Puigdemont resucita Ciu
El lunes los periódicos catalanes coincidían. «Junts cambia el paso en su congreso y aboga por ocupar la centralidad política» (La Vanguardia). «Puigdemont pasa página del 1-O y se prepara para recuperar la centralidad» (El Periódico). «Puigdemont coge las riendas de Juntas y llama a ocupar la ‘centralidad'»(Ara).
Bueno, el mismo día salió Jordi Turull por TV3, el nuevo secretario general, y dijo que «nos gustaría que la independencia fuese la prioridad de todas las fuerzas políticas». Con lo cual admitía, de paso, que ya no lo era.
Sonaba un poco a despedida. A pasar página. De hecho, el lema del congreso celebrado por Junts el pasado fin de semana en Calella (Barcelona) era «+ nación, progreso, libertad, independencia».
Nótese que el término independencia -al fin y al cabo Puigdemont proclamó la República catalana aunque fuese ocho segundos- iba al final.
Era como en las últimas elecciones autonómicas. El lema principal de la formación era «Cataluña necesita liderazgo», que era como admitir que lo había perdido, que la sociedad catalana estaba en declive, incluso en decadencia. Lo que no decían es que tenían una buena parte de responsabilidad en ello.
Luego venían otros: «Cataluña necesita un buen gobierno» -una indirecta a Esquerra-, «hacerse respetar», «vivir en catalán» y finalmente otra vez “la independencia”. Pero también era el último.
Parece que los posconvergentes están más preocupados, pues, por la inmigración, la inseguridad, las infraestructuras o la educación que por la independencia. Como el resto de catalanes, por otra parte.
Aunque no sé si están a tiempo de recuperar la «centralidad». En primer lugar, porque la ha ocupado de momento el socialista Salvador Illa, que cumple ya más de cien días en el cargo sin sobresaltos.
El nuevo presidente de la Generalitat ha tirado, además, el anzuelo entre los sectores de CiU. Nombró de consejero de justicia a Ramon Espadaler, el último líder de Unió. Fichó al presidente del PDeCAT, David Bonvehí, como director general de Economía Social. Y hasta a un alcalde de Junts para Exteriores. Incluso recibió a Pujol en Palau.
En segundo lugar, porque Puigdemont no es el hombre. Puigdemont no entiende que es agua pasada como Junqueras y el resto de protagonistas del proceso. De hecho, para blindarse, se ha rodeado de jóvenes, que es una manera de evitar que le hagan sombra.
Su antecesora en el cargo, Laura Borràs, que siempre se definió como hija del 1-O -hasta tiene un libro con ese título- es agua pasada. Le han dado el cargo de presidenta en la nueva fundación del partido para que calle y no moleste.
Estamos asistiendo a la última contorsión de Carles Puigdemont: intentar resucitar a CiU. Y con él al frente de la nave. Lo tienen difícil. El citado Jordi Pujol, en sus años de mayorías absolutas, sacaba más del 40% de los votos. Junts se ha quedado en la mitad.
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