Unos (festivales) se van, otros llegan
El 17 de noviembre se despide la 15 edición del Festival Pianino con recital del japonés Naruhiko Kawaguchi
Ahora mismo estamos asistiendo a un relevo de la guardia en territorio de las artes escénicas, porque corrientemente esta es la época de ver cómo se van unos (festivales) y llegan otros (festivales). En el capítulo primero, está la terna de ciclos de música clásica en fase despedida, y capítulo dos, el doblete ópera-jazz. Todo ocurre al mismo tiempo, de allí aludir a relevo de la guardia. Unos se van, otros llegan. Todo a la vez.
Coincidiendo en fechas, llega la clausura del Festival de Música del Puerto de Sóller (25 de octubre) y también del Festival de Música de Deià, aunque en este último caso lo que en realidad sucede es que estamos ante un bonus track en toda regla. En realidad el Festival de Deià tenía previsto celebrar la despedida de su 46 edición el pasado 4 de octubre. La buena noticia para la organización del Festival de Deià era el regreso a España, en viaje privado, del violoncelista estadounidense Zuill Bailey. Fue entonces cuando Alfredo Oyágüez (son muy buenos amigos) le propuso hacer en la isla una première de su inminente gira mundial cuyo título genérico es B & B.
Dicho y hecho. Se eligieron tres fechas: el 24 en la Fundación Miró; el 25 un maridaje de vinos y las suites de chelo de J. S. Bach en Valldemossa y el 26 broche de oro en Son Marroig. Acudí a la cita en la Fundación Miro, donde Bailey cautivó al público con su recreación de los 36 movimientos repartidos en las seis suites. Tengo pendiente de escribir la crítica que voy a colgar en mi blog. Por cierto, B & B es el abreviado de Bach and Bailey.
Un poquitito más alejada en el tiempo, se despedirá la 15 edición del Festival Pianino. Será el 17 de noviembre con recital del japonés Naruhiko Kawaguchi, sentado al piano Pleyel de cola fabricado en 1851. Reconozco sentir una gran debilidad por este ciclo que se celebra en la Celda número 4 de la Cartuja de Valldemossa. La misma que ocupó Chopin aquel invierno.
Ahora los que llegan. Días pasados, coincidían la misma semana las fechas de inauguración de la 39 Temporada d’Òpera del Teatro Principal de Palma y el 17 Jazz Voyeur Festival, también en Palma. Una brillante producción de Turandot, coincidiendo con la recta final del Año Puccini, seleccionó los días 21, 23, 25 y 27 para las ya consolidadas cuatro funciones, y todas ellas a sala llena. Espectacular puesta en escena y la buena fortuna de poder contar con la misma pareja que a finales del año pasado protagonizó esta ópera póstuma de Puccini en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona: la soprano inglesa Catherine Foster y el tenor español Alejandro Roy. Estuve en la función del 25 de octubre y tengo todavía pendiente la crítica.
Ese mismo día, el 25, el estadounidense de origen panameño, José James, inauguraba en el Trui Teatre la decimoséptima edición del Jazz Voyeur. A mí personalmente no me va la fusión del soul y el hip hop, así que no me perdí gran cosa en lo referido a mis preferencias. En cualquier caso, era su primera vez en el archipiélago y se acercó para presentar su álbum 1978.
Lo que no pienso penderme son las dos citas más relevantes de esta edición centradas en la conmemoración de los 27 años de la grabación del álbum Acoplados, que reunía al gran pianista Chano Domínguez y a la coplera posmoderna Martirio. Estuvieron en el Auditórium de Palma el año 2017. Ocurrirá el 3 de noviembre en el Teatro Principal de Palma. La otra cita se anuncia para el 24 de noviembre en el auditorio del Conservatorio Superior de Baleares. Egberto Gismonti será el protagonista, embarcado en la gira de despedida de los escenarios con un espectáculo intimista a base de guitarra y piano. Le habremos pillado por los pelos, puesto que será su primera vez en un escenario de Baleares. De hecho, va a ser la cita nuclear del 17 Jazz Voyeur Festival, como homenaje a la evolución de la música brasileña.
Me he referido a cinco festivales de gran relevancia para los aficionados y nótese que solamente uno de ellos, la Temporada d’Òpera, de titularidad pública. El resto son fruto del esfuerzo privado, difícil en ocasiones, pero siempre cargado de sana ambición. No deja de ser penoso que en una isla que fundamentalmente vive del turismo y considerada líder mundial en la innovación del sector, el tejido empresarial viva de espaldas a iniciativas que por derecho y trayectoria cabe considerarlas el punto de partida de la oferta cultural que se merece una oferta turística de calidad.
He elegido el cartel de clausura del XV Festival Pianino para ilustrar estas líneas porque a pesar de ser el más modesto de todos, la fuerza interior de sus organizadores es admirable y porque enamora escuchar el sonido de un piano de cola de mediados del siglo XIX, tan cargado de simbolismo.
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