El hombre de Urdangarin en los paraísos fiscales: «Horrach dijo que mi vida le daba envidia»
El empresario belga Robert Cockx fue investigado en el marco del caso Nóos, sin embargo, finalmente el juez José Castro retiró la acusación contra él en junio de 2014.
Según su propio testimonio, llegó a mentir aposta para ser imputado en este caso de corrupción donde se investiga a Iñaki Urdangarin y a la infanta Cristina para poder demostrar su inocencia.
Tras quedar liberado de las acusaciones que pesaron contra él durante la causa, Cockx relata en exclusiva a este diario cómo se autoimputó en la causa y cómo se produjo la investigación del fiscal Pedro Horrach junto a varios agentes de la policía judicial en su domicilio madrileño de El Escorial, donde analizaron los archivos de su ordenador.
Aunque parezca increíble, yo provoqué mi imputación.
Cuando estaba siendo interrogado por el fiscal Horrach en la comisaría en Madrid, el 12 de abril 2012, él me comunicó que me imputaría para poder tener acceso a mis archivos informáticos en el caso de que sospechara de mentiras por mi parte.
Yo estaba convencido de que nadie podía creer mi simple verdad de forma tan sencilla y rápida. Horrach me había prometido que no tenia interés, ni realizaría copia de ningún otro tema, aunque fuera confidencial, de mis archivos salvo las que tuvieran relación con el duque y con el caso Nóos en general.
Por otra parte, mi deseo era quitarme el lío de encima lo más pronto posible. Lo miré a los ojos (A Horrach) con una sonrisa cómplice que me pareció ser entendida, y le mentí de manera flagrante sobre un detalle que de verdad no recuerdo cuál era.
“Miré a los ojos a Horrach y con una sonrisa cómplice le mentí para que me imputara”
En este instante, Horrach me comunicó que estaba imputado, pero que no podía obtener las autorizaciones oficiales necesarias antes del lunes. Estuvimos el sábado en casa para investigar mis archivos en el ordenador.
Mi abogado provisional, proporcionado por mi cliente, argumentó no tener tiempo para ir a mi casa en El Escorial y yo pregunté si podíamos ir sin la presencia del letrado. Finalmente, invité al fiscal a ir a mi casa de inmediato y nos fuimos.
Tres minutos después de nuestra entrada en mi casa, Horrach estaba sumergido en mi PC. Los presentes éramos mi hija, el abogado, 6 o 7 funcionarios judiciales, Horrach y yo. Más o menos diez personas en total.
Mi casa era un apartamento de soltero en los altos de El Escorial. Con tres habitaciones, jardín y piscina. Desde la terraza, teníamos una vista increíble de la sierra y de varios pueblos. En el fondo, se veían las torres KIO y toda la ciudad, ¡a 60 km de distancia!
El ambiente no era desagradable. Todo el mundo tomaba café y otras bebidas. Habían rechazado comidas que les ofrecimos. En un momento dado, estaba sentado en la terraza y se acercó Horrach diciéndome que había visto que tenía una vida bastante divertida y… que le daba ¡envidia!
“Horrach me dijo que tenía una vida bastante divertida y que le daba envidia”
Claro, había visto mis historias de veleros, de regatas internacionales, de múltiples viajes y largas instancias en Brasil, Santo Domingo y otros lugares. Había visto mi apoyo y participación activa en la educación hípica de mi hija Claire: La adquisición y mantenimiento de caballos alemanes, un entrenador olímpico español, su estancia de un año en Alemania sola en un apartamento con su caballo y su entrenador de nivel mundial a mano, nuestras múltiples participaciones en concursos de doma clásica en todas partes etc…
Con sus 12 años, mi hija eligió vivir conmigo en vez de con su madre. Con lo cual, la ha educado principalmente yo… Mala suerte para ella, je je…. Tenía servicio en casa (menos el sábado), un coche de lujo, era conocido en todos los buenos restaurantes y lugares de la sierra.
Al final de su investigación, Horrach declaró en voz alta y dos veces, en presencia de todos, que no había encontrado nada ilegal en mis archivos y que iba pedir al juez de anular mi imputación.
Unos días después, Javier Saavedra (abogado), con la intermediación de mi hija, se ofreció a encargarse de mi defensa y acepté. Su primera asesoría consistió en asegurarme que era únicamente el juez el que podría confirmar las palabras de Horrach… Lo que explica mi total silencio con los medios sobre mi inocencia declarada casi públicamente por el fiscal, pero que yo no podía revelar.
La prensa, encabezada por El Mundo, y algún libro sobre el Duque, tenían fácil el juego sensacionalista cometiendo errores graves, mucha imaginación y mentiras.
Cuando el juez Castro finalmente confirmó la posición del fiscal, dos años más tarde, los daños eran ya irreparables, y mi defensa me desaconsejó denunciar ante la Justicia a los protagonistas de mi verdadera ruina con sus puros inventos periodísticos.
“Cuando el juez Castro confirmó la posición del fiscal 2 años más tarde sobre mí, los daños eran irreparables”
Esto explica mi manera relajada de responder al comienzo de la avalancha periodística, con la verdad a la prensa, sin hablar de la reacción de Horrach a mi favor. No voy especular aquí sobre los reales motivos del circo montado. Pero sí es un hecho que los periodistas y abogados tienen la fama como objetivo principal.
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