Boris Vs. Bertín: de su ‘desliz hetero’ y sus inseguridades a la titánica lucha de su madre y su frustrada salida de España
Boris Izaguirre ha abierto este miércoles las puertas de su casa, las puertas de su corazón. ‘Mi casa es la tuya’ ha sido para el venezolano una catarsis personal, un repaso de los secretos ocultos de una vida casi de telenovela y de una infancia en la que su condición sexual sombreó sus días cuando tan solo era un niño. Aunque no un niño cualquiera, sino un prodigio al que la dislexia le obligó a ir a un ritmo distinto. Al que la disciplina de una madre dedicada al ballet le ayudó a crecer. El presentador y escritor ha desnudado su alma y rebuscado en su pasado para mostrar a Bertín Osborne el Boris íntimo que se ‘esconde’ tras los muros del televisivo. Boris Izaguirre en estado puro.
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Son muchas las vivencias que el también guionista guarda en su memoria, algunas de ellas dispares. Sin embargo, la mayoría tienen un denominador común: su madre, Belén Lobo. Una bailarina que dejó de lado la convención que imperaba en su país y que prefirió apostar por el amor con el que quería educar a su pequeño. Boris se tuvo que despedir de ella en el año 2014 cuando falleció como consecuencia de un cáncer, aunque todavía no ha logrado superarlo del todo. «No he llorado suficiente la muerte de mi madre. No he tenido tiempo de agradecerle todo lo que hizo por mí. Ella me enseñó la disciplina y la seriedad», confiesa entre lágrimas. Pero, ¿qué papel adoptaron sus progenitores durante su niñez?, ¿cómo vivió ser un niño diferente al resto?
El presentador explicó también que se convirtió en una persona narcisista /Telecinco
Caracterizado por un humor agudo y una audaz socarronería, Izaguirre ha revelado que la dislexia marcó sus inicios e incluso hoy en día esta alteración le acompaña en alguna ocasión: «No supe atarme los cordones hasta los 9 años y tardé muchísimo tiempo en saber leer porque no podía poner en orden las cosas. Ahora me sigue afectando al escribir». Belén no se rindió jamás. «Mi madre hacía conmigo ejercicios. El ejercicio consistía en cerrar un círculo y nunca lo conseguimos cerrar», desvela un Boris emocionado. Rememora cómo cuándo aprendió a leer se convirtió en un motor imparable: «Me sentía superior a la gente. Una vez que supe leer me leía todo, me daba igual si era ‘El Quijote’ en inglés. Empecé a ser muy ridículo, eso sí que era una llamada de atención».
Esta dificultad fue el primer escollo en su camino, su condición sexual el siguiente que tuvo que sortear en Venezuela. «Llamaba la atención por cómo me vestía y por mi forma de ser y la tensión me generaba un amaneramiento muy llamativo. Parecía que tenía un grupo de mariposas revoloteando a mi alrededor. Me dijeron que esto iba a ser un problema para toda la vida», ha comentado. «Recibí golpes e insultos por ello. Recuerdo que me gustaba irme caminando a la escuela y cuando tenía entre seis y 10 años me gritaban maricón por la calle», reveló.
Aunque el presentador ha proclamado abiertamente su homosexualidad, durante su entrevista confesó haber tenido un desliz heterosexual hace varias décadas. Lo desveló cuando su padre, Rodolfo Izaguirre, entró en escena: «Papá me lié con la hija de un compañero tuyo guerrillero». Ni un detalle más sobre este asunto. En cambio, el crítico de cine que continúa viviendo en Venezuela pese a la situación de crisis que atraviesa el país, sí que quiso puntualizar los consejos que los propios profesores le daban. «La directora de la escuela me dijo que le pusiera en manos de unos psiquiatras. Él no se comportaba como los niños de entonces y yo me preguntaba en qué me equivocaba. Eso sí, él fue un niño feliz en casa», dijo el progenitor de Boris.
Bertín Osborne y Boris Izaguirre junto a su padre mientras charlaban sobre la infancia del venezolano. Rodolfo afirma que en casa era un niño feliz /Telecinco
Del que sí quiso hablar en muchos instantes de su conversación con Bertín es del que es su pareja desde hace 25 años, Rubén Nogueira. Quien no estuvo presente, quien es ajeno a los medios de comunicación y quien sin querer se convirtió en el protagonista invisible. «Nos conocimos el 14 de junio del 92 y en el 94 Miguel Bosé me dijo que me viniera a Madrid a vivir. Se me abrió un mundo y ahí no fui necesariamente fiel». Un hombre del que quiso destacar su alergia a la fama a la par que la complicidad que mantiene con él y con su entorno. «Rubén me dijo hace muchos años que entendía que yo quisiera ser famoso, que lo lograría. Él me apoyó, pero me dijo que nunca estaría ni al lado ni al frente. Él iba detrás», dijo. Una vida sentimental que comparten a veces desde la distancia, pues Rubén trabaja en Madrid y Boris en Miami.
“No llames la atención porque ya llamas la atención”, dice emocionado Boris recordando las palabras que le decía su madre. Imagen: los presentadores Javier Sardá y Boris Izaguirre durante los Premios Iris de la Academia de la Televisión en Madrid en 2017 / Gtres
Desde hace tres años, el rumbo profesional de Izaguirre dio un giro radical. «Me despidieron de la ‘Cadena Ser’. Estuve con Gemma Nierga 17 años y me citó en un restaurante horrible y me dijo que la cadena prescindía de mis servicios. Con un golpe de suerte me ofrecieron un contrato en Telemundo y me fui. Fue una cura de humildad espectacular», ha comentado. Eso sí, si hubo un hito en su carrera ese es ‘Crónicas Marcianas’: «Yo era la estrella del programa. Teníamos mucho éxito, pero cuando acabó me sentía utilizado. Sentía que me obligaban a ser ese personaje en otras entrevistas que hice para otros programas». Y es que pese a que le costara despojarse de aquel Boris, los recuerdos que quedan de esa época tan solo son positivos: «Parece que ‘Crónicas’ me marcó mucho, era una bocanada de libertad».
Sin embargo, lo que nunca logró y de lo que todavía se lamenta es de la aceptación que tuvo del colectivo gay. «El colectivo gay nunca me invitó a sus eventos, ni a dar el pregón. Decían que no les gustaba un gay lleno de tópicos. Me molestaba mucho porque, yo no me quiero hacer abanderado, pero la gente me lo decía. Creo que contribuí a que este país estuviera feliz con su evolución. Es una evolución aceptarme a mí», dijo.
La fragilidad y la fortaleza, el amor hacia los suyos, la devoción por su madre, la necesidad de tener los pies en la tierra aunque sea por obligación. Estos son tan solo una parte de los innumerables ingredientes que el encuentro de Boris Izaguirre ha mostrado. Un encuentro sin filtro ni cortapisas.