El cambio climático encuentra un aliado inesperado en las migraciones de las ballenas
Las migraciones y procesos fisiológicos de las ballenas son vitales para los ecosistemas marinos
El fitoplancton desempeña un papel vital para la captura de carbono
Dejar de cazar ballenas ayudaría en la lucha contra el calentamiento global
No sólo son los animales de mayor tamaño que habitan este planeta, sino que además desempeñan un papel crucial. Hablamos de las ballenas, a las que nos podemos encontrar en todos los océanos del mundo, si bien es cierto que muchas de las poblaciones de estos grandes mamíferos marinos están disminuyendo de forma acusada en las últimas décadas.
Las capturas accidentales, la sobrepesca de especies de las que dependen, la caza para comercializar su carne y aceite, el cambio climático o la contaminación figuran entre las principales amenazas que se ciernen sobre estos cetáceos que además son auténticos bioindicadores, de modo que su declive está relacionado con la degradación del entorno que los acoge.
Se dice de las ballenas que son auténticas ingenieras de ecosistemas, debido a que sus migraciones y sus procesos de alimentación y de excreción tienen la capacidad de modificar todo su entorno, convirtiéndose así en factores clave para la conservación de los hábitats marinos de los que dependen no sólo ellas, sino muchas otras especies.
Bombas de nutrientes
Estos enormes cetáceos se alimentan en las profundidades y, posteriormente, ascienden a la superficie para respirar y también para defecar y orinar, en un proceso que genera una auténtica bomba de nutrientes.
Un término más que justificado, puesto que la orina y las heces de las ballenas son ricos en multitud de nutrientes, especialmente hierro y nitrógeno, que fertilizan la capa superior del fitoplancton.
Esta es la primera contribución destacada de dichos mamíferos marinos a la lucha contra el cambio climático, derivada del hecho de que el fitoplancton no es sólo la base de la cadena alimentaria marina y el productor de más de la mitad del oxígeno que respiramos, sino que además es un potente sumidero de carbono.
Solución prometedora
Según el estudio Fitoplancton: una solución prometedora para capturar y almacenar CO2, de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (México): «Se estima que en los océanos se encuentran alrededor de 4.000 a 5.000 especies de fitoplancton (…) Su actividad fotosintética contribuye significativamente a la captura de carbono en los océanos, superando el 40% del total».
«Y la efectividad de este mecanismo es tal, que se ha estimado que la fotosíntesis llevada a cabo por el fitoplancton es capaz de remover aproximadamente el 30%-40% del dióxido de carbono producido por el ser humano», añaden los investigadores.
El estudio recomienda promover la captura y almacenamiento de dióxido de carbono a través del fitoplancton. Según dicho trabajo: «Esta técnica tiene la ventaja de ser efectiva, natural y capaz de proporcionar beneficios adicionales, como la mejora de la calidad del agua y la creación de hábitats para la vida marina».
Caída de ballenas
Cuando uno de estos grandes cetáceos llega al final de su vida, se produce lo que los expertos llaman Whale Falls (caída de ballenas). Lo que sucede, básicamente, es que el cuerpo de la ballena muerta se hunde en el fondo del mar, donde queda atrapado el carbono almacenado en su organismo.
Como explica la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica De Estados Unidos): «Las caídas de ballena pueden secuestrar carbono durante cientos o miles de años. Muchos organismos de aguas profundas han evolucionado para depender de los nutrientes de los cadáveres que se hunden. Los cadáveres de ballena son responsables de gran parte de esos nutrientes debido a su enorme tamaño».
«A medida que el cadáver se descompone y es consumido por los animales de aguas profundas, ese carbono queda secuestrado en los sedimentos y se recicla en el ecosistema de aguas profundas. Esto evita que regrese a la atmósfera en forma de dióxido de carbono», añade la administración norteamericana.
Valor económico
En 2019, un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) calculó que el valor de una ballena de gran tamaño es de más de 2 millones de dólares debido a su papel en el secuestro de carbono y otros servicios ecosistémicos.
«Si se permitiera que las ballenas volvieran a su número anterior a la caza de ballenas, de 4 a 5 millones —de poco más de 1,3 millones en la actualidad—, se podría aumentar significativamente la cantidad de fitoplancton en los océanos y el carbono que capturan cada año», destaca dicha entidad.
Según esta misma fuente: «un aumento del 1 % en la productividad del fitoplancton gracias a la actividad de las ballenas capturaría cientos de millones de toneladas de CO2 adicionales al año, lo que equivaldría a la aparición repentina de 2.000 millones de árboles maduros. Imaginemos el impacto a lo largo de la vida media de una ballena: más de 60 años».
Un pequeña ayuda
El divulgador ambiental Ecodiuku también se ha referido recientemente a los servicios de captura de carbono que nos regalan las ballenas en este vídeo.