Opinión

Sánchez amenaza los derechos de 900.000 funcionarios

La decisión del Gobierno de integrar la gestión del régimen de clases pasivas de los empleados públicos en la Administración de la Seguridad Social, impuesta por Real Decreto del Gobierno socialcomunista con alevosa opacidad durante plena crisis del coronavirus, tiene como fin expreso el acceso y control de la gestión de la caja de la principal mutua de funcionarios de España: Muface, un mecanismo por medio de mutuas que ha permitido a los funcionarios negociar condiciones propias y contar con derechos adquiridos que, ahora, Sánchez tutelará directamente con el riesgo de que, bajo el pretexto de armonizar, las prestaciones de 900.000 empleados públicos puedan verse recortadas.

El Real Decreto que modifica el régimen de clases pasivas incluye en su disposición  adicional sexta la «adaptación normativa de la legislación del Régimen de Clases Pasivas». Y allí y en otros artículos se reconoce que el cambio puede acabar afectando, no sólo a la estructura del ministerio, sino a la forma de negociar las pensiones extraordinarias en el Régimen de Clases Pasivas del Estado (actos de terrorismo); las pensiones de clases pasivas y de determinadas indemnizaciones sociales (pensiones ordinarias de jubilación o retiro por incapacidad permanente para el servicio o inutilidad); o a las pensiones de viudedad (en caso de intento de mejora de la pensión).

Dicho de otro modo: estamos ante un cambio sustancial que ha sido impuesto de manera unilateral por el Gobierno socialcomunista y que quiebra el principio de seguridad jurídica de casi un millón de funcionarios, a los que, de la noche a la mañana, se les impone una nuevo marco normativo que supone toda una amenaza a los derechos que tenían consolidados. No es de recibo y supone una arbitrariedad ante la que centenares de miles de personas quedan en situación de indefensión.

Los métodos empleados por el Ejecutivo socialcomunista -la unilateralidad sin mayores explicaciones- son los de un Gobierno que presume de diálogo y, sin embargo, practica el ordeno y mando y rompe el tablero con la actitud intolerante que le caracteriza.