Val Zamora: el arte de reinventarse sin perder la esencia
Val Zamora no necesita alzar la voz para hacerse notar. De sonrisa pausada, mirada serena y conversación fascinante, Val es uno de esos nombres que aparecen —sin hacerse notar— en todos los lugares que importan.
Su nombre resuena con fuerza entre los pasillos dorados de la industria musical, pero también en las tertulias teatrales mallorquinas y en los círculos discretos de la sociedad valenciana.
Su presencia es elegante, casi cinematográfica, como si su vida hubiera sido escrita por un guionista con especial sensibilidad por los giros del destino.
Valenciano de nacimiento, abogado de formación y cosmopolita por vocación, Zamora fue durante años una de las figuras clave de la promoción artística en España. Desde su puesto en Sony Music, y con un carisma tan natural como magnético, contribuyó a elevar las carreras de artistas del calibre de Julio Iglesias, Rocío Jurado, George Michael, Bruce Springsteen, Emilio Aragón, Lluis Llach o Mónica Naranjo, entre muchos otros. Su trabajo abarcó el área mediterránea y Madrid, donde su nombre era sinónimo de solvencia profesional y discreción elegante.
Durante 12 años, fue director de la emisora Radio España en la Comunidad Valenciana, guiando la estación con una mirada moderna y una intuición que pocos en el medio poseían. Su despacho era una pasarela constante de artistas, periodistas y personajes públicos. Pero también fue, en un momento oscuro, un blanco: su nombre apareció en los objetivos de la banda ETA. Aquello lo cambió todo.
Con una valentía tranquila, Val decidió parar. Tomarse un respiro. Abandonó el ruido —aunque nunca del todo la música— y puso océanos de por medio. Vivió en Sídney un año, y después en ciudades como Londres, París, San Francisco, Boston, Viena o Roma. Lejos de los focos, se reconectó con su otra vocación: el derecho, al frente de los negocios familiares. Fue un ejercicio de introspección, de reinvención y de profunda humanidad.
En 2008 se instaló en Mallorca con su pareja, el actor, director i gestor cultural Rafel Brunet. Desde entonces, su nombre volvió a brillar, esta vez en la escena cultural y social de la isla. Ha sido impulsor, cómplice y testigo de numerosas iniciativas teatrales y artísticas, dejando su huella sin necesidad de ocupar portadas.
Val celebró su cumpleaños en la intimidad del club privado Lalila, en Palma de Mallorca. Rodeado de un grupo reducido de amigos cercanos —de esos que ya son familia por elección—, fue una velada cálida, sobria y con ese aire de complicidad que solo se da entre quienes se conocen de verdad. Sin flashes innecesarios, sin pretensión. Como es él.
Val Zamora es, al final, eso: un personaje de novela que eligió vivir su historia con dignidad, sensibilidad y mucha clase. Y que, pese a los cambios, los giros y las distancias, nunca dejó de ser fiel a sí mismo.
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