Una oportunidad para reagrupar el centroderecha
Este jueves acabó la moción de censura que presentó Vox. En la sesión de ese día, el presidente nacional del PP marcó claras distancias con la formación de Abascal. Es obvio que el enfrentamiento que se produjo entre los dos partidos del centroderecha, una vez que Ciudadanos ha quedado reducido a la mínima expresión y que no termina de encontrar su hueco, alegró a la izquierda. Desde ese punto de vista podría verse como una amenaza importante para la unidad del centroderecha, que fortalecería al Gobierno a partir de la de antemano fallida moción de censura y debilitaría la opción liberal-conservadora.
Sin embargo, ahora que hablamos de amenazas, fortalezas y debilidades, podemos completar el análisis DAFO que estudian todos los alumnos en las carreras de Economía y de ADE y en las escuelas de negocio, en los MBA. Nos falta, por tanto, hablar de las oportunidades, enclavadas en la vertiente externa del modelo.
De esa manera, en lugar de perder más tiempo en el análisis del enfrentamiento entre Vox y el PP, creo que el centroderecha tiene una oportunidad para tratar de conseguir darle la vuelta al regocijo inicial de la izquierda. Eso es posible porque este jueves se produjo un punto de inflexión. Si se sabe aprovechar, debería servir para que Vox, si quiere aspirar a conseguir más votantes, tenga que abandonar las posiciones más proteccionistas e intervencionistas de su discurso. Por ejemplo, no puede defender una política económica liberal-conservadora asumiendo que es necesario que se suban los impuestos a las grandes multinacionales tecnológicas, ni impulsar el proteccionismo o desdeñar a la UE, que ahora es la que impide que el Gobierno de Sánchez e Iglesias vaya todavía más lejos en las medidas que les gustaría adoptar. Si se incrementan los impuestos, estas empresas se irán de España, de manera que no se recaudará entonces ni mucho ni poco, sino nada, porque no habrá ni actividad ni empleo. Si se apuesta por el proteccionismo, la economía perderá dinamismo, los precios subirán y los españoles perderán poder adquisitivo. Si no contásemos con la UE, se eliminaría un dique de contención frente al populismo. Del mismo modo, ese intento por conseguir más votos del PP le haría centrar más su discurso en las necesidades actuales que remontarse a tiempos pretéritos de nuestra historia que ya pasaron.
Del mismo modo, el PP, al enfrentarse al discurso más proteccionista de Vox, puede retomar definitivamente el discurso más liberal-conservador en política económica que le dio tan buenos frutos cuando lo aplicó, como en los años de Gobierno del presidente Aznar y como entre 2014 y 2016 en la bajada de IRPF del Gobierno de Rajoy, frente a la tentación intervencionista que siempre sobrevuela por el centroderecha y cuya peor expresión se produjo en la subida de impuestos de diciembre de 2011, aunque fuese motivada por la ruina que dejó el Gobierno de Rodríguez Zapatero.
De esa manera, y haciendo de la necesidad virtud, ambos partidos, aunque distanciados en las intervenciones de estos días en el Congreso, pueden verse aproximados más por el propio interés mutuo de cada uno de ellos por representar a más votantes del centroderecha. Es obvio que para que eso salga bien tiene que llegar a los electores de centroderecha el convencimiento de que por separado es imposible que vuelva a haber un Gobierno liberal-conservador, de manera que o se logra crear una plataforma electoral conjunta si se produce ese corrimiento hacia una ideología liberal-conservadora pura, sin proteccionismos, ni paternalismos ni tentaciones intervencionistas, o que uno de ellos consiguiese absorber y alojar al otro partido a través de los votantes.
En ambos casos, le corresponde al PP ser, por su historia, por ser un partido con experiencia de Gobierno, por ser el mayoritario del centroderecha, por su implantación nacional con gobiernos en varias autonomías y más de veinte mil concejales, por ser también el que más familias del centroderecha alberga y por contar con el mayor número de cuadros formados con capacidad para hacerse cargo del Gobierno en caso de victoria electoral, quien lidere ese proceso, sumando y ampliando los distintos enfoques del liberal-conservadurismo. Es probable que el PP solo no pueda hacer esa reunificación, pero sí que no se puede hacer sin el PP y sin que lo lidere el partido presidido por Pablo Casado.
En cualquier caso, no se puede dejar huérfanos a los votantes de centroderecha desde el punto de vista de no tener posibilidades de que las políticas que apoyan puedan aplicarse en el Gobierno por no reunificarse el centroderecha. El PP lleva mucho tiempo tratando de aunar a todo el espectro, bien en un partido, bien en una coalición, pero no ha sido posible hasta el momento. Dentro de esa posición mayoritaria del PP, que le hace indispensable en la reunificación del centroderecha, la formación de Casado ha de lograr ensancharse por el centro, pero sin descuidar su parte derecha. Debe liderar la reunificación marcando el paso de dicho espectro ideológico, sin necesidad de mirar a izquierda y derecha a otros partidos, para luego, eso sí, contar con ellos en la reunificación.
Sólo así el centroderecha podrá volver al Ejecutivo y acabar con este horror que padecemos de Gobierno de coalición entre socialistas y comunistas. Si se va en esta dirección, la oportunidad puede cristalizar en buen resultado y avanzar en el camino adecuado. Es un camino que no va a ser inmediato, pero tampoco lo fue en 1990 y, tras seis años de intenso trabajo, el PP de Aznar consiguió transformar, para bien, a la sociedad española, consiguiendo las mayores cotas de prosperidad jamás alcanzadas. Si no se aprovecha, entonces la izquierda habrá ganado para varios lustros en el mejor de los casos. Confiemos en que la oportunidad no se deje escapar.
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