El móvil de la desaparecida de Valladolid se apagó a las 5:00, dos horas después de perderse su pista
El juez prolonga tres días más el arresto del único detenido por la desaparición de Esther López
Las contradicciones de dos testigos condujeron al detenido por la desaparición de la joven de Valladolid
Un detenido por la desaparición de una joven en Valladolid
La desesperación de una familia, el empecinamiento de un detenido y la pericia policial conviven estos días en la pequeña localidad vallisoletana de Traspinedo, donde el pasado 12 de enero se pierde la pista de Esther López, una mujer de 35 años desaparecida en Valladolid y vista por última vez muy cerca de la casa del hasta ahora único detenido por estos hechos. Ramón, un hombre de 48 años, cuyo perfil y antecedentes los sitúan en el centro de las pesquisas, junto con su comportamiento y con el hecho de que su casa dista escasos 200 metros del último lugar donde Esther fue vista. OKDIARIO ha podido saber que el teléfono de la mujer se ha convertido en pieza clave del caso, sobre todo tras saber los agentes que el terminal dejó de emitir señal cerca de las 05:00 de la madrugada, cuando alguien lo apagó o simplemente dejó de funcionar.
La juez que recibió al detenido por la desaparición de Esther tomó una decisión excepcional: que la Guardia Civil mantenga detenido y bajo su custodia al único arrestado por la desaparición de Esther López. Para decidir duplicar el tiempo de custodia de un detenido la juez debió ser ampliamente informada de los detalles de la investigación por parte de los guardias. Uno de los principales argumentos es que los registros en las propiedades de Ramón, incluidos vehículos, estaba siendo tan minucioso que quedaba mucho trabajo por delante. Pero sin duda, los argumentos de mayor peso fueron los indicios que pesaban sobre el detenido.
Que dijera haber hablado con Esther tras su desaparición, algo desmontado por los investigadores, que es la última persona que vio a la chica, que el hombre que la dejó en la carretera apuntara su nombre -el del detenido- como uno de los destinos que se plantearon la noche de la desaparición, y que al parecer Ramón tuviera planes para abandonar la zona, fueron argumentos de sobra para sustentar la decisión de la juez.
Para los investigadores, sigue siendo una incógnita el papel real de las dos personas que salieron con Esther de Traspinedo pasadas las dos de la madrugada, ya habrá tiempo de contrastar del todo sus versiones, pero de lo que no les cabe la menor duda es que la chica estaba en el kilómetro 61 de la carretera A11 a las los 02:30 de la madrugada. Y esa certeza se basa en el posicionamiento y la señal de su teléfono móvil.
Esther usaba mucho el móvil
Ese terminal cuyo uso tanto preocupaba a la familia de la joven. “Siempre nos llamaba y si se quedaba sin batería le pedía el teléfono a algún amigo”, explicaban los cercanos a Esther a las pocas horas de perdérsele la pista. Ese teléfono estuvo en funcionamiento durante al menos dos horas tras la desaparición de la joven y los investigadores se centran ahora en conocer su actividad durante esos más de 120 minutos. El uso que Esther le pudiera dar al aparato y sus posibles localizaciones pueden acercar un poco más a los investigadores al verdadero objetivo del caso: localizar a la joven desaparecida en Valladolid.
Lo que saben a ciencia cierta es que ese teléfono dejó de funcionar en un momento que ronda las 05:00 de la madrugada. La duda es saber si lo apagó ella, si alguien lo desconectó, si se le acabó la batería o si entró en contacto en algún medio incompatible con su funcionamiento, como por ejemplo que fuera sumergido en el agua. Lo que sí saben los investigadores a través de sus propias pericias y de entrevistas con la familia es que el uso del terminal por parte de Esther era de alta intensidad, sobre todo para mandar mensajes instantáneos o navegar en una conocida red social.
El examen de lo que pasó con ese terminal es crucial para poder enfrentarlo a la versión que mantiene el detenido, quien no sólo niega tener cualquier relación con la desaparición de la joven, sino que además ha amenazado con ponerse en huelga de hambre como una especie de respuesta a su detención, que considera carente de fundamento. Eso sí, Ramón no quiere comer, pero tampoco hablar, ya que ha declinado declarar tanto en sede policial como judicial y se ha limitado a reiterar que él no es responsable de la ausencia de Esther. Mientras tanto, varios perros especializados de la Guardia Civil y un helicóptero se han unido a los buzos que desde hace días buscan a la joven desaparecida en Valladolid usando siempre el mismo punto de partida: el cruce cercano a la casa de Ramón.
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