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¿Dormir seis horas es como no dormir nada?

El cuerpo humano necesita unas ocho horas para reponerse de los esfuerzos de la jornada y cargar pilas con vistas al día siguiente. Cuando no se descansa lo suficiente el rendimiento y la productividad quedarán mermados. Una investigación realizada por la Escuela de Medicina de la Universidad de Pennsylvania desvela un dato que se desconocía hasta la fecha. Dormir seis horas es como no dormir nada.

Para realizar este trabajo se analizó a 48 personas sanas con edades comprendidas entre los 21 y 38 años. Fueron divididos en cuatro grupos y se les sometió a unas rutinas de sueño totalmente distintas. Unos durmieron durante dos semanas ocho horas diarias, otros seis horas, otro grupo cuatro horas y al cuarto se le privó de sueño durante un par de días. Durante el tiempo que se prolongó la investigación se monitorizó tanto el comportamiento psíquico como el físico.

Aquellos que descansaron durante ocho horas rindieron con total normalidad en el día a día, mientras que los que peor reaccionaron fueron los que dormían cuatro horas. Sin embargo, la gran sorpresa se detectó entre aquellos que durmieron seis horas. Hasta el décimo día de la investigación parecían ir con normalidad, pero a partir de ahí su comportamiento cognitivo resultó igual de malo que el que presentaban las personas que no habían descansado ni un minuto durante dos días.

Una vez que analizaron en profundidad las reacciones de todos los voluntarios detectaron que no existían grandes diferencias entre dormir 6 horas, 4 horas o no dormir nada. Se demostró en esta investigación que aquellos que descansaban por debajo de las seis horas mostraban déficits cognitivos y un rendimiento muy parecido al experimentado por aquellas personas que se pasaban dos noches en vela. Sin embargo, en ningún momento los afectados apreciaron el déficit de sueño que tenían.

El peligro de prolongar la estancia en la cama.

Dormir poco afecta a nuestro rendimiento, pero tampoco resulta saludable para el organismo los cinco o diez minutos de más que nos quedamos en la cama después de que suene el despertador. El hecho de no levantarse a la primera implica una disminución del rendimiento durante la jornada, pérdida de memoria y menor capacidad de reacción. Esos minutos de propina que nos damos a la mañana no resultan tan positivos como nos creíamos. Se produce una fragmentación de los ciclos que acaba teniendo una serie de consecuencias a todos los niveles a lo largo del día.

Ese descanso extra que nos permitimos algunas mañanas puede acarrear graves consecuencias. Es mejor abandonar la cama a su debido tiempo para no empezar el día con mal pie y de mal humor. Ni el café cargado ni una ducha fría podrán arreglarlo. Los expertos aconsejan levantarse cada mañana de manera natural, sin necesidad de recurrir a los pitidos y músicas de los dispositivos electrónicos. También esto nos llevaría a acostarnos sólo cuando se tuviese sueño y tampoco es así. El organismo está preparado para acostarse por la noche y despertarse con la claridad, al amanecer.