¿Dónde está el Defensor del Menor?
Sometido al permanente chantaje de sus socios de gobierno, que han convertido esta legislatura en un campo de minas, el presidente Pedro Sánchez se ha embarcado en una permanente campaña electoral, a la espera de que sus asesores le indiquen el momento más adecuado para convocar los nuevos comicios.
Puesto que carece de la mayoría necesaria para sacar adelante cualquier medida, la acción del Gobierno ha quedado reducida a una serie de golpes de efecto y fuegos artificiales, como la exhumación de los restos de Franco o la propuesta de reforma de la Constitución para eliminar el aforamiento de altos cargos, de la que nunca más se supo.
Mientras tanto, los servicios de La Moncloa se esfuerzan por fabricar a Sánchez un perfil de estadista, con una interminable sucesión de videoclips y gestos, que a menudo son un simple plagio de los protagonizados por el ex presidente Obama o el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Con el mismo afán de protagonismo que le llevó a intentar usurpar el papel de los Reyes Felipe VI y Letizia en la recepción oficial ofrecida en el Palacio Real con motivo de la Fiesta Nacional del 12 de octubre.
El Gobierno ha dado ahora un paso más en esta escalada, haciendo una obscena utilización de los niños con fines políticos. El lunes, con un vídeo protagonizado por una pequeña, calcado del que había difundido sólo unos días antes Justin Trudeau. Este miércoles, con otro vídeoclip en el que difunde los dibujos realizados por varios niños de la ONG Save the Children.
Pedro Sánchez ya recurrió a la misma estrategia hace varias semanas: cuando se vio acorralado por el plagio de su tesis doctoral, publicó en las redes sociales un cariñoso mensaje atribuido a sus dos hijas, en un intento de tocar la fibra sensible de los votantes.
El fallido proceso de independencia de Cataluña nos ha permitido comprobar la falta de escrúpulos de los separatistas a la hora de manipular a los menores: desde el adoctrinamiento que llevan a cabo en las aulas educadores que no merecen tal nombre, a la utilización de los pequeños en actos de apología de los golpistas. Sánchez no debería seguir el mismo camino.
No ha quedado del todo claro si Pedro Sánchez trata a sus votantes como si fueran menores de edad, o si está empeñado en demostrar que gobernar es un juego de niños. Pero por una cuestión de higiene democrática, debería poner fin a esta bochornosa utilización de los pequeños con fines meramente políticos y electorales. Si no lo hace, instituciones como el Defensor del Menor deberían tomar medidas cuanto antes.
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