No es la pandemia todo lo que desluce

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Que no le engañen, ni es oro todo lo que reluce ni es la pandemia todo lo que desluce. Y es que, ante cualquier dato adverso que pueda hacernos dudar de las bondades del sanchismo, es fácil apresurarse a echar la culpa al maldito Covid.

El último ejemplo lo tenemos con los datos de empleo publicados: ya rozamos los 4 millones de parados sin incluir trabajadores en suspensión de empleo o ERTE (peor dato desde 2009). Y también hemos terminado 2020 con 360.000 afiliados menos a la Seguridad Social (mayor caída anual desde 2012).

¿Cómo no echar la culpa a la pandemia? ¡Qué mala suerte tiene este Gobierno! Podrían decirnos. Pero ¡no! La mala suerte es tener el peor Gobierno en el peor momento; si el coronavirus no acaba con la economía, el Gobierno se encargará de ello.

Si, más allá de lamentarnos con el trágico momento, miramos al resto del mundo, con el que compartimos pandemia pero no Gobierno, veremos (con datos de octubre OCDE) que los españoles, con Sánchez de capitán, somos unos campeones, pero del desastre:

  • Tenemos el mayor desempleo de toda la OCDE (16,2%).
  • Y el mayor incremento anual (2,2%) tras Lituania (que, por contra, tiene bastante mejor tasa de desempleo).
  • Somos, tristemente, líderes en desempleo juvenil, con una alarmante tasa del 40,4%.
  • También ganamos en la brecha de desempleo entre hombres y mujeres (casi 4 puntos).
  • Y ya, si además de mujer eres joven, puedes estar entre su 42% de desempleadas, nuevo récord mundial del Gobierno más feminista de la historia.

Así que, cuando el aparato de propaganda monclovita, sus extensiones sindicales, su teles subvencionadas o su cuñao le digan que todo es culpa de la pandemia, pregúnteles por qué España es el país que más rápido destruye empleo y al que más le cuesta crearlo.

Pregúnteles si no tienen nada que ver las subidas del salario mínimo por encima de la productividad (que tanto perjudican a los jóvenes), el despilfarro de gasto público que requiere un endeudamiento histórico y un tapón fiscal, la populista y desincentivadora renta mínima, las trabas fiscales y regulatorias a pymes y autónomos, la rigidez en el mercado de trabajo, las barreras al sector privado (especialmente los dedicados a la prestación de servicios públicos), etc, etc… Todo eso sí lo hace el Gobierno, no la pandemia.

Pero lo fácil es echar la culpa al Covid y que siga la fiesta. Una fiesta, eso sí, que paga el BCE con el dinero de nuestros nietos. ¿Hasta cuándo?

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