Andalucía
CETI de Ceuta

Trabajadores del CETI de Ceuta: «Los inmigrantes son clientes, gimnasio pagado y taxis para la mezquita»

"Aquí ya no son vulnerables. Algunos trabajan por la mañana y después vienen a dormir como si fuera un hotel"

Los funcionarios también denuncian que los residentes han montado su propio zoco dentro del centro

  • D. García de Lomana y B. Jiménez

Antonio Jesús Bautista lleva al frente del CETI de Ceuta desde el 3 de septiembre. Antes fue capitán de la Guardia Civil y voluntario de Cruz Roja. El Gobierno de Pedro Sánchez le encargó reconducir el sobresaturado centro tras la dimisión de su anterior gestor, José Durán, pero sus trabajadores denuncian a OKDIARIO Andalucía que Bautista ha convertido el CETI en un «hotel» donde los inmigrantes viven como si fueran «clientes». Cuentan con «taxis para ir a la mezquita», gestionan sus propios zocos para hacer negocios dentro del centro y disponen de «gimnasios privados pagados» por el propio director, al que los internos llaman «tío».

«Aquí ya no son vulnerables. Algunos se van por la mañana a trabajar y después vienen a dormir al CETI. Esto es como si fuera una pensión o un hotel», asegura a OKDIARIO Andalucía un trabajador del centro que lleva décadas como funcionario en el CETI. «Bautista les pone taxis para ir a la mezquita y hasta les paga los gimnasios privados. Hay a uno al que ha llevado para que se saque el cinturón negro de kárate y de taekwondo», afirma este trabajador.

A Durán ya se le acusaba de un excesivo compadreo con los residentes, pero según afirman otras fuentes que conocen de primera mano la situación en el CETI, Bautista ha cruzado la raya: «Una cosa es que esté ahí para velar por los residentes y otra cosa es lo que está haciendo. Lo del anterior director ya era sorprendente, porque les daba tres horas de audiencia cuando se quejaban por un bollo de pan del menú, pero es que éste está siguiendo una línea que va más allá. Ahora el lema es: Lo que ellos quieran. Les paga los taxis para que vayan a rezar a la mezquita. Si llega un chico con las piernas rotas después de saltar la valla, sí, se le paga un taxi para que vaya al hospital. Pero esto es una locura. Está pagando una barbaridad de taxis y no sabemos cómo va a justificarlo».

Y es que Bautista sólo ha necesitado dos meses para poner a los empleados del CETI en su contra. «Se le está quedando grande el cargo. Está cruzando límites con los trabajadores, contestándoles con malas formas. Lo está haciendo mal por todos lados: vigilantes, cocina, técnicos de integración, trabajadores sociales, mantenimiento… No confía en nadie y quiere acapararlo todo», explica a este periódico la citada fuente.

«Es un dictador»

Las acusaciones son graves, pero esto es sólo la «punta del iceberg», recalcan las mismas fuentes, que denuncian que «la gente tiene miedo». «Es un dictador. Amenaza con abrir expedientes por todo. Ha pedido las contraseñas de las cámaras y las tiene en su móvil. Desde su teléfono controla todo lo que pasa», añaden.

«Ahora todos los que trabajamos ahí, que somos funcionarios o personal externo de otras empresas, les tenemos que tratar como si fueran clientes», explica el referido funcionario del CETI, que recuerda que «con el jefe de antes al menos se podía hablar, pero con éste no»: «Bautista actúa como le da la gana y dice que sólo tiene que dar explicaciones a Madrid».

«Incluso han llegado a tener una barbería propia. Eso está prohibido, pero había un residente subsahariano cortando el pelo a la gente. También pasa que les das unas zapatillas, las venden y luego piden otras», explican las citadas fuentes. Otro trabajador, por su parte, asegura que «dos de ellos han montado una especie de zoco en el CETI, donde venden bebidas y comida dentro del centro», algo que también está «prohibido».

«El otro día estaba uno fumándose un porro delante de la Policía y el inmigrante le dijo al agente que no podía decirle nada porque el CETI es su residencia», explica un funcionario del centro, que recuerda otro «vergonzoso» episodio con una empleada: «Hace unos días, a una auxiliar de cocina, un inmigrante la llamó puta dos veces. La chavala, que es musulmana como él, le dijo: Puta tu madre, yo no soy puta. Y el inmigrante le dijo: Pues ahora voy a hablar con mi tío. El tío es el nuevo director. Y el director montó una bronca de escándalo, diciendo que había que tratarlos como clientes aunque les insultaran».

Pese a que no han pasado ni dos meses desde que el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones eligió al nuevo director del CETI, la situación ya se ha tornado insostenible a ojos de los funcionarios, que han pasado de ejercer una labor asistencial a personas en situación de vulnerabilidad a trabajar por y para los inmigrantes, que viven y utilizan las instalaciones como un hotel aprovechando que el tío Bautista les ha otorgado el estatus de «clientes».