El PP y el lío de las nacionalidades
El Partido Popular se ha formado un lío en los últimos días con las “nacionalidades” existentes en el Estado español”. La cosa empezó con una charla de Alberto Núñez Feijóo en el Círculo de Economía de Barcelona, donde habló sin tapujos de la “nacionalidad catalana”, en un claro intento por mejorar las expectativas electorales de su partido en Cataluña -muy disminuidas en los últimos tiempos- incluyendo guiños claros hacia el catalanismo.
Hace escasos días, Elías Bendodo, el nuevo coordinador general del PP, concedió una entrevista al diario El Mundo en la que defendió que “España es un Estado plurinacional” y que Cataluña “no es una nación dentro de España, pero si una nacionalidad dentro del Estado, como cualquier otra Comunidad Autónoma”.
Las declaraciones de ambos vinieron a generar bastante revuelo, no sé si por su claridad o su confusión, hasta el punto de que Bendodo trató luego de matizar lo que había dicho mediante un tuit que decía textualmente lo siguiente: “Mi postura es clara pero ayer no la expliqué correctamente. Lo aclaro: España es una Nación indisoluble de 17 autonomías con identidades propias. Se pueden respetar las diferencias de cada CCAA y defender una España única y respetuosa con el art. 2 de la Constitución”.
También Feijóo ha salido a matizar las palabras de Bendodo. El flamante presidente de los populares ha manifestado, durante una rueda de prensa en Ceuta, que “España no es un estado plurinacional. Ni lo es ni lo será. El debate no existe”, para terminar diciendo: “La Constitución garantiza la indisoluble unidad de la nación española y los derechos de las autonomías y de las nacionalidades que la integran. El único ideario del PP es la Constitución”.
El remate ha venido dado en el programa matinal del martes 17 de mayo de Carlos Herrera en COPE, donde la tertuliana Carmen Martínez Castro, antigua secretaria de Estado de Comunicación en tiempos de Mariano Rajoy, ante los comentarios que se estaban cruzando en la tertulia, ha acabado zanjando que “aquí no hay debate porque todo el mundo sabe lo que piensa el PP”.
Tengo que confesarles a ustedes que me gusta bastante Alberto Núñez Feijóo. Un político adulto, de trayectoria contrastada, situado a años luz de los fatuos inexpertos que han poblado impunemente la política nacional, desde Iglesias a Sánchez, pasando por Casado o Albert Rivera. La política exige una edad y una cierta experiencia de gestión. Y no vale para ella cualquier guapito de aparato, que no ha gestionado en su vida ni un estanco de barrio y que vive de discursos intrascendentes sembrados por doquier con su supuesto pico de oro.
Por algo será que de los cuatro anteriores ya sólo sobrevive uno, con visos de que su camino está enfilando una angustiosa recta final.
Es también destacable la compleja papeleta que Feijóo ha tenido que asumir. Hacerse cargo del PP ante la tremenda fractura interna generada por la torpe gestión de Casado y García Egea frente el éxito de Isabel Díaz Ayuso no era plato de gusto. Y el gallego ha organizado un relevo ejemplar, de forma que está alcanzando a Pedro Sánchez en todas las encuestas, y el espectro de Pablo Casado parece a todos ser algo bastante remoto.
Otros complejos problemas condicionan también -sin duda- la actuación política del nuevo presidente popular. Por un lado, la creciente presencia de Vox, con la que el PP no está acostumbrado a convivir, igual que le sucedió al PSOE en los momentos del auge de Podemos. Si el PP nunca ha sido un dechado de ideas claras y proyecto definido, tratando estratégicamente de abarcar -en su cuerpo electoral- el mayor espectro ideológico posible, el amenazante crecimiento de los verdes les hace actuar angustiados mirando sin cesar por el retrovisor. Y la necesidad de desmarcarse continuamente del mensaje de Vox, en lugar de buscar un camino propio que pueda coincidir en algunos temas con el partido de Abascal, les está llevando a cometer errores de bulto.
Por otro lado. el PP tiene que conseguir torear el complejo problema de Cataluña. Para convertirse en una seria alternativa de Gobierno a la peculiar coalición de intereses ensamblada por Pedro Sánchez el Partido Popular precisa obtener buenos resultados en Madrid, Andalucía y Cataluña. Son éstas tres las comunidades más pobladas de España, y que un mayor número de escaños reparten en cualquier contienda electoral de ámbito nacional. Y exhibiendo esperanzadoras perspectivas actuales en las dos primeras, en Cataluña el PP se la juega.
Todo este cúmulo de problemas explica el enrevesado lío argumental montado estos últimos días por Feijóo y Elías Bendodo con el tema de las nacionalidades. Que poca cosa habrá solucionado porque, opine lo que opine Martínez Castro, resulta difícil saber siempre lo que de verdad piensa el PP.
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