Estalinista caza de brujas en el PP del País Vasco
Lo del PP vasco es, sencillamente, una vergüenza. Lejos de cuestionar por lo que tiene de humillación a las víctimas del terrorismo el brindis de la presidenta del partido en Vizcaya, Raquel González, con la proetarra y miembro de Bildu Jone Goirizelaia, ha emprendido una caza de brujas contra todos aquellos militantes que criticaron la actitud complaciente de la máxima responsable del PP en Vizcaya y concejal en el Ayuntamiento de Bilbao.
El PP tiene un problema en el País Vasco que si no resuelve con urgencia amenaza con romper las señas de identidad de una formación que ha sufrido en sus carnes la violencia asesina de ETA y atesora un caudal de compromiso con la dignidad y defensa de las libertades. Lo del PP vasco es muy grave, porque no se puede exhibir pusilanimidad ante los herederos de una banda de asesinos, mientras se practica el ordeno y mando contra quienes denuncian el cambio de rumbo de la dirección. Eso es de una cobardía moral intolerable. O Pablo Casado actúa o el PP vasco se convertirá en irrelevante. En una marioneta de separatistas y proetarras.
Los expedientes que el PP vasco pretende abrir contra quienes han criticado a Raquel González por brindar con la concejal de Bildu y ex miembro de la Mesa Nacional de HB son la prueba del nueve de la deriva y pérdida de rumbo de una dirección que está traicionado la memoria de quienes dieron su vida por defender la libertad y la democracia. Es una vileza sin matices, un golpe bajo al espíritu de todos aquellos que durante los años de plomo demostraron su grandeza y arrojo frente al terror.
Si el PP vasco carga contra quienes muestran su repulsa por el brindis infame de la presidenta del partido en Vizcaya, es que el PP vasco ha dejado de ser el referente al que se agarraban todos aquellos ciudadanos concernidos con España y su Constitución. Si este es el camino que ha elegido el PP vasco, sucumbirá políticamente y el separatismo y los proetarras se frotarán las manos. De Pablo Casado depende que el PP en el País Vasco vuelva a ser ejemplo de dignidad y referente moral. Si no actúa pronto, el daño político puede ser irreversible.
En la carta de los afiliados cuestionando el indigno brindis de Raquel González se afirmaba que “esto ya no tiene un pase”. Ni alzar la copa junto a una proetarra tiene un pase y, aún menos, acosar con amenazas de expedientes a quienes piden al partido volver a los principios y recuperar los valores identitarios de la formación. La situación es insostenible y ya no es momento de paños calientes. Hay que intervenir con urgencia, porque la quiebra de rumbo es una realidad que ha vuelto, tristemente, a quedar de manifiesto. Es un sarcasmo que un partido cuyos miembros fueron asesinados por defender la libertad actúe ahora contra la libertad de expresión de quienes no entienden que quien brindó con una proetarra -Raquel González- pueda seguir en el cargo.
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