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Espina Bífida: Qué es, tipos y cómo tratar

Espina Bífida: Qué es, cómo se produce, tipos y cómo tratar. Descubre qué es esta patología y de qué manera se puede prevenir y tratar.

Una de las pruebas a las que suelen someterse las mujeres embarazadas es la prueba de la espina bífida con el fin de poder detectar el riesgo que tiene el bebé de sufrir esta dolencia que a continuación os explicamos con más detalle, si bien existen varios tipos y distintos tratamientos.

Qué es la espina bífida

La espina bífida se define como una malformación congénita causada por una falta de fusión de las estructuras de la línea media embrionarias (tubo neural embrionario). Esta patología es una de las lesiones de la médula espinal más comúnmente observadas y puede afectar su extensión completa.

En el caso de que se produzca espina bífida, se genera un quiste a medida que el tejido nervioso salta a través del orificio causado por la malformación, dejando la médula espinal desprotegida.

Entre las diferentes causas de esta patología se encuentran:

Tipos de espina bífida

La espina bífida se clasifica en tres tipos:

Es importante clasifica bien la espina bífida en su diagnóstico ya que la ubicación de la deformidad en cuestión determina la parálisis del individuo que sufre la patología. Si está en la columna dorsal, L1 o L2, la parálisis se considera alta; a nivel de vértebra L3 es medio, mientras que a nivel de L4, L5 y sacro es baja.

Pruebas para detectar la espina bífida

La espina bífida se puede detectar durante el primer trimestre del embarazo mediante ultrasonido. También se puede detectar realizando una amniocentesis de acuerdo con el nivel de proteína α-fetoproteína presente en el líquido amniótico.

Después del nacimiento, cuando la espina bífida no está oculta, es posible visualizar el orificio formado en la columna y exponer el tejido nervioso.

Tratamiento de la espina bífida

El paso principal en el tratamiento de la patología es el cierre de la lesión. Durante el examen, debe evaluarse para detectar hidrocefalia . La realización de ejercicios de fisioterapia ayuda a corregir las posibles deformidades resultantes de esta patología, como el pie zambo, el muslo dislocado, la amplitud articular reducida, los cambios en el tronco, así como dar fuerza a la musculatura.

Es esencial que los padres reciban orientación sobre cómo tratar al niño con esta deformidad, para que se estimule y se evite el empeoramiento de la afección.