Tumor de riñón: estas son las opciones más vanguardistas para tratarlo de forma poco invasiva
En algunas ocasiones hay dolencias que aparecen en revisiones de rutina. Es decir, no notamos síntomas o dolor, pero es posible que tengamos algo en nuestro interior que no ha dado la cara y debemos ponerle atención. Una de estas patologías puede ser el cáncer de riñón, una dolencia que en muchas ocasiones no presenta síntomas de gravedad.
Esto, tal como explican los especialistas del Servicio de Urología Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid, es bastante frecuente tras someter al paciente a varios estudios diagnósticos y, además, produce asombro en muchos de los pacientes porque, en principio, no se suelen notar nada.
«Aunque pueda parecer extraño, en cierto modo, es una fortuna tener un tumor de riñón que no nos ha dado ningún síntoma, que ha sido un hallazgo ocasional al realizar estudios para otra dolencia. Y, ¿por qué es una «fortuna»? Básicamente, porque las probabilidades de llevar a cabo un tratamiento eficaz frente al tumor son mayores, a la vez que tiene un mejor pronóstico», explica la Dra. Lidia Coloma Ruiz.
El momento del diagnóstico del cáncer de riñón ha cambiado radicalmente en los últimos 20 años. «Y esto se debe al auge y accesibilidad de dos técnicas radiológicas: la ecografía y la tomografía axial computerizada (TAC o scanner). Gracias a ellas, los tumores de riñón se diagnostican en fases más precoces, es decir, más pequeños. Cuando no producen aún ningún síntoma», comenta el Dr. Nasser Amaruch García.
Diagnóstico temprano con tratamiento poco invasivo
Y añade: «Diagnosticar un tumor de riñón en estas fases tempranas nos permiten a los urólogos realizar tratamientos quirúrgicos mínimamente invasivos y altamente resolutivos, logrando elevados porcentajes de control de la enfermedad».
Y ¿de qué tratamientos estamos hablando? En este sentido, el
Dr. Alberto Hernando Arteche relata que el tratamiento del cáncer de riñón cuando no hay enfermedad fuera de él –es decir, que no hay metástasis– es fundamentalmente quirúrgico. «Durante los últimos años, el avance de las técnicas laparoscópicas ha ido dejando en segundo plano la cirugía abierta convencional. Por ello, la cirugía es poco invasiva y aporta muchas ventajas, entre ellas, por ejemplo, una mejor visualización, un adecuado control oncológico, menor sangrado y menor dolor, así como una recuperación postquirúrgica más rápida», añade.
Según los especialistas, esta cirugía es la más habitual y permite llevar a cabo varias técnicas como, por ejemplo, nefrectomía radical: extirpar el riñón completamente; nefrectomía parcial: extirpar solo la zona de riñón que contiene el tumor y permitiendo conservar buena parte del órgano.
Técnica quirúrgica según el tumor
Del mismo modo, esta técnica quirúrgica, detallan, se puede abordar de tres modos distintos, que los especialistas eligen en función de las características del tumor y de las condiciones propias de cada paciente.
En primer lugar, transperitoneal, que es el abordaje desde la parte anterior del abdomen; en segundo lugar, retroperitoneal, que es el abordaje desde la parte posterior y lateral del abdomen y, en tercer lugar, a través de una intervención asistida por robot que, entre otros aspectos, se trata de realizar la intervención mediante el control y manipulación de unos brazos quirúrgicos robóticos.
En esta línea, comenta el Dr. Nasser Amaruch García, «otro tipo de tratamientos que podemos ofrecer en caso de tumores pequeños son las terapias ablativas (radiofrecuencia o crioablación). Estas permiten tratar únicamente el tumor, preservando de esta forma el resto del órgano».
Los tumores que se diagnostican de forma más tardía y que tienen un tamaño mayor o unas características más complejas se abordan mediante cirugía abierta. Esta técnica nos permite un gran control quirúrgico que se traduce en una mayor seguridad para el paciente.
Un equipo multidisciplinar
Comenta también que en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz «disponemos de un equipo multidisciplinar (Urología, Oncología Médica, Oncología Radioterápica, y Diagnóstico por la Imagen-Radiología) capaz de analizar y valorar cada situación de forma individualizada para finalmente diseñar y prescribir el tratamiento más oportuno».
Por otro lado, consideramos que la nutrición y alimentación es fundamental y determinante para la calidad de vida de las personas con cáncer. Los requerimientos nutricionales van a ser distintos en función del tipo de tratamiento realizado (cirugía parcial, radical o tratamientos sistémicos) y del punto en el que se encuentre la enfermedad.
«Es por ello que hemos colaborado en la elaboración de un manual de nutrición donde se dan unas pautas a seguir en función de las distintas situaciones a las que se enfrenta cada paciente», concluye por su parte la Dra. Coloma Ruiz.
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