EEUU cambia su estrategia sobre las tierras raras por la guerra comercial con China

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Donald Trump junto a Xi Jinping. (Foto: AFP)

Las tierras raras se elevan como uno de los campos de batalla entre Estados Unidos y China en la guerra comercial y tecnológica, cada vez más entremezcladas. La gran dependencia que tiene el primero en el suministro de estos  recursos naturales sobre el segundo hace que las tierras raras jueguen un papel principal en cualquier posible futuro acuerdo comercial o tecnológico.

China representa más del 80% de las importaciones de tierras raras para EEUU pese a solo albergar el 37% de las reservas mundiales de estas materias primas. Tierras raras es el nombre por el que se conoce a un grupo de 17 elementos químicos que son fundamentales para el sector industrial (en especial del sector defensa y armamentístico), tecnológico (vitales en la fabricación de productos electrónicos de consumo) y de energías limpias (incluidos los coches eléctricos) mundial. Las tierras raras están en la lista de la Unión Europea de materias primas críticas desde 2011.

La posible paralización, o restricción, en las exportaciones de estos minerales por parte de China, desde su posición dominante, es uno de los mayores temores de la administración de Donald Trump.  China, que ha intervenido en su producción, mantiene la capacidad de procesamiento global de tierras raras mientras la australiana Lynas Corp es la única empresa no china con una capacidad significativa.

Desde Washington son conscientes de que las tierras raras podrían ser la principal arma de Pekín en la guerra comercial y que una medida así tendría consecuencias directas, y a largo plazo, sobre la economía de EEUU. Por ello, el Pentágono está desarrollando una nueva estrategia sobre el grupo de elementos químicos que vaya más allá del determinante papel de China como proveedor.

Por un lado el departamento de Defensa está decidido en diversificar los suministros de minerales críticos. Para ello tiene su ojo puesto en minerías internacionales de tierras raras, como es el caso concreto de Mkango Resources Ltd, en Malawi, y Rainbow Rare Earths Ltd, en Burundi, con los que el Gobierno ya ha mantenido conversaciones, según adelantó Reuters. Por otro lado, la Casa Blanca estaría buscando nuevos fondos federales para reforzar la producción nacional, la capacidad de procesamiento y el almacenamiento de suministros críticos de minerales de tierras raras a través de incentivos económicos específicos, como serían préstamos específicos a bajo interés.

Nuevas fuentes de suministros, tanto nacionales como internacionales, le darían a EEUU algo más de capacidad de negociación en las futuras conversaciones entre ambos países en la búsqueda de un acuerdo que ponga fin a la guerra comercial. El departamento de Comercio de EEUU, publicó la semana pasada un informe que incluía un plan para fomentar la localización y extracción de minerales raros, con el objetivo de asegurarse de que no se le corte el suministro de tierras raras utilizadas en todo tipo de productos – desde la fabricación de sistemas de misiles hasta la de teléfonos móviles.

«A través de las recomendaciones detalladas en este informe, el gobierno federal tomará medidas sin precedentes para garantizar que Estados Unidos no se vea aislado de estos materiales vitales», dijo el secretario de Comercio, Wilbur Ross, en un comunicado.

El primer objetivo de la nueva estrategia sobre las tierras raras es reducir la dependencia que tiene sobre China. Días después de la introducción de los últimos aranceles sobre el China, en la carrera de imposiciones mutuas de aranceles, Pekín  anunció el 13 de mayo un aumento de los aranceles de un 10% al 25% a 5.140 productos estadounidenses por valor de 60.000 millones de dólares, entre los que se incluían los minerales de tierras raras haciendo que para EEUU sea menos económico procesar el material en China.

Días después el presidente chino, Xi Jinping, visitó una fábrica de las codiciadas materias primas en Ganzhou, en el centro de China. Una clara señal de que el líder chino es consciente del poderío que representan las tierras raras en las negociaciones comerciales con EEUU y de lo poco común que es hallarlas en una forma pura.

En EEUU solo existe una única instalación que produce minerales de tierras raras, la mina Mountain Pass de California que fue declarada en bancarrota en 2017 y reabierta el año pasado. MP Materials, propietario de la mina Mountain Pass tras su compra, envía las aproximadamente 50,000 toneladas de concentrado de tierras raras que extrae cada año desde California a China para su procesamiento, según datos de Reuters y a las que la guerra comercial ha llevado a que se aplique dicho arancel del 25%.

El gran desafío de Estados Unidos es que no tiene capacidad de refinar las tierras raras en su país, y no existen otras refinerías en el mundo, por lo que se ve obligado a exportarlas a China.  «No hay capacidad de refinación en el mundo fuera de China», dijo James Litinsky, vicepresidente de MP Materials, en declaraciones a CNBC.

«Si no podemos ser económicos, no hay esperanza para la industria de los Estados Unidos” añadió. Existen informaciones que aseguran que compañías con sede en EEUU, como Texas Mineral Resources Corp o Rare Element Resources Ltd, tienen plantas de procesamiento de tierras raras en construcción o en etapa de planificación, incluida una en Mountain Pass el año que viene.

«La dominación de China sobre el mercado de elementos de tierras raras ilustra la interacción potencialmente peligrosa entre la agresión económica china guiada por sus políticas industriales estratégicas y las vulnerabilidades y brechas en la base industrial de fabricación y defensa de Estados Unidos», dijo el departamento de Defensa de Estados Unidos en octubre del año pasado en un informe enviado al presidente Donald Trump sobre las vulnerabilidades en la base industrial de defensa de EEUU.

«Cuando China necesita mostrar músculo de poder blando mediante el embargo de tierras raras, no duda en hacerlo, como aprendió Japón en una disputa marítima de 2010», avisa el documento en referencia al forcejeo territorial entre ambos países por las islas Senkaku.

La importancia de las tierras raras en al manufactura industrial y tecnológica es innegable. «Ahora tenemos tierras raras en los billetes de euro para evitar falsificaciones y en los teléfonos móviles para que sean táctiles y emitan sonido y luz. En nuestra tecnificada cultura la lista de artículos que las contienen es muy extensa. Son indispensables para las tecnologías verdes, los coches híbridos y las turbinas eólicas; hacen posible imanes más potentes y de menor peso que permiten electrodomésticos cada vez más pequeños; se necesitan para fabricar gafas de visión nocturna, misiles crucero y otras armas», asegura Ricardo Prego Reboredo, investigador del CSIC y autor del libro ‘Las tierras raras’.

Entre los 17 elementos que se catalogan como tierras raras, que se caracterizan por ser buenos conductores de la electricidad y por sus propiedades magnéticas están el cerio, utilizado para motores diesel, el disprosio, que se usa en los coches híbridos, el erbio, un componente de la fibra óptica, el europio, usado en pantallas planas y máquinas de rayos láser, o el praseodimio, usado para motores de aviones.

Un acuerdo comercial entre EEUU y China, las dos mayores economías mundiales, dependerá en gran medida de si sus respectivos presidentes, Donald Trump y Xi Jinping, logran alcanzar consensos durante la próxima cumbre del G20 que se celebrará en Osaka, Japón, aunque muchos auguran que los máximos representantes se están preparando para una batalla de largo plazo.

La dependencia de materias primas provenientes de fuentes extranjeras supone para EEUU una vulnerabilidad estratégica. Pese a que nadie puede asegurar si la amenaza de prohibir las exportaciones de tierras raras por parte de China cambiaría las dinámicas en la actual guerra comercial, EEUU tiene claro que quiere impulsar una nueva estrategia en la producción, refinamiento y venta de las tierras raras ahondando en su política proteccionista y unilateral.

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