Los ‘separatas’ ganan 11 a 1 en TV3
TV3 es una eficaz maquinaria de reparto de dádivas en formas de encargos audiovisuales entre los productores patriotas, llámense Toni Soler o el dúo Jaume Roures – Andreu Buenafuente, por citar sólo a los más conocidos. Pero, sobre todo, es una eficaz herramienta de propaganda separatista. Tanto, que los nacionalistas la consideran sólo suya, y de ahí que excluyan a más de media Cataluña, como ha vuelto a demostrar un informe hecho público esta semana por el Consejo del Audiovisual de Cataluña. Este documento demuestra lo que era evidente viendo su programación: en el primer cuatrimestre de 2022, en el debate sobre la inmersión lingüística en catalán impuesta en las escuelas en esta comunidad autónoma y las sentencias judiciales que obligan a impartir al menos un 25% de docencia en español, TV3 dedicó 11 veces más tiempo de palabra a las entidades independentistas –como Òmnium Cultural y la ANC– que a las que no lo son.
Y es que los separatistas consideran TV3 tan suya que cada vez que un líder constitucionalista, sea del partido que sea, sale en la pantalla de la televisión de la Generalidad las redes sociales se llenan de comentarios de televidentes independentistas indignados porque un mal catalán, facha y colono se dedica a españolizar esta cadena. Cerca de 300 millones de euros anuales –entre el presupuesto inicialmente aprobado y las sucesivas ampliaciones durante el año– cuesta a todos los españoles un medio de comunicación sectario que insulta a todos aquellos ciudadanos que no son secesionistas. Medio en el que abundan personajes como Juliana Canet, la joven inconformista que invitaba a participar en disturbios callejeros y que se define como hija del procés, o Jair Domínguez y su grito de puta España tanto en antena como en sus redes sociales. A estos personajes todos los españoles le pagamos el sueldo con nuestros impuestos.
TV3 está tan carcomida por la propaganda separatista que ya no tiene remedio. Porque la degeneración de la cadena hasta convertirse en un mero altavoz propagandístico de los partidos independentistas se ha producido con la complicidad activa de muchos de sus empleados, y el silencio del resto. Los trabajadores de la televisión de la Generalidad casi siempre han estado callados, y sólo han elevado la voz en muy contadas ocasiones. Poco remedio hay con la actual estructura para que esta cadena se pueda convertir en algo parecido a un servicio público que sea útil para la gran mayoría de la sociedad catalana. Y, sobre todo, que deje de ser una herramienta de crear un clima de opinión basado en el odio hacia todo lo que huela a España.
Por eso estoy convencido que lo más saludable, en mi opinión, sería cerrar TV3 cuando en la Generalidad haya un gobierno que decida que lo de dividir a los catalanes en dos comunidades no tiene sentido, y que marginar a millones de ciudadanos por no ser independentistas es intolerable. Y al día siguiente sería el momento de construir una nueva televisión pública en Cataluña no sectaria, que no sea ni nacionalista, ni antinacionalista, que sólo sea un servicio público. Que no sea un comedero para empresarios amigos, que tenga informativos fiables y de calidad. Y que no quiera pastorear a ningún rebaño, sino informar a unos ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones.
Mientras tanto, seguiremos denunciando los excesos, mentiras y manipulaciones de TV3, que se ha convertido en la televisión privada más importante de Cataluña, en una cadena que sólo sirve los intereses del separatismo.
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