Cuenta atrás para el cisma de Belorado: la Iglesia da un ultimátum a las monjas tras el último escándalo
El Tribunal Eclesiástico ha citado para declarar a las monjas a fin de que aclaren sus posturas
Las monjas se niegan a acudir, por lo que serán excomulgadas
Pese a los muchos intentos por reconducir la esperpéntica situación de las monjas clarisas de Belorado (Burgos), todo apunta a que finalmente habrá cisma, dado que la Iglesia finalmente ha fijado un plazo que termina a finales de esta semana, para que las monjas dejen clara su postura apóstata, mientras se han negado a entregar una copia de las llaves del monasterio al arzobispado, tal y como les requirió D. Mario Iceta, como comisario pontificio, puesto que hay que recordar que los bienes «pertenecen a la comunidad como entidad jurídica, no a sus miembros en cuanto a personas físicas».
Para ello, el Tribunal Eclesiástico del Arzobispado de Burgos ha enviado una carta a cada una de las monjas, a fin que se personen ante este tribunal y se posicionen por el conocido como «manifiesto católico» que la ex abadesa del convento de Belorado remitió al arzobispado, así como una carta solicitando la tutela al obispo fake, Pablo de Rojas, el líder de la secta Unión Pía de San Pablo Apóstol.
En la nueva cuenta de Instagram de las monjas de Belorado, creada en mayo, a raíz de saltar la polémica del cisma, las clarisas han contestado a dicha carta enviada por el Tribunal Eclesiástico, que sus declaraciones «son claras» y que, por ende, desde el primer momento «deberían haber tenido como consecuencia automática nuestra exclusión del ámbito de aplicación del Derecho Canónico».
¿Unanimidad entre las monjas?
D. Mario Iceta quiere contrastar que hay unanimidad en el monasterio antes de hacer oficial la excomunión, que ya ha comenzado la cuenta atrás. Como comisario pontificio nombrado por el Papa Francisco, tiene dudas de que esta decisión de romper con la Iglesia Católica sea consensuada y esté respaldada por todas las monjas. Y es ahí donde está la clave, pese a que supuestamente todas las clarisas de Belorado rechacen el «tiempo para reflexionar, para dialogar», que les dio el arzobispo, D. Mario Iceta.
Un gesto de diálogo por parte de las monjas que denotaría, de cada una de ellas, una voluntad deliberada de asumir la excomunión. Sin embargo, las monjas se han negado a mantener contacto con el arzobispado desde el principio. Además, el interlocutor con la prensa ha sido José Ceacero, el ex barman reconvertido en falso sacerdote de la secta, quien, junto a de Rojas, todavía permanece en el convento pese a que el arzobispo manifestara expresamente que debían de abandonarlo todos los miembros de la secta.
No hay que olvidar que una de las hermanas desertó al principio del escándalo, a quien se le dio refugio en un monasterio de Clarisas, próximo a la zona. Además en el monasterio de Belorado, como decimos, hay monjas muy mayores, que se teme que sufran algún deterioro cognitivo que les impida ser plenamente consciente de las consecuencias espirituales que tendrá de pertrecharse el cisma en Belorado. Es este el motivo por el cual Iceta ha dado cinco días extra a las monjas más ancianas antes de tomar la dura decisión de ser excomulgadas de la Iglesia.
El colmo de la cerrazón se produjo el pasado jueves, cuando las rebeldes llamaron a la Guardia Civil, para expulsar a la secretaria de la Federación de las Clarisas de Nuestra Señora de Aránzazu, Sor Carmen Ruiz, que intentó en vano dialogar con ellas y sobre todo con las más mayores; a Rodrigo Sáiz, apoderado del arzobispo de Burgos; y al notario del Tribunal Eclesiástico, Carlos Azcona, quien tenía el objetivo de trasmitirles la apertura del proceso canónico. Todo ello después de haber puesto una denuncia en Logroño contra el arzobispo el pasado 30 de mayo, tras haber tomado el control absoluto de tres monasterios por orden del Papa Francisco.
La pena y el delito
El Tribunal Eclesiástico advierte en la carta dirigida a Sor María Sión de la Trinidad, que el «manifiesto católico» en el que manifiestan abandonar la Iglesia Católica, así como la solicitud de tutela a Pablo de Rojas, todo ello firmado por la ex abadesa Sor Isabel de la Trinidad, además de la carta de aceptación en la secta de Rojas, manifestando rechazo a la sujeción al Sumo Pontífice y de la comunión con los miembros de la Iglesia, «constituyen un delito de cisma, tipificado en el Código de Derecho canónico a tenor del canon 751 CIC» y «lleva consigo la expulsión de la vida consagrada».