelas y películas. Lo cierto es que no existe ninguna evidencia creíble de la existencia real de una planta carnívora de Madagascar. A pesar de esto, la fantasía popular sigue alimentándose de leyendas como esta.

Conclusión

Además de su importancia ecológica, las plantas carnívoras en Madagascar también tienen un gran valor científico y educativo, ya que su estudio nos permite comprender mejor los mecanismos evolutivos y la diversidad biológica de la isla. Investigaciones recientes han demostrado que estas plantas pueden ser una fuente potencial de nuevos compuestos bioactivos con aplicaciones en la medicina y la industria.

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